Diarios viejos

Quedan en un rincón los diarios. Meses, quizá. Luego a la bodega o al sótano. Amarillentas cada vez más sus hojas. En ellos consignaron lo nuevo, lo relevante en sociales, rojas, política. Esas rostros sonrientes con vestidos de escote que ves en fotografías ya no existen. Esos ademanes de pleno convencimiento, tampoco. Al menos no como eran. O no existen más. El poema en sus hojas no fue la constante. Apenas un sueño. El tiempo ajó todo. Un buen día llegan los nuevos habitantes a hacer limpia total. Y nuevos diarios ocuparán el rincón un tiempo. Después al cementerio. 

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