Boleto para salir de la rutina
1. Seguramente le ha pasado el tener ganas de salirse de la rutina y comprar un boleto para viajar, sin plan y sin ruta definida. A veces nos cercan las actividades cotidianas, y nos hacen sentir que la vida no tiene sentido: las mismas actividades día a día, las mismas rutas en el transitar rumbo al trabajo o la escuela, lo mismo hacemos los fines de semana. El cerebro ya está acomodado a dar las mismas órdenes, sentir las repetidas percepciones. Entonces se siente la necesidad de salir, tomar aire, acudir a una central de autobuses, pararse frente al despachador de boletos y pedir uno.
2. Esa sensación me pasa de manera regular. Tanto al ir rumbo al trabajo, como al salir de él. Tanto al salir de casa, como regresar a ella. No es cansancio. No es renegar de la vida. Ni del destino. Por si acaso. No. Es algo superior a cualquier explicación. Larga espera va con nosotros, acumulándose cada día. ¿Espera de qué? Si lo supiéramos tomaríamos decisiones. Es pararse frente al infinito. Al vacío. Y querer dar un paso, para que cambie de ruta nuestra existencia.
3. Mi padre refunfuñaba, por ejemplo. Nacidos madre y padre en Guanajuato, específicamente en San Felipe Torres Mochas, hicieron vida en Matamoros, Tamaulipas. Y no sé ni preciso saber que mi padre ante cualquier situación de fastidio decía que él iba a regresar a"su tierra", refiriéndose a su lugar de origen. Mi madre callaba, no se reía. Y así les fueron pasando los años hasta que fallecieron. Ella antes, mi padre 17 años después, sin que hubieran regresado a radicar a San Felipe. Viajaban de visita sí, a ver a sus hermanos, hermanas y amistades. Solo eso.
4. Creo que es la misma sensación que siento. Pero considero que lo mío va mas allá de eso. No solo el volver a radicar a la tierra de origen de uno, yo que estoy por carretera a 1350 kilometros de distancia. No. Es algo más que eso. Algo superior a mi racionalidad. Porque bien podría comprar un boleto con destino a mi pueblo. Y quedarme a vivir el tiempo que yo quisiera, sean meses años o toda la vida. Me bastaría tener para la comida y el jabón. Y listo. Por eso digo que me refiero a otra cosa, que bine vale la pena o alegría reflexionar.
5. Dicen que en el templo de Apolo, en Delfos, estaba inscrito el aforismo: “Conocete a ti mismo”. Y en memes alguien anónimo responde ahora: “seguí ese consejo, y tanto me conozco que yo mismo me caigo mal y no me hablo”. Y que a la entrada de la Academia del brillante Platón decía: “No entre aquí quien no sepa Geometría”. Y yo no sé más que lo básico aprendido en primaria y secundaria. Áreas, perímetros, etc. E interpreto que quiere decir que el mundo de las ideas es tan importante, pero se queda sin sustento si no se conocen las formas terrenales. O bien: el tren de aterrizaje de las ideas “platónicas” es la vida terrenal de las formas.
6. Y volviendo a esa desazón que se siente como nostalgia por lo que fuimos hace millones de años y nostalgia adelantada de lo que seremos en ese peregrniar en el futuro. Estar inmerso en las rutinas de lo cotidiano, nos conduce, sin duda alguna, en considerar una vía de escape. ¿A cuáles recurrimos de manera general? Cada quien tendrá la ruta propia. La decisión propia. Charles Baudelaire recomendaba emborracharse de una de tres: de vino, de poesía, de virtud.
7. Entonces, la sensación de volar, digo, de ir a la Central de autobuses y comprar un boleto para cualquier parte, es un pendiente que siempre tendremos. E imaginar que vamos a lugares desconocidos, visitamos mercados, plazas, museos, parques, playas, cantinas o burdeles (cada quien lo de cada cual), y dedicamos el tiempo que nos quede libre a vibrar en el conocer, en el descubrir, en el sabernos acompañados por misterios que solamente caminando podemos encontrarlos o descubrirlos. No necesitamos mucho. Quizá solo un boleto apra viajar, y los que somos más ortodoxos o tadicionaes, trataríamos de asegurarnos fondos en el pla´stico rectangular para ir a cajeros y sacar para los tacos y el refresco, y pagar quizá un hospedaje de 200 pesos. Oros, lso bienaventurados se van a la deriva, teneindo dones suficienteos o talentos que les permtia cantar en una esquina, hacer actos de magia o malabares y recibir monedas que les permitan alimentarse.
8. Por mi no os preocupéis. Yo encuentro estas escapadas de viaje en las lecturas. Con Cortázar ando en Roma. Con Borges en buenos Aires. Con Retamar y Padura, en la Habana. Con Kundera y Kafka en Checolovaquia. Con Tolstoi y Dostoyevski en la Rusia zarista. Con Kbukovski en los hipódromos y cantinas de California. Y así puedo seguir la lista de viajar estando acostado o sentado. Transmigrando sin moverme de casa. La poesía me llevaría a otros confines más allá de lo terrenal. Whitman a mirar el mundo desde un Dios terrenal. Sabines desde las percepciones del amor corporizado. Arreola en la fantasía de los recuerdos que se van creando en el momenot. Etc.
9. A veces acudo a la central de autobuses. Y me planto frente a los letreros donde dicen costos y lugares para viajar. Y me imagino que ando por allí, por allá, en todas partes, como vagabundo con desodorante y loción. Y salgo de allí, camino unas veinte cuadras. Miro imágenes que se me graban. Tomo fotos para no olvidarlas y comaprtirlas. Y toda la tarde me la paso compugnido, diciéndome conabarde por no haberme decidido a comprarme un boleto para viajar.
10. Ya estoy frente a la boletera. Y me quedo callado mirandola. Me contagio de su vida que deslumbra y aterriza en miradas con sonrisas. “¿A dónde quiere su boleto, joven?” Me dice joven. Gracias, le digo. Pero no sé a dónde va mi vida. Le digo. Ella suelta la carcajada. Me da un recado que dice: Al portador de la presente, que se digna a cercarse con esa luz de pensamiento, le extiendo el rpesente vale, bueno para un viaje navegable entre sábanas de vela, en mi cama.
11. El poema de Charles Baudelaire: “Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo, que os destroza los hombros doblegándoos hacia el suelo, debéis embriagaros sin cesar.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.
Y si alguna vez os despertáis en la escalinata de un palacio, tumbados sobre la hierba verde de una cuneta o en la lóbrega soledad de vuestro cuarto, menguada o disipada ya la embriaguez, preguntadle al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, canta o habla, preguntad qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj os contestarán: «¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.»
Comentarios
Publicar un comentario