Colonia Roma

Anoche miré vía Netflix la película Roma. Un blanco y negro que impresiona en todos los matices del gris. Me asomé en ella a una casa de clase media. Y a una de ellas me acerqué a los 9  años para espiar curioso en la vida real,  y mi padre me lo prohibió tajante. Mi padre era el jardinero. En Roma me metí de lleno a esa casa. La película no es de entretenimiento. Es para visibilizar nuestro acontecer diario. Cleo no habita la casa donde sirve, tiene el cuarto de servicio y desde su origen y destino se desplaza en el acontecer diario, con su mano de obra. La familia, acomodada en 1970 a una forma de vivir con ciertos lujos, es indiferente a su propio destino. El esposo es doctor del IMSS. En un país como el nuestro de 60 millones en la pobreza, esta cantidad de habitantes de una u otra forma somos Cleo. Y el otro porcentaje, sin llegar al 100 por ciento, aspiramos a ser como ese médico con un poder adquisitivo que permite casa, coche, y sirvientes. El México de los 70 vivió el halconazo. Luis Echeverria, presidente, vivía su sueño de ser el líder del 3er mundo. El grupo Atlacomulco vivía su auge con el Maestro Hank Rhon.

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