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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Cuando despierto

Cuando despierto la lava incandescente o el hielo es la constante. Nostalgia por lo humano. Pero dejamos que la usura tomara las riendas, mientras las migajas estuvieran seguras. Despierto. El páramo y desierto como paisaje, ya sin bruma ni neblina. Fueron instantes eternos de tirarnos la culpa sobre la basura, la ira, el engaño. Hielo y piedra ya sin las palabras. Hicimos llamados al vacío. y la nada fue la respuesta. No hubo amor real sobre la savia y hojas de los árboles. El metal fue mone da de cambio y estrella. Los libros, desdeñados. El poema se comparaba al tener comodidades. Dedícate a otra cosa, decían, pensando en el lustre, el metal aureo, en los dientes nuevos y en los huesos. Y la búsqueda en la basura era ya la imagen cotidiana. Nunca nos dimos cuenta que 1984 era una realidad desde antes. Y Cambalache tango un simple juego de palabras. No era metáfora el Titánic. Y las victorias pírricas nos llevaban al osario. Aquí estamos cincuenta en todo el mundo, harapientos y libr

Historia personal

Historia personal no tengo. Tampoco biografía personal. No tengo un yo que me asfixie por ser alguien. Por peinarme a la moda. O seguir la moda en las camisas y lo postizo. Mi historia es de grupo. Soy en tanto formo parte de un grupo. Vacío a veces, unívoco o con dos o tres integrantes. Soy mis padres y amigos. Y esos rostros que en la penumbra me miran con esperanza. Soy la semilla y fruto que da otra generación de semilla y fruto. Soy esas ideas vanas que relacionan el hambre con la idea de justicia culpando a la usura. Soy las miradas que te buscan sin nombre ni rostro. Ese amarillo o rojo que te luce. No tengo biografía. Algunos datos: dos pies, mediana inteligencia. Tatuajes de tiempo en rostro. Cicatrices de la guerra aquella de Cupido. Mi historia personal: árbol, hijo y libro.

Despierto

Cuando despierto la lava incandescente o el hielo. Nostalgia por lo humano. Pero dejamos que la usura tomara las riendas, mientras las migajas estuvieran seguras. despierto. El páramo y desierto como paisaje, ya sin bruma ni neblina. Fuerno instantes eternos de tirarnos la culpa sobre la basura, la ira el engaño. Hielo y piedra ya sin las palabras. Hicimos llamados al vacío. y la nada fue la respuesta. No hubo amor real sobre la savia y hojas de los árboles. El metal fue moneda de cambio y estrella, Los libros desedeñados. El poema se comparaba al tener comodidades. Dedícate a otra cosa. decían pensando en el lustre, el metal aureo en los dientes y en los huesos. Y la búsqueda en la basura era ya la imagen cotidiana. Nunca nos dimos cuenta que 1984 era una realidad desde antes. Y Cambalache tango un simple juego de palabras. No era metáfora el titánica. Y las victorias pírricas nos llevaban al osario. Aquí estamos cincuenta en todo el mundo, hrapaientos y libres, con llagas a causa del

Ahora duermo

Tomo té de manzanilla a ver si se produce un milagro. Duermo y aparecen las palabras. Vacías, huecas, sin imágenes. Menos que palabra de diccionario, porque a esa suman otras donde explican las imágenes y los contornos. Duermo y se acaba el mundo mientras tanto. Miles de años van desde el inicio. Sin gota de ira o de soberbia. Duermo y acaban con la selva y el agua. Duermo y hay peleas de perros para apuesta. Y gatos para servir de acompañante. Duermo y huele a perfume barato en esa esquina de farol. Y en esa otra y hora con destinos sin ruta. Duermo mientras dura la amenaza de la usura, Y reviso la cuenta en la pizarra de plástico. En destino propio ni la autobiografía me salva.

Mi corazón es un gitano

Oigo a Nicolás Di Bari. Disco de 20 pesos. Il cuore e uno zíngaro. Sai che bebo, sai che fumo. Y dicen lo que marcaron un tiempo aquella vez. Oh, nostalgia. Monumento al recuerdo.  Salgo a caminar por un parque donde venden nieve y palomitas. Leeré mañana la historia de uno mismo. Para ver si algún personaje se me parece. No lo se. Escribo ahora sentado en una banca de parque. Silencio. Somos los mismos, me digo. Dónde poner el espejo para mi rostro. Que palabras escribir para mi exilio. Donde descansar los brazos. Regreso a dormir películas . Maullidos desde la teja donde los gatos hacen lo propio por la especie. Doloroso destinó el hombre. A punto de la alegría se derrama el vaso por la gota aquella. Suene mientras la guitarra bajito, ordena lánguido esté Di Bari, como la pizza, de lentes grandes.

Somos los mismos

Somos exactamente los mismos. Nos vemos distintos porque tatuamos tiempo en nuestra piel. Y en la distancia el silencio está lleno de palabras que solo se piensan y sienten. Es el miedo el que las encapsula por el qué dirán.

Me preguntan tu nombre

Me preguntan tu nombre. Y hablo sobre libros que he gozado en el camino, de la excelsa belleza en poemas y canciones que amo y no me canso de leerlos y escucharlos. Me preguntan tu nombre y describo lugares de una geografía con bosques de pinos, sauces y abedules, donde la frescura del día bajo la sombra mueve a sonrisas con nostalgia. Preguntan y es otoño con hojas secas. Y recuerdo un piano con pianista. Interpreta el tema de Casablanca, melodía al paso de los años mientras el tiempo va en besos y suspiros.

