Día de la poesía

Me dicen, me cuentan, me ilustran, que hoy es Día de la Poesía. Bien. La he leído inmerso en las ensoñaciones de las tardes. Las sonrisas de los niños. Luna luminosa. Desde ya buscamos rimas sin encontrarlas. Y luego aparecen sin esfuerzo. Yo escuché sin fin y absorto a los declamadores en concursos escolares. Y me hacían llorar con La Chacha Micaila; Los Motivos del Lobo; o Por qué me quité del vicio. Yo hacía mi esfuerzo por participar. Y buscaba poemas chiquititos. Y aún así sufría mi memoria por fijarlas. "Para que los leas con tus ojos grises, para que los cantes con tu clara voz...". Y seguí en esa ruta de buscar poemas como peces para sentir en carne propia qué se siente ser poeta. No lo sé.

Una niña sonreía. Una muchacha escribió un recado con corazón. Una mujer escribía cartas. Otra os trascendió. Y yo me sentí volar por si las dudas. Allá andaba entre las nubes. O buscaba caramelos para repartir en los conventos. Y a cambio me daban libros. Y también llegue a burdeles a predicar la palabra de la literatura. Organicé con ellas Talleres de lectura. Algo sucedía en mis adentros. Un torbellino.

Cuando escribo sobre piedras me llaman materialista. O escribo cartas al mar para nadie. También corrí bordeando los jardines. Y pasaba por el frente de tu casa para ver si te miraba. Y nada. A veces recorto poemas de los diarios. Y dependiendo del tema, los reparto como si fueran flecha. No sé. Me gusta que celebren los poetas el día. Algo hay de poesía en toda la filosofía y astronomía. Y en el habla y vida de la gente. Vibra el material de lo que estamos hechos. La humedad preludia ríos que van a dar al amar.

A veces los poemas andan ayunos precisos de vida.


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