Nos piden

Nos piden datos. Señales de identidad. Claves de estado. Visiones de estadios. Nos piden colores afectos. Y canciones recurrentes como los sueños. Nos piden número telefónicos. Y certificados de buena conducta. Nos piden tres referencias y cuentas sin cuentos. Libros leídos. Nos preguntan si sabemos del conejo y la zanahoria. De la trnasformación del pez blanco en el amarillo pescado. De las frecuencias de radio. Unas fórmulas para la felicidad. Nos piden tarjeta de vacunación. Si tenemos las píldoras contra el insomnio y la rebeldía ante las injusticias. Cuatro fotografías infantiles.  Si sabemos las rutas de salida. A quién llamar en caso de locura extrema. Si tenemos en regla nuestro seguro de muerte. Si compramos cachos o serie completa de lotería para el sorteo de la independencia y la revolución. Si sabemos de los toques digitales. En dónde estuvimos el día del terremoto y del derrumbe del muro de Berlín. Y si sabemos la historia de Merlín y del Gato con botas. Si soñamos o no. Si sabemos que un día seremos polvo. Cruenta batalla perdida contra el inexorable tiempo. Me piden que me aparte de las flechas de Cupido. Y  firme que todo lo de Atenas includos la griega intelectual  vendedora de libros y los diálogos con  Diógenes son mentira o sueño, que es lo mismo. Y eso para pensarlo. Gracias. Filosofía de la calle, por donde pasa con prisas la vida.

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