Los autos

En colapso sobre ruedas amanece la ciudad, los autos en el tráfico. Que horror la bicicleta, los patines del señor, que no del diablo, ni se nombre. Y qué preocupación quede afuera a la interperie, mejor quito mi sala y acondiciono de garage. Por decir algo, que no creo suceda. Y transcurre el tiempo y las vidas. En interiores de los autos confortable clima. Los abrazos, las manos inquietas. Y discusiones también que no terminan. Para mirar tras el cristal de la ventana, lo gris, lo negro, el hambre, la miseria, y volver mejor a la canción de moda. Y tratamos de tener el más confortable, el más grande, el de más "caballos" de fuerza. Y modelamos junto a él para subir fotos al espacio. Y todos nos miren arrobados por el auto, no por lo que uno es, y ponen me gusta por la magnificiencia de la lámina con su diseño aerodinámico, qué color, qué finura. Y en su ruta por amplias avenidas, carreteras y caminos vecinales, luego de distancias corridas entre el polvo y la lluvia ácida, al final llegan al deshuesadero donde quedan en valor sus partes, si acaso. Quedó escondido en un rincón una pluma, una fotografía, unas moneditas. El peatón que soy en salud airado me reclama cuando subo a mi motorizada silla de ruedas. Mi Cadillac en el mecánico, hace días.

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