Retrato hablado

Absorto en las campanadas para el ring. Inspiran boxeadores, y al ring de la vida. De poco sirven los rounds de sombra. Eran otros tiempos aquellos pero en el fondo son los mismos de ahora.  La niñez y el dulce imaginado. Los libros y los discursos para cambiar al mundo, por otro más habitable. Tomo fotos al  orador y le guiño un ojo. Y es como un retrato hablado. Recuerdo aún el quebradero de cabeza con el mentado cubo y el álgebra. Ya ves, el tiempo es nada sin la conciencia del polvo que danza oblicuo entre el viento y la nada. No es asunto de fiestas con traje o frack. Camisa sencilla de cuadros y mezclilla dura. Eso sí, que no falten las canciones donde se escriben las autobiografías de la memoria. Hay razones de peso, y esos años de luz, con sombra, claro. Sigo escribiendo. Sigamos escribiendo.

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