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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Al margen

Al margen de las palabras y los silencios De los saltos sin malla y sin paracaídas. A pesar de los idilios rotos y esperanzas contenidas Al margen de las dichas y desdichas En contra de los buenos modales y protocolos Embebido en razones sin ruta ni futuro posible por ahora Con las tuercas y tornillos del mundo sobrantes y flojo uno mío, propio Con la intención de seguir probando para ver si ahora sí Inundado de reclamos y miradas piadosas Con mi oreja aburrida de escuchar ruidos de coros vacíos de ideología Con la sin razón en contra y los ríos internos desbordados Busco en hojas de papel espacio donde reposar por cuando el fuego

Los autos

En colapso sobre ruedas amanece la ciudad, los autos en el tráfico. Que horror la bicicleta, los patines del señor, que no del diablo, ni se nombre. Y qué preocupación quede afuera a la interperie, mejor quito mi sala y acondiciono de garage. Por decir algo, que no creo suceda. Y transcurre el tiempo y las vidas. En interiores de los autos confortable clima. Los abrazos, las manos inquietas. Y discusiones también que no terminan. Para mirar tras el cristal de la ventana, lo gris, lo negro, el hambre, la miseria, y volver mejor a la canción de moda. Y tratamos de tener el más confortable, el más grande, el de más "caballos" de fuerza. Y modelamos junto a él para subir fotos al espacio. Y todos nos miren arrobados por el auto, no por lo que uno es, y ponen me gusta por la magnificiencia de la lámina con su diseño aerodinámico, qué color, qué finura. Y en su ruta por amplias avenidas, carreteras y caminos vecinales, luego de distancias corridas entre el polvo y la lluvia ácida,

Indiciado

Indiferente, el público observa al indiciado atento para ver los pormenores. El fiscal indiferente como roca, interroga por la rutina de los casos. "Diga el indiciado si sabe de qué se le acusa. Ese cabello descuidado. esa mirada perdida en la penumbra. Ese rostro que no oculta su origen por destino milenario. Ese callejón oscuro donde no hay luz ni cuando amanece. Que diga si tiene coartada para saber dónde anduvo antes de su nacimiento y sabe si será algo, alguien, luego que fallezca. Si sabe de los objetos que traía o los que se llevará, esa pobreza acumulada por siglos. Si ha hecho inventario de melodías donde se hace la crónica de su existencia. Si encontró alguna señal o dato en los libros. Si tiene recortes de los periódicos donde se ensalza o calumnia su nombre. Huellas digitales pergreñadas, muescas donde se anotaron las caídas. Que diga si estudió las rutas de salida, si planeó, si practicó sobre la vida en la ruta inequívoca del polvo".

La de la voz

Que diga la de la voz si el canto de sirena es propio o aprendido. Si es cover de canciones de la edad media. Que diga si el viaje por pastizales, cruce de fronteras y desiertos forjaron su espíritu. Si cree de las culpas milenarias y de los espejos rotos. Si cree en los gatos negros que se cruzan bajo escalera y la mala suerte o el mal de ojo. Que diga por qué escobas de todos los tamaños tiene como fábrica en el patio de atrás. Que diga de los distintos colores del arcoiris. O si la luna o las nubes. Que diga del infierno y el cielo y si hay historias por guardar. Que hable sobre la tortuga y Aquiles cuando la santa inquicisión. Si las flores negras o las serenatas con rocío fueron culpables. Si el libro tal por cual o la biblia simplemente. Si los métodos para adelgazar funcionan aún en los espíritus altos. Que diga en qué página, de qué libro está escrita la culpabilidad de ser en los sueños, sólo sueños. Esta es mi culpa, mi grande culpa. Firmo al margen de todas las hojas, por to

El de la voz

Que diga el de la voz si llegó primero o después. Si escuchó decir una palabra y cuál era. Si levantó la mano para pedir la palabra y cuál fue la respuesta. Si ya era oscuro o había claridad y qué tanta. Y si sabía de la muerte como fin y principio. Y cuál fue el sueño mejor, recurrente. Y cómo supo, quiénes le dieron versiones. Y si estas coincidían. Cuántas mentiras por minuto es capaz de decir. Cuántas naranjas tiene el árbol de peras. Y si nació, diga el de la voz, la parte de su culpa, que la reconozca, al fin.Y si está satisfecho con lo que hizo. Un puente, camino, un libro, un vaso de agua. Todos escuchan atentos al fiscal. La mosca vuela sin hacer ruido, ni leve. Sabe que el juez universal la sacaría de la sala nomás porque sí, por quejas de lo inútil que es.

