Nada

Leo un libro. Uno de esos libros viejos editados en los años 70 del siglo pasado. Sus hojas de amarillas a café. Tengo varios así. Un nombre, un título. Un hombre que escribe construyendo su obra palabra a palabra. Piruetas verbales de ocasión con imágenes propias de los tiempos. Uno a otro en el afán de alcanzar la gloria, efímera perra que tira dentelladas a nuestro interior. El libro lo encontré como me encontró él. Ajado, viejo, desdeñado. Concentra en él las vidas contadas que se resumen en la del autor. El ser del hombre transita en la nada y su ego en el todo. Reconozco el afán por andar de prisa, saludando y despidiendo como si fuera desfile de modas o concurso de oratoria. Todos tenemos responsabilidad con el tiempo, el momento y lo que nos rodea.  Leer un libro no significa nada; no agrega ni quita. El hombre es lo que queda luego del preciso instante en el que ya no está.

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