Me iré

Un día me iré despacio una tarde cualquiera. Como se despide la sombra, como se va el humo sin viento. Y no es por desaire a la vida, que admiro y amo, sino porque nadie es eterno, y la soledad nos abraza caliente al final del camino. No más el arroz con leche ni el salto en la piscina sin agua. Nunca más el pétalo de piel, ni la hoja seca dentro del libro. Y nunca más el discruso que hacemos juntos sin palabras.  El poema no llevará nunca más tacón alto y cercano. El texto estará sin verbo ni sentido. Mas el río seguirá su curso, y la ola vendra imperterrita a mojar reiterativa la arena de la playa. Entonces nacerá de nuevo la vida, en plan de nube blanca como barba de Dios o como producto del abrojo sin sentido. Ese día me iré despacio, sin enojo, discreto, como llegué.
Ese día viene, sin duda.

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