Escrito final

Borramos mucho. Quitamos palabras y las cambiamos por otras. tenemos la idea clara que no se refleja como queremos. Seguimos revisando. Y pasan las horas. Los días. Y volvemos a leer el texto. Y lo mismo: movemos un punto, quitamos una coma. Cambiamos nuevamente palabras. Todo un enunciado lo quitamos para ponerlo en otro lugar. O lo quitamos. Finalmente nos encontramos con una resolución final. No nos gusta. Hacemos bollito la hoja y la tiramos al bote de basura. Y empezamos de nuevo el ciclo. Borramos mucho. Quitamos palabras, las movemos del lugar. Hasta que al fin quedamos satisfechos. Y decidimos entregarlo para publicación. Luego lo vemos ya impreso. Y le volvemos a encontrar errores. La vida es el proceso. La muerte es estar satisfechos con el texto final. Y no hay vuelta. (Corregir)

Borrador

Todo tiempo es el mismo. Ni gran ni menos. Virtud sabia, conocerlo, reflexionó Leduc. Punta de alfiler como decir montaña, digo. Nada cambia. Nada sucede. Cuando iniciamos en ese cercano día, fue siempre como decir aprender para el ser. Imperó la propaganda del tener. Y uno camina a tientas. Ciego de la vista no, sino del entender. A eso refiero escudriñar. Máquina del tiempo, de la memoria, del big ban. Y entre tanto brinco, estando el suelo parejo, quedamos donde mismo. La vida, borrador fiel para único ensayo final.

Diferencias

Que si el acento en esa sílaba o en otra. Negro o azul. ¿Y por qué de ese color? Poesía o prosa. Y se encausa la discusión por las nubes y el polvo, por el pasado o futuro. Gritos, sermones, en el plano y en la montaña. Es rara esa forma de ser persistente. Como buscando aplastar, consciente o no. Como queriendo minimizar que la viga va en el propio y no la paja. Y buscamos referencias en libros del siglo pasado para estudiar protocolos y cánones. Para dar opinión más certera. No recuerdo  el lugar, el sitio exacto, como buscar un tesoro. La gota. Vinieron los vientos y la lluvia y renovó el ciclo. Habrá de verse. Me siento bien fuera de mí. Mi casa, en la parte de calle callar. (Corregir)

Al tiempo

Al tiempo podemos invitarle un café. Y dejar que se detenga con parsimonia para escucharnos. Y luego se irá sin prisa dejándonos en la mesa, solitarios.  Podemos tratar de entretenerlo con cuentos. Y hará como que nos escucha y seguirá su ruta. El tiempo impone su condición como dictador suave, irreverente. Persiste aún en la desesperanza personal y en la esperanza. No mide consecuencias, se desbarranca, apura y se detiene. No cuando las fotografías, por supuesto. Ni lleva listas. Y ni se acuerda si escribimos una relatoría de nuestro paso. Falsas crónicas donde tratamos de fijar momentos. Somos los árboles del camino. Que permanecen detenidos y al parecer pasan raudos desde la velocidad del auto. Encendimos el estereo para entretenernos. Y las canciones pasaron de moda. El tiempo, el inasible, el que está y pasó. Es hora de dormir. A la vez hora de despertar.

Al filo

Al filo, en la espera de ser utilizada, la navaja brilla en la noche de luna llena.  Como la vida, en situaciones así. En medio de discusiones estériles, palabras agudas. En el fondo del río, apenas sosteniendo el aire por segundos. O en caída libre desde cierta altura. En autos a gran velocidad por carreteras. A punto de cerrar la tienda. Al último minuto que dicta la convocatoria como cierre. Tratando de seguir cuando se impone el rojo del semáforo. Entre la niebla y la tiniebla. Y soñar que siempre habrá tiempo de sobra. Al filo siempre, a la orilla, en el margen. Buscando la mejor palabra y encontrando que no hay palabras mejores, sino necesarias.

