Matamoros

Esta ciudad es un poema. No por su belleza intrínseca y veces escondida. Ni por su fealdad bella, rara, extraña. Sino por la sonrisa de su gente atribulada. Feliz y atribulada. Que testimonia el paso de los días. Con la mirada puesta en otras partes. Esta ciudad tiene sus cementerios de automóviles. Sus lugares variados de comida rápida. Sus extensos campos de sorgo y algodón. Su trajinar a diario en el cruce del río. Sus maquinadoras monotonas y cañadas. El Norte es la estrella del mago oro con sus luces de neón. Esta ciudad canta a todas horas con  música de acordeón y bajo sexto. Súbele al volumen, paisano, que está cantando Ramón. Que Rogelio Lara está entrenando en el Auditorio. Que Carolina estrena obra. Que Rigo Tovar y Javier Passos tienen hoy un mano a mano. Recorremos sus calles como transitar memoria. Y fantasma buscamos fantasmas que andan en otros pasos. También camino por la arena de su playa Costa azul. Y recorro la Roberto guerra, antes César Augusto Sandino. Calles de paz y polvo. Paredes con huecos de sin razón. Regale abrazos se reitera en el decir. El café París es sede de la amistad. Monumento a la palabra que se dice tranquila. Acompañe café con pan.

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