Tiempo dos

Una piedra sabe del tiempo y no le importa. Un árbol lo sabe también y tampoco le importa. El polvo que fuimos sabe del tiempo. Casual el momento de decir de bienvenidas. Dorados cipreses para la sombra. Una tumba blanca con palabras escritas para los paseantes. Fuimos torpes poseedores de verdades y de odios. Escribimos en piedra para que quedaran inmortales las palabras. Hicimos piruetas en la vida para ver si alguien en algún momento pronunciaba nuestro nombre. Y todo fue inútil. La rueda de la fortuna solo fue un sueño mecánico del hombre. Y el algodón de azúcar. Y los caballitos. Extraños sortilegios que ya no están. Ya no fueron. Y las cartas de amor ridículas. Y los besos. Esa carne de los labios con dulzor dónde la encuentras. Mientras sigas escuchando el tic tac del reloj recuerda. Y si sonríes al recordar es que algo bueno hiciste en tu paso por la vida. Extraño paréntesis que separa una nada de la otra. Y algo extraño dentro. Tomemos mientras tanto agua simple.

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