Bestia

Soy exactamente lo que parezco. Asolo el área de los humanos normales. Deje usted que se tengan algo de afecto, porque, de verdad, ni será mucho forzar para que entreguen mi constancia: título de bestia civil. Me gusta la música y la fotografía, digo para congraciarme con el eco, por eso lo de civil. ¿De qué hablan? Sobre todo habrá de verse en el balance, dicen los del foro. Y mientras, la bestia arrasa. Se concede el uso de la voz. Yo, bestia. Callo, empedernido, aparentar sumiso, acorralado. Se sabe como con el pie en el trasero, en todas partes, más en la ciudad. No hay de otro mundo la solución. Desgañiten por el futbol. Mátense por las ganancias. Adoren al becerro de oro. Todos tienen razón e interés. Todos, en todo caso, tribulaciones tienen. Aúllan: quememos a la bestia. Lo que de maldad hay dentro de mí. No rezo. La vida escurridiza, conejo con filosofía propia. Es conciencia del ser, o de ser.

Escúchadme

De poca monta el  tiempo para llegar al polvo. Al fin arreglar el árbol torcido, el edificio derribado, el camino y el cauce del río, desviados. Necedad en la esperanza. Nada reivindica el error, o el temor. Por eso el perdón anticipa represalias peores. A ver. El músculo disparado, muestra que algo interno lo disparó. Más aún, perdón, si el culpable soy yo. Pronóstico local: truenos. Barruntos de lluvia para mañana. A mí mismo me pregunto sobre la melodía Un hombre y una mujer. Correspondencia biunívoca. El cóncavo real y el convexo real, también. Y la respuesta: Francis Lai, para la película homónima. En la música nunca se percibe la palabra perdón. Pero sí, debe ir, y más si yo me muero mañana. Escuchad la voz del corazón. Este demonio azul es el que habla.

Horas

La vida, cúmulo de horas sin medida de tiempo. Ni reloj o distancia. Horas de mi madre y padre en esa mezcla de tranquilidad y tribulaciones. Las del barrio donde quedaron las risas por el juego y pasmo por lo cruel del invierno. Y las hojas en el caer y brotar en el eterno retorno. Horas plenas donde se reunían muchachos bajo un árbol para descifrar las imágenes del futuro. Quién, qué. Íbamos a la estación de tren. Y presentíamos en esa edad el trajinar de nuestro futuro. Era un camino más largo. Ya habíamos andado en el campo local. Polvo en las tardes, el billar. Mirar las nubes. Caminos de otros momentos, horas de los pasos surcar tiempo. El saludo. Las invitaciones para la plática con el agua fresca bajo la sombra de generosos árboles. La vida en horas por carreteras interminables escuchando música. Por páginas donde la palabra proporciona luz en el circular de la sangre. Dicen que, antes de la muerte, el hombre recorre en segundos la película de su vida. No es el caso aún. Hay qu

Circo de ciudad

Me escurro en la niebla de tiempo en el que el cuervo reina y abre sus poderosas alas para no dejar que entre un rayo de luna. Circum.  Fosforecencias en el recuerdo. Flores negras. Días entre planos grises donde todo esta dicho y previsto. Escribo la palabra absurdo. Y aparece el crítico que escribe ditirambos oficiales y gestiona sus obras completas. Es momento de alzar la voz dice el enano y levanta la mano donde nadie lo mira y termina la función en el circo. Sigue el payaso de oficina, con sus zapatones blancos y su espada de niquel y saca su tarjeta de banco y la cuelga en cuadro de pared. Luego el faquir gordo que anuncia bajará con dieta cincuenta kilos para acostarse sobre los vidrios. Y el malabarista de la casa de bolsa, y dice juguetón dónde quedó la bolita. Y el escarabajo con cabeza de hombre que fue castigado por desobedecer a Dios. No si el paciente en siquiatría escribe sus memorias. es tiempo de vals. Un, dos, tres. (corrregir)

De madrugada

El pensamiento gira, de madrugada. Revoluciona en recuerdos y proyecciones. Falacia. Lo concreto es el día. Ya es de mañana y este café... Decía, de madrugada la furia de Dios, el tremebundo rechinar de sus dientes. Tronar sus dedos. Patear las nubes. Lanzamiento de piedras siderales. Roce de pedernal del universo. Rayos, truenos y centellas. Alumbres y vislumbres. Y la lluvia permanece. De mañana rostros en prisa rumbo a acomodar cajas, limpiar polvo, apretar tornillos, contestar el teléfono, vender, comprar. La vida sigue y pasa como si nada. Por doquier letreros de venta o renta. (Falta y corregir)

