Fin de año

(1) Hacer un balance es necesario al caer el 2018. Por aprendizaje. Para valorar la vida. La que se escapa día a día. Reiterar a la amistad como certeza. Y los valores en general. Ayer escuchaba nuevamente ¿Y Fernández?, poema de Retamar (Roberto Fernández Retamar, poeta cubano). Y entra humo en los ojos, cuando escribe, en referencia a su papá, que no aceptó un puesto en el gobierno, porque sabía que era para robar. Así de sencillo y fácil. Tendré los pendientes de siempre. En prioridad, atenderme en la salud. Que es cosa buena y de la mayor riqueza. Y ahora con los lentes, como nuevos ojos, leer por sobretodas las cosas, y en segundo plano, escribir. Como sombra que se nombra. Como ese fantasma bonachón que me sigue a todas partes. Agradezco la compañía de los amigos. Escribir sus nombres es complicado. Horrible dejar de lado, por descuido, alguno. Tengo pocos amigos y amigas. Pero muy buenos. Aquí y en la frontera Norte. En algunos estados. Y en dos o tres países. Sí, muy pocos. Se cuentan con los dedos de las manos. En el balance, este año, la oportunidad de conocer nuevas personas. De conocer mejor la sicología humana. De servir en lo posible. De por todos los medios cumplir el consejo del Secretario Rodolfo Lara: cumplir la Ley y atender bien a las personas sin distinción alguna. Se cierra un ciclo. Con la alegría de vivir agradecido. Y reflexionar sobre la necesidad de comprender a los erizos, siendo uno mismo de ellos. Perdonar a los de corazón erizo. Es un decir. Mientras tanto escuchemos una canción de Joan Manuel Serrat: https://www.youtube.com/watch?v=Adl40RuSHc0
Anónimos y desterrados
en el ruidoso tumulto callejero
con los vientos en contra va el ciudadano,
los bolsillos temblando y el alma en cueros.
Rotos y desarraigados,
hablando a gritos,
golpeando los adjetivos precipitadamente,
asfixiados en los humos y en las gestiones,
se cruzan y entrecruzan, sordos e indiferentes
a salvo en sus caparazones...

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