Las veces aquellas

Las veces aquellas de los juegos en los callejones y patios de tierra.  De las tardes con las tareas para no quedar mal con los profesores. De cantar canciones acompañados de percusiones con cubetas y simuladoras escobas como guitarra. El frenesí sentido y la emoción puesta en esos instantes donde el tiempo es sencillamente eterno. Las escapadas al canal para bañarnos tritones especialistas en diez metros planos. Y la algarabía como para subir al podium imaginario. La luna y estrellas atentas siempre en esas pláticas en los dominios de la risa y la palabra sagrada. Las veces de las miradas y caminar juntos a veces sin decirse palabras solo saber de ir  en compañía ruta casa y basta. Y la búsqueda de libros para vislumbrar destinos. Aquí estamos ahora esperanzados y con dicha. Las mañanas corriendo en los estadios para alcanzar lo que va quedando más lejos y la satisfacción de salir victoriosos en la soledad. Los primeros besos que no fueron lo que esperábamos aunque para ser precisos sí, y nunca suficientes, la sed. Las cartas escritas aderezados con versos robados, besos enviados, perfume adherido loción lavanda. La primera desvelada hasta el amanecer en escenarios de ópera y miel discursos donde brotan flores. Y el descubrir sentidos musicales en el roce anhelado. Somos siempre polvo, conciencia de estar provisionales. Las veces de las despedidas en los andenes, centrales de autobuses. nadie te espera, nadie, en la ruta que fue quedando como alternativa. Una flor, un poema, un libro, un disco.  Y Sabina sigue en esta esquina. Y Serrat sonriente le hace señas desde la otra en el ring de la vida. Ángeles de la guarda. Las veces aquellas. Son las mismas de ahora. Y siempre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

De cartas

¿Por qué así, señor periodista?