Hoy no

Hoy no circulo, perdón, perdón. Me canso de la vida y la muerte. Aridez fecunda la palabra esta tarde gris, monótona. Cada dato se deforma con la gota de agua o el cristal. No hay libro que consigne historias de amor. Teléfono roto, línea ocupada. Humo y humus. Ruido de ferrocarril. ¿Viene o va? Solo quien permanece por generaciones sabe el rumbo del tren bien por el ruido, bien por la ruta del aire. Saquemos sangre o agua de las piedras. Es posible. El niño pide a su madre le compre un dulce. La madre siente el jaloneo en los nervios, la pobreza en el extremo.  Paréntesis. Los muertos queridos ya se fueron. Los soñamos, nos sueñan. Y la memoria se desvanece poco a poco. Buscamos fotografías en sepia o blanco y negro para reconstruir la película. La historia es un pájaro que deja huellas falsas en el camino para nunca volver en el momento preciso. Hoy no canto.  Hoy me niego a ser fardo. Me niego a contar las miserias de mi alma. Al aire mis vísceras. Este soy yo. Abomino. Por eso hoy

Yo, Carlos

Escudriño en el pensamiento del qué, para qué y por qué. Intento saber exactamente del origen y las rutas para llegar al final. Y nos llenan de ideas tan más cual descabelladas, mezcla de mitos y soledades. Choques de estrellas, desprendimientos. Y nos dieron datos el ajedrez, el oráculo, las cartas del Tarot, la sibila y hasta  la ciencia concupiscente de la gitana. Teorías, hipótesis, dilemas, yuxtaposiciones de datos. Calcas al carbón de la estupidez humana. Al fin cada quien, en ese albedrío libre según, dedicó su tiempo en cruzar mares, navegar ríos, buscar el vellocino de oro y El dorado. Y el hombre se transformo en lobo del mismo. Reyes subieron al trono y luego abdicaron o quedaron sin cabeza en parques públicos. Y se declararon guerras entre todos aduciendo luchar por libertades ajenas y por rancias ideologías del martirio. Aquí, desde la habitación 5. Yo, Carlos Castañeda.

Qué haremos hoy

Llueve y es tarde. El día se esfuma con la imagen de nenúfares. En la mente, claro está. Allí el frescor de la tarde, la flor, el agua. Pantano, maravilla natural. Por la ventana pasan autos rumbo al mercado que es toda la ciudad. ¿Qué haremos hoy? No mañana. Esa es pérdida de tiempo. Pasado, futuro, inaccesible tiempo. Hoy dura siempre. Reitero: hoy siempre. Así en sus palabras, oportunidad única que tenemos para armar un arcoiris con miles de gotas de agua a trasluz del sol. ¿Qué haremos hoy y siempre? Mirar rostros de hambre y de hastío. Mirar ojos sin mirada de esperanza. Es crimen cruzarse de brazos. No basta darles un poema en una hoja. No es así. Ya utilizamos margaritas echando a los cerdos. Ya estuvo bien. Ahora es necesario despertar. Y tomar al vuelo el arte y las ciencias. Y exigir que vuelvan la mirada a la tierra. Andan a veces por las nubes, como el cisne aquel, al que se indica torcer el cuello. Hoy es día propicio para inventar de nuevo el fuego y la palabra. Esta mira

Qué haremos mañana

Qué haremos mañana cuando no amanezca. Cuando los peces estén en la superficie, muertos. Cuando el aire sea irrespirable. Juntamos tanta basura y bajo ella estamos, absortos en pesadilla real. Dejamos que otros tomaran decisiones por todos. Y se fueron amurallados  acumulando el oro de las minas. Maderas preciosas. Marfil. Miel de las colmenas. Leche tibia. Y se mandaron construir palacetes. Constituciones para legalizar el saqueo. Cárceles para los disidentes. Y balas para los necios. Y privatizaron gobiernos, escuelas, tribunales. Y no satisfechos privatizaron también el aire, la luz del sol, la oscuridad y los silencios. Qué haremos mañana cuando en la piel tengamos llagas. Quemados los ojos. Tatuadas las palabras WalMart. Sears. Nike. Coca. Exxon. Liverpool. Macdonald. Demabulamos ciegos con las cuencas imaginando el piso. Contando nuestros pasos. En largas filas para descender vivos aún por fin al cementerio. (Corregir, valiente, que el tema noes nuevo, pero es necesario consignar

