Rostro

Este rostro que aquí ves. Este con sus años y sus sueños. El de las arrugas con canas. El de las cicatrices profundas como surcos. El de la máscara imposible ahora de quitar. El de las patas de gallo, prueba del paso del tiempo. Con las canas, pocas aún por poco tiempo. Este que tiene boca natural para engullir y decir palabras. Este es mi cédula de identidad, mi cartilla de presentación. Expreso a su través, como espejo, el guiño, la sonrisa, la preocupación, la desazón, la ira, el fracaso. Tengo un ceño adusto que refleja la vía crucis recorrida. Hambre pocas veces es cierto. Pero rudeza en el trato recibido por la forma del ser. Nunca incliné mi alma ni mi rostro. Y nunca me pongo de rodillas ante tiranos de pacotilla, aún. Río ante los gatos de papel, que no tigres. Como truco aprendí a decir verdades y mentiras blancas, creo. Y mi espada y hacha saco a la mejor provocación, mas parecen ahora sin filo o poco para ser exacto. Saludo y miro movimientos. Este rostro encara al sol y deifica a la luna. Mira la hormiga y la hoja seca o verde. Y reconoce a sus iguales, efímeros, luminosos, tristes. Sé que voy al final, tarde que temprano, a la batalla. Hecho de polvo amalgamado o mal unido, un día iré de nuevo al polvo a reconocerme en lo que soy, la nada. Este rostro que ves se mira en ti. Y se reconcilia con la vida, solamente, así. Este es el hecho, la verdad.

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