De avellanas

Tengo las avellanas guardadas y el libro aquel de poemas para el declamador universal. Quizá te acuerdas. Una vez. Solo una vez nos vimos. Mas bastó para ser ese instante de fotografía del nunca olvidar. Hacía frío en el invierno aquel. La frontera de luz y lupa. Y extrañamos el polvo y sol con los vientos del sur. No hubo cinema. Ni caminatas a la orilla del mar. Tampoco cartas del nunca olvidar. O sueños en el parque los veranos. Ni el laguito del estero fue testigo. No hubo noches de claridad con la luna. Ni al festival de flores u otoño acudimos para ver. Ni cruzamos el lago, río o mar. Ni noches de París. Solo que estuvimos un día absortos con la mirada fija. Y hubo palabras y canciones. Y hubo hojeo de libros. Ahora escribo. Miércoles con polvo parecido a la ceniza. El tiempo tiene identificador de llamadas. Y la calle está libre en ese saturado color de la vida. Queda nuestra historia y los poemas.

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