Yo, cómplice de los alumnos inrquietos



1. Cavilo sobre el trabajo escolar. No es lo mismo, como dicen, los tres mosqueteros, que veinte años después. Eso es muy cierto. Todo cambia. Lo que no cambia es la necesidad de afecto en todos. La necesidad de amistad y amor. La necesidad de ser tomado en cuenta. De relacionarse. De sentirse estimado. Valorado. 

2. Con los cinco o seis alumnos inquietos de cada grupo, en las escuelas se pueden hacer maravillas. Se pueden organizar grupos de música. Coros. Equipo deportivos. Club de ajedrez. Club de lectura. Club de ciencias. De cine. De radio. De oratoria y declamación. De dibujo. De fotografía. Y muchos etcéteras. El teléfono móvil no debe de ser repudiado. Al contrario es una muy buena herramienta para toma de fotografías, de videos. Solo que debemos poner atención de vincular la tecnología con el aprendizaje. Y hay muchas maneras. 

2. No digo que sea fácil. A mí se me hace fácil, debido a mi formación normalista y lo que aprendi en secundaria. A los alumnos les gustan realizar actividades que los distingan. Pasitos de bailables de folclor son necesarios. Algo de música es necesario. Algo de curioso. Algo de cuentacuentos. Saber poco de mucho es necesario. Y sonreír. Siendo el trabajo la pasión, se nos ocurrirán mil formas de realizar una enseñanza activa, acordes a los tiempos que nos ha tocado vivir. Cuando trabajé en una telesecundaria vespertina en la colonia Las Gaviotas, recuerdo que descubrí a Fernando con la cualidad de bailarín consumado. Preparamos para una cultural un popurrí integrado por melodías bailables de varias épocas. Y Fernando fue el estrella indiscutible. 

3. Platico mi experiencia solamente. Otros maestros tendrán otras experiencias igualmente válidas. Y me refiero a una certeza: los cinco alumnos inquietos a los que me refiero requieren atención. No los trillados consejos de pórtate bien. Requieren ser tratados como personas, no como probables delincuentes. Requiere uno saber sus nombres, no para llamarles la atención: "Ya te vi, Antonio, que estás molestando a tus compañeros". Sino para invitarlos a actividades nuevas, donde ellos se sienten protagonistas.

4. Me dirán que no se puede, que yo trabajé en otra época. Y tienen razón. Solo que no hay peor intento que el que no se hace. Y si decimos que eso es imposible, entonces será imposible. Yo estoy plenamente seguro que sí se puede. Decía Zigmunt Bauman en "Educación líquida", que en estos tiempos, la enseñanza es como el arquero que lanza la flecha a la "diana" o blanco. Siendo el arquero el maestro, la flecha, los conocimientos e ideas. Y la diana o blanco, el alumno. Solo que si en otros tiempos la diana o blanco era fijo, ahora es movible. El alumno no está de receptor pasivo, porque entonces su pensamiento se fuga a otros lugares. He allí el concepto y el reto.

5. Hace días estuve en una plática grupal. Y una docente comento que no se puede. Que es imposible. Nos referíamos a otro tema. Y saltó esa expresión de total desánimo. Y uno no puede asegurar de que sí se pueda, solo que hay que intentarlo con la seguridad de que sí se puede. No hay mayor daño en las capacitaciones de cualquier índole, que estén a cargo de quienes no están convencidos de que es posible. Les comenté de la Balsa de Medusa, que es una pintura, en la que el autor refleja la actitud de los sobrevivientes de un naufragio. Se dividen en cinco grupos. Los desanimados, acostados en el suelo esperando la muerte; los que, acostados, levantan la cabeza; los semiparados que parecen preguntarse si será posible salvarse; los que están animados con la arenga del líder; y el líder.

6. Si ponemos atención a los inquietos de cada grupo, con un proyecto de participación, el ambiente de grupo mejora. Y el ambiente colectivo en la escuela, asimismo mejora. Si se mantiene la vieja estrategia de abandonar a su suerte a los alumnos inquietos, reprobándolos, amenazándolos de bajarles calificación, de reportarlos con la dirección, de mandar reportes a sus padres, entonces ellos continuarán siendo inquietos sin lograr nada, y siendo repudiados. Qué fácil es trabajar con grupos donde no hay (si hubiera esos grupos) alumnos inquietos.

7. Lo cierto es que algo tenemos que hacer. Si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos no solo los mismos resultados de siempre, sino que serán más graves. Hay muchas distracciones. La música comercial es estridente. Se refuerzan los antivalores. Se anuncia el éxito como un estatus de tener residencias y coches, ropa de marca, e ingesta de licores caros. Se nos impone un estilo de vida en las pantallas, donde la moda es lo mejor, el oro es el de máximo valor. Mi máxima es que si en las casa no los lideran, y tampoco en la escuela, entonces los van a liderar en El Barrio, para motivarlo hacia actividades nocivas y peligrosas para la sociedad.

8. Lo otro es seguirnos quejando de lo malo que está todo, de la violencia que cada vez parece que aumenta en la sociedad. Las notas rojas están en auge para el morbo y consumo como mercancía vendible y atractiva. Y no conectamos lo que leemos, con el trato que les da la institución a los alumnos inquietos tanto en primaria, como en secundaria. Si bien es cierto que los alumnos de estos tiempos son distintos, aprenden más de los medios de comunicación y están expuestos a los llamados influencers, vacíos de ideas. También es cierto que nuestra estrategia en las escuelas debe ser diferente.

9. No estoy descubriendo el hilo negro. Ni tampoco inventando. Y e probable que mis experiencias sean tan solo eso, experiencias personales. Pero parten de algo concreto: el trabajo en el grupo, con alumnos adolescentes, con las inquietudes de esa edad de búsqueda, de curioseo. Edad por cierto peligrosa por las tantas influencias que negativas les cercan. Por eso es preciso, necesario y hasta urgente reflexionar y hacer loq ue esté de nuestra parte.

10. Sin duda alguna coincido con quienes aseguran que la educación es de casa y en la escuela los conocimientos. Si saber eso y coincidir, resolviera el problema, todo estaría solucionado. Pero sabemos que no es así. Es solo una manera de esquivar la parte de responsabilidad que tenemos en la escuela con los cinco o seis alumnos inquietos, quienes quizá tienen un padre ausente por irresponsable o muerte. Quizá viven con sus abuelitos que ya no tienen la fuerza para enderezar los árboles que de chicos se miran que van a crecer torcidos. Quizá son de una familia muy pobre que no tienen para comer por pagar la renta. Y tantas variables están presentes en la conformación del modo de ser de un muchacho que se manifiesta inquieto. Y llega a la escuela secundaria (o niño en primaria). Y en lugar de recibir consuelo en sus cuitas, pomada en sus heridas, recibe el rechazo por no ser "normal", como los demás. Y es cuando vienen los reportes, las acusaciones de que no dejan trabajar.  

11. Y aceptando, sin conceder, que la educación es de casa, y los conocimientos en la escuela. Recordemos que esos padres, también pasaron por nuestras escuelas. O peor: no pasaron. He allí el dilema. He allí el detalle, diría nuestro conocido Cantinflas. He allí el reto.


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