Día para la sonrisa
Todo día es mortal por excelencia mientras haya vida. Preciso por eso subirse a zancos y mirar distinto. Es un decir. La mirada ha de ser elevada. El bien común o algo así. Y la dicha, por sobre todo. Ahí se acomoda firmé la sonrisa. La natural. La que sale de uno mismo. A causa de una estrella fugaz. O el Rocío de mañana en el pasto y flores. O el canto matinal de los canarios amarillos. Afuera por cierto un petirrojo. Yo no supongo a creces las despedidas. Las que son son, las que van van. Una piedra ya no está. Unas canciones vienen, se van. El tiempo, sobretodo. A mi me pasa lo mismo que a usted, canción. Y pétalos de flores en el camino. Y espinas fueron datos que ahora recuerdo sólo. Los zancos ayudan. De preferencia de por sí, solamente la mirada en lo alto, sin descuidar el cardo y piedra del camino. Ayer fue un gran día. Hoy de hecho ya lo es. Todo día es mortal, por excelencia. Por eso debemos Soñar en lugar de dormir. El día, los días. La sonrisa.
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