Ejercicio

Ejercí veloz entre los párpados, cámara. Luciérnagas al fondo, pasto. Allí. Movimiento a la izquierda. Ejercí de astronauta. Raudo entre los árboles la ingravidez de las esporas y polen. De todo ejercí mientras la luna rondaba nuestro espacio. Frescor de la noche en carretera. Miles de páginas en blanco al vuelo quedaban en la mesa. Y al día siguiente al reciclaje. Ejercí la música. No sabía tocar trombón. Y me puse a coleccionar instrumentos por si acaso tocábamos un vals en esa oscuridad de las referidas luciérnagas. Eran  de mañana y tarde los ejercicios. Procuré tocar la flauta como el de Hamelin. Y solo soplos  como el burro aquel por la casualidad. Dónde estaban los suspiros.Y a correr entre los árboles para llegar exhausto al lugar donde se aprendía de las llamas. Luego regresábamos con la lengua de fuera, sedientos y con parsimonia. También ejercí de caminante. Ampollas en los pies. Sudor. Costra. Calles, caminos, veredas. Y el viento en la cara, modelo polvo ejercí. Cómo olvid

Tengo en mí

Tengo en mí tribulaciones a causa de carga mal distribuida entre miles de generaciones. Tengo en mí el peso del albatros por el tanto lodo y polvo acumulado, y sin  embargo vuela seguro grandes distancias con poco esfuerzo. Tengo en mi sonidos de pájaros despiertos que se posan en la viajera nube. Tengo los árboles detenidos a orillas de carretera desde donde miran llegar el atardecer y las luces de los autos. Y anhelan lluvia. Tengo cientos de palabras revueltas en puntos negros del cerebro. esperan decir, en lógica la historia de las hadas. Mis sueños malabares caben justo dentro del paréntesis que me corresponden aunque a veces se desbordan. Tengo piedras suficientes para construir puentes que conduzcan a alguna parte donde el hombre recuerde las canciones de cuna o de la infancia. Máscaras para toda ocasión tengo a semejanza de entrar a las iglesias o al auditorio a donde se cuentan las mentiras. Tengo en mí colores para pintar un mundo más bonito que el nuestro copio a Jos

Ábaco

Volver al ábaco, con diamantes o gemas. Dentro de la estructura para ver. Adelantar juicios sobre el ahora, en el por qué de lo que sucede alrededor. Centenas reales, monedas que generan disputas al por mayor. Escudriñar allí en lo que somos, minúscula muestra del universo. Volver al ábaco. Redondeo de la memoria, trajinar de lo lógico, hasta alcanzar mayor filo. Para ejercer de vidente, y evitar los mismos errores. Números siderales, las cuentas que nos salgan, en una visión total. La escafandra contra la nadería, que se trata de imponer a toda costa, del sacrificio del hombre.  Memoria del tiempo en unidades de conceptos: guerras, muerte, desolación, soledad, hastío. Volver al ábaco, para reafirmar lo humano en el desarrollo. La mano, el trabajo, el hombre, el Sapiens-Sapiens. Ese es el sentido: el ábaco, el compás, la escuadra. Todo el desarrollo tiene como base la unidad, la palabra. Ahora, tiempos de la infamia, la usura compra deshechos de circuitos con monitores. Y el hombre vue

54

54 es un vals, la emoción de lo vivido, mezclado con los sueños. Una especie de memoria rediviva. Es la emoción de saber cierto. Aún en lo correcto. Más aú en lo incierto. Es contar con los dedos de la mano a los amigos, saber que son pocos pero buenos. Es saber que el amor no tiene precio, aún que el valor social sea el dinero. 54 no e sla mitad o un poco más de l camino. Es saber que el destino se ha empeñado en que seamos así como somos. Recalcitrante en el deber cumplido. Emocionarse aún por el camino, la estrella, la luna, el guacamole. Por el libro en la página donde Juan se asoma. Por el disco con aroma de limón. 54 es la dicha de saber que la vida va en su curso. Y que estamos con la salud de los locos que solo hablan con verdad. 54 es saber que los molinos de viento es una figura con la cual la humanidad avanza. 54 es querer que el Quijote se parezca más al mismo, falto de cuerdez, más con toda la honradez. En fin que solo quiero recordar que soy por Leonor y Juan que miran co

