Huarache de mente brillante



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Huarache, de mente brillante
1. "Soy Huarache antes veloz", dice. Es Jorge Enrique, el rey del monólogo inteligente (así lo bautizo). Yo lo vi en otra mesa del café Parissi Cafeteria y me acerqué a saludarlo. Luego de unos minutos se acercó a la mesa a donde yo estaba. Y dijo a Mario, pudiendo decirme a mí, que le invitara un café y que haría lo que Mario dijera. Sea que se estuviera en silencio o hablara. Y habla. Mario, artista plástico, le invitó el café peticionado. ¿Por dónde empezar el monólogo del Huarache? Por donde uno lo empiece siempre tendrá la característica del buen decir, sacando anécdotas hilvanadas de una cantera al parecer inagotable. Uno lo interrumpe. Él escucha el paréntesis. Y sigue. Porque además se da cuenta que hay deleite en lo que va diciendo.
2. "Mi papá era de Tampico. Tenía una pollería. Mi mamá era de modales de la alta. Entonces yo prefería comer con mi papá, porque era disfrutar la menudencia guisada y comer de la manera que uno quería, haciendo el ruido, mal sentado, y sin utilizar cubiertos. Caso contrario con mi mamá. Que siéntate bien, que no hagas ruido al masticar. Que esto, que lo otro. Y así yo prefería comer con mi papá". La plática creo que había iniciado porque estaba sin empleo. "Soy un desempleado". Huarache Veloz para la palomilla. Jorge Enrique Rodríguez cuenta que es programador de sistemas. Y que desde hace nueve años tenía concesionado uno de sus programas al Ayuntamiento, pero que lo habían despedido, y que le habían copiado su modelo de programación. Y va a demandar su derecho de autor, porque tiene registrado como autor, como creador, ese y otros programas.
3. "Me invitaron a dar una conferencia. Y eso a mi no me gusta. Lo solemne. Una plática sí acepto. Cuando mi amigo me llevó el oficio firmado por el director donde se me invitaba a dar una conferencia. le dije: ni madres, yo no voy. No seas así, me dijo. Y pasó por mí y me llevó en su auto. Y allí me ves frente a un grupo de chavas y chavos. Las chavas en los asientos de adelante. Y les sorprendió cuando les dije de mi historial de estudios. Sin kinder, primaria y secundaria hasta segundo grado. Solo eso. Y ellos se sorprendieron, estaban así, con los ojos abiertos sorprendidos. Y les dije que aprendi de la vida jugando diez horas diarias de billar. Pull no, carambola. Y no cualquier tipo de carambola. Porque para hacerlas se requiere conocimientos, práctica, técnica. Y diez horas diarias de ajedrez. Pero ese ya no lo practico. Jugué mucho ajedrez de ping pong. Son duración de 2 minutos. "¿La jugada?" ¡Noooo, el partido!. Les hablé de que yo he aprendido mediante la sinapsis. ¿Saben qué cosa es eso?..."
4. Escucho al Huarache, y me parece que voy manejando y escuchando un audiolibro. O lo escucho y me imagino el texto escrito. Literariamente sería un genio. Peor no escribe. Su pelo es completamente cano desde hace mucho. Y también lo conozco desde hace muchos años. Sobretodo en grupo. Toma la palabra y no la suelta, para deleite nuestro. Luego sus compañeros de mesa tratan de cambiar de tema. Me refiero a los de hace años. Y él disfruta escuchar, pero luego retoma de nuevo la palabra. "El director de la escuela donde di la charla se espantaba, quizá pensando que le iba a bajar la matrícula, porque yo estaba alabando el aprendizaje de fuera, sin ir a la escuela. Y al final me dieron un cartoncito de reconocimiento."
5. Al conocer a Huarache desde hace muchos años, escuché que era el Huarache Veloz. Pero luego al verlo muchos años después, ya lento al caminar, el pelo blanco, y saludarnos como siempre, con esa bonhomia de él que le caracteriza, le dije: "Antes veloz". Y él sonrió. Y dijo: tienes razón. Antes era el El Huarache Veloz, pero han pasado los años. Soy ahora El Huarache antes veloz. Como recuerdo de los viejos tiempos y al realidad con el paso de los años. Quizá él no se acuerda. O me confundo y fue Ricardo quien se lo puso y yo lo repetí. No es lo mismo Los tres mosqueteros que veinte años después. Veloz ya no es ahora. Su brillantez se ha incrementado.
