Caminamos entre tumbas

Cíclico. De vez en cuando caminamos entre tumbas. Entre flores secas y de plástico. Leemos nombres y fechas. Vamos en grupo para acompañar. Para recordar nuestro destino del último andén. Donde otros irán tras nosotros para acompañarnos, sin rostros, sin medida y sin palabras. Nos llevaremos los tantos recuerdos a la memoria del olvido. Las imágenes que conformaron la metáfora de uno mismo. De vez en cuando buscamos nuestros rostros entre las tumbas. Para sabernos ciertos en lo incierto. Una nube baja deja soltar unas gotas. Otras veces un sol radiante. Y el difunto nos ignora en lo más mínimo. No existimos más para él. Caminamos entre tumbas y no desfallecemos. Y pensamos en hacernos estudios. Ir ahora sí al médico, a los análisis para saber de nuestro interior. Queremos más vida. Y es allí en el cementerio donde nos llenamos de promesas hacia uno mismo. Miramos rostros conocidos. Maldita muerte. Allí en paz nos dejas porque ya nos llevaste a tu terreno de la nada. De vez en cuando la vida nos lleva entre las tumbas. Un día nunca más. Miramos mientras tanto las flores que lanzan en el hueco. Y poco a poco las lentas paletadas de tierra. Polvo somos. Solo eso. Cíclico.

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