¿Prefieres el ojo triste al alegre?
¿Prefieres el ojo triste al alegre?
1. ¿Que por qué escribe el que escribe? Si hablo por mí, porque es como terapia. Es como exorcizar los demonios del hastío. Es como sentir que algo es mío, aunque sean solo palabras escritas en una hoja o pantalla. Más ella del tema, del estilo, de las ocurrencias. Si alguien hay que me lea, yo le sigo. Y me pregunto ¿Y si nadie me leyera? Si eso sucediera, soy yo mismo el lector. Pero me hago trampas a veces. Y escribo cartas que mando. Así aseguro un lector cuando menos.
2. Nunca me he preguntado por qué leo. Pero tampoco tengo respuestas. Sería muy pretensioso o de pose decir que porque soy de esa especie a la que llaman humana. Quizá leo porque descubrí desde la escuela primaria que las palabras escritas remontan a imágenes. Es algo mágico y misterioso la manera cómo la palabra conejo escrita en una hoja de manera directa dibuja en la mente un conejo con todas sus formas. Y si leo que diga "el conejo corre con una zanahoria acomodada en su oreja como un carpintero el lápiz", es como una película que voy viendo. Y vaya que se trasladan vivencias con movimiento y aromas de la palabra escrita cuando es leída. Luego se pasa a imágenes creadas, como sirena, unicornio, amore, etc.
3. Leer y escribir son dos caras de una moneda, que pueden hacer lo imposible: separarse, lo cual en la moneda es por naturaleza imposible. Se puede ser lector consuetudinario y no escribir más que recados en casa o el trabajo. Y no escribir de manera permanente como enfermedad que no tiene cura. Pero el oficio que se escriba en la oficina, siendo lector, sin duda nos quedará mejor. Yo lo sé de cierto. Y no se diga las cartas de amor, o que pretenden, entonces causan el efecto que se requiere, como un bebedizo que logre sus efectos a manera de filtro de amor.
4. ¿Que por qué tomo café? No me lo pregunto, como no me pregunto sobre tantas cosas. Simplemente como vicio, quizá. Me levanto y en automático me preparo este brebaje. Ya hasta me parece mirar la cara de la guapa doctora ante mi respuesta. "No debe tomar en demasía, sino con medida, Don Antonio". Y yo le hago caso, con vasos de capacidad para un cuarto de litro. Que es medida más grande que la estándar de la taza para normales, o la tacita cubana que es para un poquito, pero bien intenso.
5. Y las preguntas pueden seguirse haciendo. Es bueno preguntarse de cosas. Es una manera empírica de filosofar, perdón por la palabra para nada pretensiosa. Las preguntas nos ayudan, con los ensayos de respuesta, a quitar la mala hierba del pensamiento. Me acuerdo en el despertar en una casa de un amigo ya hace años. Y preguntar ¿qué hago yo aquí? Pero también preguntar en la existencia ¿qué hago yo aquí? O el sentido de del ser y estar y cosas por el estilo. que aunque no encontremos respuesta en nuestros miles de años de existencia (digo la especie), nos permite la aventura del pensar, que ese ya es parte del sentido de la existencia humana. Tú y yo, y los demás pronombres singulares coincidir en el colectivo nosotros.
6. Las preguntas son base del aprendizaje. Recordemos el niño que a los tres años empieza su aprendizaje con preguntas de todo tipo, sin descanso para los, muchas veces, abrumados padres, que ya no saben qué hacer. Y luego en la escuela siguen preguntando, que a los buenos maestros les gustan esas ráfagas de preguntas, porque muestran interés de aprender, pero a los cansados maestros les fatigan más y les dicen: "ya deja de preguntar e investígalo por tu cuenta". O los padres con sus prisas: "ya deja de preguntar, que molestas". Y el niño se va ensimismando y truncamos ese afán. Luego nos quedamos.
7. A mí como maestro no me molestaba que preguntaran. Es más, yo los estimulaba. Y a la vez les preguntaba sobre el por qué de la esclavitud antigua. Y cómo identificamos la esclavitud moderna. ¿Y el humo que se desprende de las fábricas? ¿Qué es el progreso? Y si es lo mismo valor que precio. ¿Qué diferencia hay entre el amor y la amistad? ¿Y si la pobreza es un destino? ¿Cómo se hacen los caminos? ¿Las carreteras que se construyen son para facilitar la vida a los campesinos, o es para que hasta allá llegue con facilidad el veneno de la Coca Cola, y saquen las maderas preciosas. Y ellos a la vez preguntaban que si Dios existe, el porqué de las guerras, y si él lo permitía. Claro que en esos temas de religión yo era muy cuidadoso, por las reacciones de los padres.
8. Yo sé que la ciencia lo explica todo, y lo explica a su modo, con pretendida autoridad de por siempre la verdad, lo cual sabemos que tiene asegunes o bemoles. pero es maravilla el encendido de la lámpara del entendimiento. O la semilla que desde lo oscuro del bajo suelo, se levanta ayudada por la humedad, los nutrientes y la tibieza del sol. Es maravilla la vibración de dos cuerpos con sus respectivas almas que como imán se atraen sin más explicaciones que el instinto, para esa fricción pedernal que genera chispa. Por lo tanto, creo firmemente que debe haber algo más de vibraciones o química para lo físico.
9. ¿Y esa manera eléctrica en que los millones de neuronas se comunican para dar una palabra lo más precisa, o un movimiento del brazo, o el dibujo fino que se ilumina con colores hermanados en contrastes, saturados, difamaciones o degradados. O esa respiración que hace viajar el oxígeno por todo nuestro sistema; o la separación de nutrientes en lo que sirve y lo que no. O ese mirar hacia lo alto y mirar la luna e imaginar que hay algo más que este valle de lágrimas y risas escondido como planeta giratorio en la galaxia entre mucha otras. Y la ciencia natural o social tiene fórmulas estandarizadas para, como autoridad, redactar "encíclicas papales", pretendidas verdades mas certezas, de por sí demás está escribir lo de infalibles. Y el pensamiento de razón dice "pero debe haber algo más".
10. Y no puede faltar la pregunta de y ¿para qué las artes? Y puede haber muchas respuestas. Pero ninguna escapa a eso de andar en cuatro y pasar a dos en el caminar, y erguirse, allá de cuando los orígenes del hombre, que dejo la huella en las paredes en esos dibujos de caza y amor, flecha dirigida al bisonte, y el tocar tambores imitando palpitaciones del corazón, al ver encendida la hoguera, y saber que las fieras se pueden alejar, pero se dio cuenta que también era alegrarse entre sí, y mover los pies al ritmo de ese tam, tam. Y si me preguntan del guiño o la sonrisa, o ¿por qué el ojo alegre? Entonces una respuesta al paso, es que prefiero el ojo alegre al triste. Y sé que hay algo más.
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