Sucesión de rostros en el tiempo


1. ¿Dónde están los tantos rostros que recuerdo? ¿Viven o andan ya en otros planos? Tan fácil decir ¿viven o ya están muertos? Son tantos. Los de mi barrio que me grabé cuando niño, sea los de la escuela en los distintos grados, o los vecinos del barrio. O más allá en los años de la adolescencia. Tantos y más rostros que los trae mi mente en sueños o e despierto cuando me entra la nostalgia sana.

2. Este ha sido el destino del hombre: cabalgar entre generaciones en distintos y diversos rostros. Mueren tantos y nacen otros tantos a manera de reemplazo. Y queda grabados primero en uno mismo, cuando nos miramos al espejo. pero también en la imaginación de los otros, los contemporáneos. Compañeros de escuela, de barrio, de trabajo. Tenemos noticias, sí, que unos ya no existen. Peor hay tantos otros, que andan en el limbo del recuerdo.

3. La otra vez, cundo escribí de las tantas máscaras del hombre, no me refería a los tantos rostros. Esa ocasión hacía referencia a los distintos papeles que nos toca ejercer en lo cotidiano, a uno mismo. Los tantos rostros como tema que escribo hoy, es efectivamente al sello facial que ha desfilado en este planeta desde los primeros hombres hasta los actuales. Y específicamente a los que cada uno conoció y recuerda.

4. Es también, esta reflexión, sobre lacconciencia de que pasamos en esta vida efímera y fugaz. Y pasamos, precisamente, para dar espacio a otros, y a esos otros le sucederán otros, como nosotros sucedimos a losanteriores, padres, abuelos, bisabuelos. Es despertar al anhelo de aprovechar el tiempo, los tiempos, las escenas y los escenarios. Anche soñaba en pasillos estrechos donde solo cabía una persona y se cruzaba con otra, de sexo distinto, y no había otra que hacer el esfuerzo de pasar, adelgazándonos lo más posible, y con ello el roce carnada y pedernal donde aparecía del instinto el fuego. Ese pasillo es la vida. Lo estrecho es el pensamiento de uno. El restregarse al tratar de pasar ambos, es el instinto. ¿Pero y los rostros? Yo era sin rostro. Ella lo mismo.

5. A veces se me aparecen rostros conocidos y lejanos en los sueños. Los reconoce al instante: compañeros y compañeras de escuela, que por razones distintas fuimos cercanos. Yo digo que mientras los sueño, lo seguimos siendo (cercanos). Uno no sabe en cuáles y cuántos sueños también uno anda. Y si aparecen y aparecemos en sueños es porque seguimos estando unidos. Y muchas veces uncidos. Aquel amor, a quien amé a destiempo, dice un verso de Renato Leduc, martirizo, tanto y tanto tiempo.

6. Tantos rostros que recuerdo. Y me pregunto si la misma cantidad de rostros que recuerdo son los mismos que me recuerdan. O si los que me recuerdan son más o menos de los que me recuerdan. O que hechos son los que logran dejar huella de recuerdo en uno: amores, decepciones, favores, compañerismo, enojos, odios lejanos ya borrosos por el tiempo, sonrisas agradables, rostros adustos, gritos destemplados, encuentros fortuitos, canciones desesperadas en bar con palomazo incluido, poemas cursis leídos en algún festival, etcétera.

7. Rostros como estampas de historia, religión, filosofía y ciencia. Como dato cercano y lejano, siempre preciso. Como imágenes variopinto, nítidas o ya borrosas. Cartas de relaciones románticas y de conquistas pieles geográficas. Miradas como promesas y flechas de Cupido. Como fieras al acecho o en dinamismo. Como remanso de agua en paz y humedad carnal e instintiva. Que proyectan tranquilidad y paz. Rostros de armonía contagiosa. Risa como fiesta. Como agua cristalina que desciende para encontrarse con el fatuo mar. Rostros de todos los calibres. Rostros de promesa, esperanza y olvido.8

8 Me refiero a los conocidos de hueso y carne, polvo de ceniza ahora, muchos de ellos. De tantos otros no sé. Porque hay rostros integrados y definidos por pixeles, que vinieron a uno por los libros de historia y ciencia, por la pantalla de televisión como rostros de belleza y de la música, cantantes de todas las geografías y ritmos. Sabemos de este y de otro, y les brindamos homenaje cuando mueren, escuchando sus canciones al menos el día de su muerte, a manera de reconocimiento y renacimiento. Estrictamente me refiero a los rostros de cuerpos vivos que tuvimos la dicha de conocer y que recordamos, grabados que están con fuego en nuestra mente.

9. Imaginamos también rostros desconocidos. Los de los albañiles y maestros de obra que levantaron las grandes pirámides, los altos rascacielos. Los que construyeron la choza humilde para habitarla en las márgenes del río, en lo alto de la montaña. Los rostros del campesino que siembra y cosecha para acercarnos el alimento. Los rostros de quienes recogen a diario la basura. Los de los que están en la cárcel inocentes pobres o culpables pobres. Los rostros de quienes ejercieron y ejercen el oficio del yo te espero, tú me das, sea en las residencias de lujo, en hoteles de cinco estrellas, brindando con champán, o en cuarterías de arrabal, donde comes y te vas.

10. A veces por la tarde de cualquier día, me siento en un sillón. Y como en película en blanco y negro, empiezo a recordar rostros del pasado. Y me pregunto, ¿en este instante qué harán? ¿Con quién y de qué platicarán? ¿Se han ido, o ya no están?





Angelina Coronado recopiló y puso en sucesión los rostros de cuando andábamos entre 16 y 19 años, tamaño certificado o credencial. Nos sorprendió. Luego nos sorprendió más cuando juntó el par de fotos de cuando teníamos esa edad con fotos de la edad actual. Una maravilla, para reflexionar. Y agradecer que tenemos la vida. Y recordamos a los que ya no están. Agrdecido yo con los tan




 



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