Si fuera yo profesor

Unos niños jugaban entre ser profesor o bombero, malos, buenos, ladrones o policías, que era un reto, saber la diferencia. Dijo uno, el más calladito: si yo fuera profesor, digo, trataría de ser maestro. Que parece como sinónimo, pero hay una gran diferencia. Enseñaría de las nubes, con las nubes mismas. Y el huevo y su yema conocerían con lo mismo. Y haríamos brotar las semillas. Y mariposas estudiaríamos en dibujo, no disecando. Lo mismo con las ranitas, conocerlas en su salto. Y saludaría con gusto, a los alumnos, como si fuera por fiesta. Y el lunes en homenaje. Hablaría de las casas y calles, como hablar de la patria. Y los héroes serían los trabajadores del barrio y los funcionarios honestos. Ah, y la gente sin duda, que barre el frente de su casa. Y sonreíría al dar la clase, como si estuviera cantando, en fiesta con un karaoke. Y leería un sin fin de libros para contar buenas historias. Y dos o tres guitarras para alegrar más la mañana. Y en el día del maestro daría mejor mis clases. Y en el día de la amistad, con amor celebraría redactando textos a los amigos. Escriban al padre o a su abuelita. Y pórtense bien muchachos, que la vida no perdona. Y aprendan mucho. Y sepan cruzar la calle. Y si fuera profesor, trataría de ser maestro. En eso llega el profesor, y me jala la patilla, por jugar en la hora de clase. Digo, si lo fuera.

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