La vereda

La vereda está allí, culebreante, puesta como si nada. Rodeada de hierba silvestre con florecillas rojas y amarillas. Con tramos de sombra y sol, nos conduce hacia la luz u oscuridad y nos regresa a donde nada hay. Húmeda o con polvo. Transitan hombres y mujeres con la cabeza baja, con la cabeza alta. Transitan al igual pequeños insectos. Vuelan mariposas. Le caen hojas que el viento arrastra. El tiempo inmemorial la registra desde la razón y el olvido. Esta vereda nos conduce en el origen desde el polvo hacia el polvo mismo. (Falta y corregir)

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