Horas

La vida, cúmulo de horas sin medida de tiempo. Ni reloj o distancia. Horas de mi madre y padre en esa mezcla de tranquilidad y tribulaciones. Las del barrio donde quedaron las risas por el juego y pasmo por lo cruel del invierno. Y las hojas en el caer y brotar en el eterno retorno. Horas plenas donde se reunían muchachos bajo un árbol para descifrar las imágenes del futuro. Quién, qué. Íbamos a la estación de tren. Y presentíamos en esa edad el trajinar de nuestro futuro. Era un camino más largo. Ya habíamos andado en el campo local. Polvo en las tardes, el billar. Mirar las nubes. Caminos de otros momentos, horas de los pasos surcar tiempo. El saludo. Las invitaciones para la plática con el agua fresca bajo la sombra de generosos árboles. La vida en horas por carreteras interminables escuchando música. Por páginas donde la palabra proporciona luz en el circular de la sangre. Dicen que, antes de la muerte, el hombre recorre en segundos la película de su vida. No es el caso aún. Hay quienes mueren cada día. Para revivir mejor. Eres tú. Soy yo. (Falta y corregir)

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