Tiempo único
1. De niño yo trataba de brincar al mañana. Y al no poder, trataba de hacerlo al pasado. Solo un brinco y nada más y estar en otro tiempo a diferencia del resto. ¿Qué haces?, me preguntaba alguna vecinita de mi edad o algo mayor. Y yo le decía sin ocultar nada lo que estaba haciendo. O mas bien tratando de hacer: "Quiero brincar al mañana o al pasado", y se reían de mí. Pero eso a mí no me molestaba. Al contrario, les invitaba a que trataran de hacer lo mismo, y terminábamos besándonos. 2. Allí, luego de varos intentos me di cuenta que el mañana ni el pasado existen. Que todo eso está en nuestro cerebro, en nuestra mente. Que es construcción de irrealidades. Cuando brincaba al pasado o al futuro, caía inevitablemente en el mismo lugar: el hoy. Claro que hice varios saltos. Los hice lo mismo en el patio de atrás de la casa, que a la hora del recreo en la escuela. Los maestros se nos quedaban viendo, entre riendo y serios. Se escandalizaban con mis conclusiones infantiles: &quo