Tren

De niño yo me subía a los trenes. Escuchaba de madrugada el silbato y el ruido conocido de rieles sobre durmientes y las poderosas ruedas de acero. Y muy de mañana me iba a la estación a mirar llegada de otros trenes y bajar y subir personas conocidas o no. Los rostros nos inducían a saber si iban al trabajo, de vacaciones, viaje por salud, traslados de mercancía. Yo me quedaba con el sueño de ir, conocer otros valles y pueblos. Y regresar con regalos e historias. Miré abrazos de despedidas y bienvenidas. Besos venturosos y con calor. Abrazos y besos de película.  Y me subía a los trenes detenidos un ratito, recorría un vagón. Y me volvía a bajar. Allí conocí a Penélope.

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