Si fuera yo profesor

Unos niños jugaban entre ser profesor o bombero, malos, buenos, ladrones o policías, que era un reto, saber la diferencia. Dijo uno, el más calladito: si yo fuera profesor, digo, trataría de ser maestro. Que parece como sinónimo, pero hay una gran diferencia. Enseñaría de las nubes, con las nubes mismas. Y el huevo y su yema conocerían con lo mismo. Y haríamos brotar las semillas. Y mariposas estudiaríamos en dibujo, no disecando. Lo mismo con las ranitas, conocerlas en su salto. Y saludaría con gusto, a los alumnos, como si fuera por fiesta. Y el lunes en homenaje. Hablaría de las casas y calles, como hablar de la patria. Y los héroes serían los trabajadores del barrio y los funcionarios honestos. Ah, y la gente sin duda, que barre el frente de su casa. Y sonreíría al dar la clase, como si estuviera cantando, en fiesta con un karaoke. Y leería un sin fin de libros para contar buenas historias. Y dos o tres guitarras para alegrar más la mañana. Y en el día del maestro daría mejor mis c

La música

Cuando todo acabe. Me refiero al fin del universo, en esa explosión de fuego, aladas palomas ciegas en vuelo. Quedará la música. Quedarán las notas del vals que bailamos a escondidas. La gracia de la canción infantil  como recuerdo del paso del tiempo. Y la melodía esa que arrastré por las cantinas. Cuando acabe el último libro de salir a la luz. Cuando quede el último espejo donde se reflejé al fin la vanidad por la ultima vez. La música penetrará entre los poros para recordarnos que nada fue en vano. Cuando se escuche la ultima palabra y el último café en vaso transparente quede en la mesa. La música en la rocola nos hará recordar que el paso por la muerte apenas fue el momento feliz. Coito no es carne lúgubre. Farolas encendidas por piel, más que bien. Mística resurrección habrá y seremos otros. Y empezaremos a buscarnos en otros rostros, en otras miradas para decirnos las palabras de amor que no dijimos. Cuando todo acabe estiraré mi mano para alcanzarte. Y es música a los oídos tu

Día sin sol

Escudriño el vacío para escribir sobre la nada. Miro una hoja y digo otoño. Mejor ni hablar. Otras hojas arrastra el viento. Brilla el metal aún en lo gris. Y nada hay en la espera de las horas. Solo que sucedan. El tiempo pasa. Y lo eterno prevalecerá a pesar de todo. Día sin sol es apenas el anuncio de que vienen lluvias. Pájaros descarnados intentan vuelo. Y caen y se levantan. La vida breve. Insustancial. Golpes a la sombra, al viento.

Si yo fuera gobernador

Si yo fuera gobernador, me dijo un viejito sonriente, pie descalzo y dicharachero. Si yo lo fuera, comería mejor, claro, y pensaría en que otros coman mejor, también. Y mi café sería con leche. Y me compraría zapatos, pero no tantos, para qué. Los pies necesitan uno, aunque me comprara tres, pares, por supuesto. Y algunas camisitas, dos para fiestas, dos más pa la oficina. Y compraría terramicina, para el dolor de la mente, porque no me duele el cuerpo, al menos por el ahoy. Y aprendería a leer, para saber lo que me pasan, a firmar, no vaya ser, que por los ojos, la rata me pasen siempre. Y me compraría un coche, pero no por lo del lujo. Sería para llegar de un lado a otro y atender mejor. No espacharía en palacio, allí los trabajadores. Yo andaría de pueblo en pueblo. Para saber de verdad, lo que a mi pueblo le duele. Y no compraría más ambulancias. Sino que usaran los puentes (peatonales, se supone, que para eso se hicieron. Ademas los sanos con comida no se enferman. Y que los auto

Mi barrio

El barrio habla a través de la memoria. Cada punto de recuerdo es parte nuestra. Allí va raudo el pensamiento, en el fondo nuestro que somos nosotros mismos. Y el canal soliseño, como espina dorsal de las tres colonias. Y el canal del desagüe mismo, no por ser lo que era, dejarlo en el olvido, al fin que eran nuestras tripas. Por supuesto que en la Terraza Marys se tejieron sueños. Y dos que tres golpizas a garrote limpio. ¿Llegó el Renacimiento 74 allí? No lo recuerdo. Lo que sí es que Los Heroicos y Los Montañeses, tocaron en un cerco en esa área donde ahora está la secundaria 2. Qué impiedad, desconsideración y negrura cambió el nombre de la avenida Sandino por la R. Guerra. Y qué fama la del callejón 5 (y algo el callejón 6) para tener adolescentes duchos en defender honores y fumar cigarros. Y las funciones de box en el 6 precisamente, donde el Lonjas boxeaba contra el Crescencio. Y Jaibo Solís contra Gelín el Chico. Y esos camiones americanos viejos 2 de abril, en el que nos mon