6. Yo era el de la escoba y me acercaba a escuchar a los genios en una mesa de café. Ellos formaban parte del Instituto de investigaciones Nucleares. Uno de ellos, que era el mejor, me dijo que me quitara. Conocimientos gratis no. Y me quité con pena. Pero seguía llegando. Hasta que dijeron vaya con tal persona. Y yo fui. Anda yo con playera del Che, huaraches, mezclilla relevada. Y entré. "Ya comiste". "Ya" Y yo tenía mucha hambre. Cuando vi que sacó dos platos y para servir no utilizó cucharón sino su mano. Metia la mano. Y ¡ay, no!, me dio asco. Me dije no voy a comer. No podía. Entonces él me corrió y me dijo: "si no vas a comer te vas". Su madre, que era muy elitista, le había dicho ¿cómo invitas a este?, viendo mi vestimenta. Pero al escuchar que me corría su hijo, se retractó y dijo: "yo no crié hijo que humille a las personas. Y me pidió que me quedara. "Y qué te dio ella de cenar?" "Nada" esa noche me fui a dormir con hambre.
7. Yo lo escucho como cuando se escucha a Luis Miguel, en este caso como un satndupero, pero no el de la charla común y facilonamente que hay reír, sino el standupero de la élite académica, el que muestra superioridad en los temas, pero no como alarde, sino como un venadito que anda en el campo, pero venadito que ha aprendido en la vida, que es genio comprendido, que ha logrado unir conocimientos de distintas áreas y las aplica en programación. De allí los programas de su creatividad que tiene registrados y que ahora le plagian, dice, en el ayuntamiento. Y anda buscando un abogado que sepa para que le inicie la demanda. Aunque ya me desanimó el Poeta, que me dice que no voy hacer nada con la demanda.
8. Yo lo escuchaba y muy pocas veces lo interrumpía. Había que picarle el orgullo. Desafiarlo. Le pregunte que si había leído "La conjura de los necios", de Jhon Kennedy Toole. Su forma de ser y su inteligencia me remontó al personaje principal de esa novela. Cuando me decía que era el de la escoba y aprendió ciencias, sobre conectores y mucho más, le dije que era como el personaje de "una mente inteligente". también me acordé de la expresión "preferiría no hacerlo", por la actitud del personaje, displicente, en "Bartleby, el escribiente", de Herman Melville. Porque eso es el Huarache Veloz, un personaje de la literatura que anda entre nosotros. Él niega haber leído tanto uno como otro. Porque en todo caso Huarache sí prefería él hacerlo.
9. "Has aprendido en la universidad de la vida", le digo como frase común. "Es muy cursi esa expresión, pero sí", acepta. "¿Qué sabes hacer?", le pregunto el jefe de 23 años. Huarache tendría 19. "Se hacer casi de todo: desde matar un pollito hasta un búfalo. Barro. Trapeo. Pinto. escribo. Cocino. Corto madera. Hago papalotes..."¿Manejas computadora?" "Sí; acepto" Y le pusieron frente a un computadora. Su jovencísimo jefe se encargaba de dar mantenimiento a toda la red de gestiones digitales al gobierno del Estado de México. Y yo aprendí a darme cuenta de las conexiones de los conductores. de tal manera que cuando fallaba en algún municipio, me mandaban a mí. Y me daba cuenta que casi siempre la solución estaba en conectar algo desconectado. Y así me nombraron supervisor de conectores digitales. pero les dije que iba a arreglar algo, siempre y cuando me dieran mi nombramiento como tal. Porque yo velaba era el de al escoba, y el del mantenimiento en los equipos digitales. Y si me dieron el nombramiento.
!0 "Me decía Grajeda (el poeta) que escribiera. pero le dije que yo no escribo". Fue su comentario cuando le dije que él era un personaje literario y que su plática es completamente literatura oral. que no necesita escribirla. Que los personajes d ellas novelas, relatos o cuentos no necesitan escribir lo que dicen. Que eso lo hacen los escritores. "Qué, quién cumpleaños", me pregunta cuando mira que llegan otras personas a nuestra mesa, que ya para eso eran tres mesas juntas, con alimentos, botanas y bebidas. "Es el cumpleaños de Jesús", digo. "¿Qué Jesús?", indaga. "El niño Jesus de nzareth", le digo festivo para decirle que es algo así como posada de Tr3s Soles, colectivo cultural. "Me quité en el momento menos indicado, verdad". Porque se haba regresado a la mesa donde estaba cuando yo legué. Y ya en despedida me dio su número telefónico y quedó de enviarme un video de Teo González, el cómico, donde se refiere a la Navidad. Nos despedimos. Yo con ganas de seguir escuchándolo.

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