Al tiempo

Al tiempo podemos invitarle un café. Y dejar que se detenga con parsimonia para escucharnos. Y luego se irá sin prisa dejándonos en la mesa, solitarios.  Podemos tratar de entretenerlo con cuentos. Y hará como que nos escucha y seguirá su ruta. El tiempo impone su condición como dictador suave, irreverente. Persiste aún en la desesperanza personal y en la esperanza. No mide consecuencias, se desbarranca, apura y se detiene. No cuando las fotografías, por supuesto. Ni lleva listas. Y ni se acuerda si escribimos una relatoría de nuestro paso. Falsas crónicas donde tratamos de fijar momentos. Somos los árboles del camino. Que permanecen detenidos y al parecer pasan raudos desde la velocidad del auto. Encendimos el estereo para entretenernos. Y las canciones pasaron de moda. El tiempo, el inasible, el que está y pasó. Es hora de dormir. A la vez hora de despertar.

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