Y bueno, pues

El conjunto de todo lo que se nos presenta. Lo que nos viene acompañando. Lo que termina. El canto que va en el aire. Ausencia el algodón que agita el viento. Unas páginas o dos en las que se cuenta la historia del mundo. Breve relato de traiciones y matanzas. Por la noche una ráfaga de luz, irrumpe el trueno. Luego siempre el silencio. Saber que la distancia ara la tierra del olvido. Y ni nunca. La distancia es lejanía donde nadie sabe de rostros ni de nombres. Distancia es sorber cicuta para desterrar recuerdos. Por eso saber que todo sucede. Así. Sin detener polen o esporas. El viente acomoda polvo y hojas. Y el otoño vuelve para darle entrada al invierno. Rotulo mi nombre para dejar referencia de mí. Vanalidad el pose para naufragar en la vida. (corregir y podar)

Pez

Ese hombre efecto pez. Entre el agua y la sonrisa. Se desboca por hablar. Para morir como dicen. Es sujeto de emoción. Y un talante mejor. Con sus ojos de pescado captura cuando es capturado. Y esa escama de su piel. Le ayuda para soportar, a quienes le quieren golpear. Entre el agua de mar o de río. Suele pasar. Un día quedó atrapado en la red. Otro día escapó. Pasó el tiempo. Y murió. Esta es otra historia de pez, en el tiempo inasible. La vez última, un poema para niños, y la luna. Dice el corrector, que en los textos para niños, no se menciona el morir. Diremos entonces que vivió. Así dirá: pasó el tiempo, y vivió. (Falta y corregir)  

Instrucciones para leer

De atrás para adelante. Buscando en el índice algo que nos llame la atención. También de adelante para atrás, aunque no es muy común, pero bueno, solo los normales. Olerlo, sí, es importante, nuevo. Viejo es peligroso,  por bichos m inúsculos que andan por allí. Leer en bicicleta también es peligroso o manejando auto, a no ser que en el rojo del semáforo. Palpe las hojas, ayuda que el gusto por leer entra por todos los sentidos. La postura es lo de menos. Aunque si es para provocar sueño, hágalo acostado. Pero ayuda mucho sin duda leer, para construir sueños. En columpios es posible, creo.  Otro tema ha de ser el uso de los libros. Que tiene que ver con leer, no lo dude. Más bien, eso sí, para vivir mejor.

Diarios viejos

Quedan en un rincón los diarios. Meses, quizá. Luego a la bodega o al sótano. Amarillentas cada vez más sus hojas. En ellos consignaron lo nuevo, lo relevante en sociales, rojas, política. Esas rostros sonrientes con vestidos de escote que ves en fotografías ya no existen. Esos ademanes de pleno convencimiento, tampoco. Al menos no como eran. O no existen más. El poema en sus hojas no fue la constante. Apenas un sueño. El tiempo ajó todo. Un buen día llegan los nuevos habitantes a hacer limpia total. Y nuevos diarios ocuparán el rincón un tiempo. Después al cementerio. 

La supercarretera

Vamos como en vuelo a ras de asfalto. Raudos rumbo a ninguna parte o acaso la rutina. La prisa por llegar al departamento y encender la televisión, tomarse el refresco de cola o la cerveza. Dentro de los límites de velocidad -y a veces no- el laberinto de la mente entrecruza ideas para estar seguro que esta es la vida, en el concepto de la prisa, lo efímero, lo plástico. La noche sin remedio viene y no hay manera de esculpir a modo las estatuas. El lugar mismo es de todos, lápidas sin epitafio. El nombre propio dejó de serlo en las eternas aguas abisales.

