No olvidar recuerdos ni olvido

No se olvidan el aire fresco de la mañana. Las hojas secas. La pluma del pavorreal. No se olvidan los jóvenes del sacrificio. El puño en alto. La impotencia ante el vacío, la vacuidad. No se olvidan la sonrisa vestida de esperanza. La luciérnaga entre la oscuridad. Los abrazos. No se olvidan el misterio de la vida. La transparencia del agua simple. El ajedrez. No se olvidan el barro, el barrio, el polvo. No se olvidan a los churumbeles con su abril en Portugal. Los duendes. Las hadas. No se olvida la mirada camarada fija en el futuro. No se olvidan el dos. Octubre. Ni las señales de identidad. Ráfagas. Olimpia. Guante negro. No se olvidan el origen. Los guantes de box. El barrio. Los pies descalzos. No se olvidan los canarios. Los libros de hojas amarillentas. No se olvidan el poema que canta el viejo a la orilla del río. El poema XX. No se olvidan los deseos. El hambre de los niños. La tela importada. El tigre y la nieve. No se olvidan la promesa. El hambre de sed y justicia. No se olvida la palabra. La sangre derramada. Sombras nada más. Luces de pasarela. Se decreta no olvidar el recuerdo ni el olvido mismo.

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