La vereda

La vereda está allí, culebreante, puesta como si nada. Rodeada de hierba silvestre con florecillas rojas y amarillas. Con tramos de sombra y sol, nos conduce hacia la luz u oscuridad y nos regresa a donde nada hay. Húmeda o con polvo. Transitan hombres y mujeres con la cabeza baja, con la cabeza alta. Transitan al igual pequeños insectos. Vuelan mariposas. Le caen hojas que el viento arrastra. El tiempo inmemorial la registra desde la razón y el olvido. Esta vereda nos conduce en el origen desde el polvo hacia el polvo mismo. (Falta y corregir)

La fotografía

En la fotografía no radica el instante. Es un lánguido monumento al pasado. Es la intención de no quedar en huesos antes de la carne. Es mostrar hechizo por el fenómeno del miedo. Es desencadenar ansias por el devenir del polvo y la nada. Tenemos miedo a que nadie tenga un reconocimiento a nuestro efímero rostro, a esa mirada con o sin sonrisa . Y que digan: no me acuerdo del tío. Todo mundo conspira para posar ante la cámara. La modernidad de lo rupestre es la señal de nuestra época.

Adiós a los días

Los días. Trashumantes esculpidos en fracciones de tiempo. En ellos van los suspiros y la lágrima. Errancia que somete las vanidades y la gula de los farsantes. Van de prisa los camaleones y los elefantes. Rumian palabras las cabras y ovejas. Las estrellas brillan en el pasado que nos llega. Es raro todo esto, mentira del tiempo en el espejo. Adiós al penúltimo domingo donde se alojan estertores. Adiós al lunes que viene y se irá. Y serán otros domingos y otros lunes quienes destaquen las luminiscencias de los hombres. En el cementerio escribieron nuestros nombres. Somos de suerte. A los desconocidos nos enterraron en la fosa común.Para consuelo nuestro: para el juez del universo, la tierra es la común morada de los insectos.

Alfiler al corazón, tu ausencia

25 de diciembre de 2002. A las 6 de la tarde, con familiares en casa, en el callejón 6, de la Treviño, en Matamoros, Leonor, mi madre, preparó café y repartió sin que lo pidieran. Sorprendidos todos, hasta yo, que leía Proceso en la cocina. "Gracias", le dije. Me respondió "tómalo". Y a mis hermanas y hermanos lo mismo, y a las visitas también. Café con leche, lechero, como le dicen acá. Y la plát ica siguió, como si nada pasara, los temas al por mayor, hasta que las visitas se fueron, a eso de las 10 de la noche. Cuando recibió el aviso, ya acostada, su mano al corazón, se levantó aún con fuerza, y en la sala se sentó, como si televisión mirara. Y allí quedó. Tranquilita sin sufrir. Al rato los de la Cruz. Le hicieron la prueba de la pupila. Tres veces, por mi petición. La señora ya murió, nos dijo el paramédico. Y ay, dolor. Su velorio, las visitas, las condolencias. Creían que había muerto Don Juan, mi padre, porque a él lo operaron el 21, y el 22 con su sonda, l

Murió

La muerte me abraza desde niño. Y está conmigo, paciente. Para cuando llegue el momento final. Aquí allá, en todas partes. Será una tarde de otoño estival. Al arrullo del viento, la despedida. Y habrán de ponerme agua fresca en el rostro, para lavar mi tristeza. Y cantarán bermejas aves. Y sonará el guitarrón en el grupo de mariachi. Dios nunca muere, alguien pedirá, por saber que me gustaba. Y sin faltar, por supuesto, la de "nomáaas un puño de tieeerraaaa".  Y ´de emoción vibrarán violines. Y sonora, la trompeta. Habrá calendario donde la hoja caiga en el olvido de fecha. Un día será el momento. Y adiós a las envidias, por el cúmulo de risas. Adiós a la vanidad de los zapatos finos, en ausencia. Y el mago cantor, dirá las palabras finales. Iniciando por el estribillo: Nuestro Toño ya murió.

La muerte

Te traigo en mi lista, dijo. Lo sé, le respondí. Si en eso nunca he dudado.  Para morir nací. Dudas fundadas tengo. Entre la chanza y la risa. Versos someros cantando. Caminando siempre sin prisa. Me preparo mientras tanto. Con la música y la flor. Voy rumbo al camposanto. Bisbiseando mi licor. No tengo prisa, precioso. Afirmó la calavera. Dejaré que cantes un rato. Acá te espero afuera. Cogí mis discos afines. Los libros por si las dudas. La guitarra y el violín. Quedo, la flaca, muda. Vaya sorpresa, lindo, eres poeta y cantor. Pensé que solo eras, de oficio, profesor. Me las he ido ingeniando. De hacer de todo un poco. Donde sí tengo experiencia. Hacerla de santo y loco. Carajo, ya me enamoré. de tu mirada profunda. Me quedaré contigo. En tu morada de tumba. (Corregir)