Maravilla

Maravilla el establo. Las mañanas con fresco y neblina. Y el trabajo por la leche o por el corte primero de las rosas. Maravilla la lluvia. Me circunda glamurosa y me entretiene en el sopor del sueño. Maravilla una mirada posada en otro espejo o roca. Yo me entiendo. Y los cien mil pétalos de tu rosa. Maravilla el libro viejo donde posa aún la mirada. Cada palabra o verso trae de nuevo lo vivido, lo soñado, lo que ya no es, cabalgata entre poemas y canciones. O vislumbres de lo que podría, o será. Cada mes sería noviembre como oportunidad para el rehacer la historia donde a veces agua, a veces muros. Maravilla la sangre poderosa, donde habita más que viva la destreza, el modo del habla, la espera. Maravilla la oscuridad para el beso o la luz del beso en la luz misma. Maravilla ese haz de vuelo claro o el aroma del fruto nuevo, por sí mismo el pan de nube, como vida nueva.

Mi olvido

Mi olvido tiene memoria. Sabe de rutinas y de besos. De canciones del recuerdo y de palabras de la oración y para el rezo.  Tiene guardado en la piel, sí, piel de memoria, tantos sueños materializados y pendientes. Como si fuera el exceso de risas, de andar por los caminos, lleno de todo, con agua fresca y laxo. Mi olvido a veces lo olvido para probar como ejercicio. Me desatiendo entonces de todo. Y camino reconociendo las cosas, otros nombres de libros, otros poemas, otros amaneceres. Porque sepa usted que es bueno eso, preguntar ¿y esto? ¿Y esto otro? Y las personas creen que uno miente, finge. Simplemente el aprender requiere de espacio sumamente amplio para grabarse las palabras y las notas. Yo me duermo en las noches, y repaso los momentos del día. Y los guardo vivos en la memoria del olvido. Y cuando escucho canciones o leo poemas, es entonces que sucede el milagro del recuerdo. Aún así, terco y orgulloso, a manera de juego, me digo: ¿y cuál era su nombre? Y no es que lo olvide.

Todo tiempo

Todo tiempo es a la vez un segundo y un milenio. Y todas las eras juntas. Porque en sí no tiene medida ni punto de frontera. Ni palabras que definan aristas, lados, caras del tiempo. Inmarcesible e infinito. Cabe en el concepto origen y fin, polvo y sustento, poema y sueño. La nada porque cabe todo. Sobretodo el conjunto de nuestras efímeras  palabras. Y cuando se habla de infinito, para señalar lo grande del tiempo, es solo pálida respuesta para decir que no se entiende nada y mucho menos la magnitud. Eterno en el amor lo que dura un segundo, el tiempo. Ni del amor en su concepto real ni del tiempo y menos infinito sabré nunca yo acaso. Y pronuncio la palabra acaso, porque allí va mi pasar en el tiempo. Y el recuerdo como señal de identidad e intensidad. Minúsculo pasar en la aridez y la abundancia. Humus, polvo seco, nada.

Aquí estamos

Aquí estamos fraternos, dolientes, memoriosos. Hilvanando ramos de futuro con miel palabras suscritas. Estamos en el mejor de los casos vivos, con memoria llena de recuerdos y olvidos, truco oficial de la historia para amparar desvelos. Estamos con miedo., animal nocturno de insomnio lleno. Agua transparente y coral. Aquí estamos sin saber unir el paso por el roto puente, el paseo por el parque, pospuesto. Sudorosos en altivo ego. Sueños sanos siempre luces fuimos. Estamos y ya es ganancia. Mañana vuelve el sol. De madrugada el frescor del rocío. Leche tibia. Ya viene el tren, la luz, el nuevo libro. Yo sé. Lo sé bien.

Es mentira

Es mentira dadas las circunstancias. Un olvido no es precisamente un olvido. Tampoco la muerte es ausencia de alegría. Sucede a veces que soledad invita sol por las tardes. Y la banca del parque espera con melancolía. Son otros rostros porque otras las batallas de lo diario. En sueños todo es verdad porque es mentira la alegría o las manos al revés. Una canción es mentira porque sucede en maravilla o hastío. Es mentira la rotonda de los besos muertos. Mentira el cielo luminos o o azul. Es mentira el libro vacío. O el abrazo sin brazos, porque es el corazón el que delata. Pasa por mi casa un viento suave. Aroma del mar. Aroma de fruta. De rosas. Todo cambia cuando es mentira la ilusión. Y las canciones de Serrat y Sabina permanecen, y hasta el mismo Aute miente cuando dice que pasaba por allí. Son verdad los dos libros míticos, allí guardados. Que bien las piadosas o blancas mentiras como amores eternos que duran una brizna de tiempo. Manzanas en tu vientre. Duraznos e higo del corazón.

Es verdad

Es verdad que te recuerdo en la tormenta, cuando los truenos incandecen la oscuridad de la noche. Cuando la tarde se torna luminosa o gris en el caer de las hojas. Es verdad que me miento a mí mismo en el olvido. Es verdad que se me enfrían los pies en las cuatro estaciones aún con música de Vivaldi. Sabina no me sabe ni el aute en la memoria de los besos. Es verdad que duelen la costilla y los ojos de buscarte. Es verdad que el poeta no escribe mientras dura el tiempo de la nada. Sembrada la semilla todo es árido y nada brota, solo lirios de flores negras y pronto se marchitan. La música reverbera en el silencio. En el mismo silencio quedan en  piedra inscritas todas las imágenes. Es verdad que una palabra basta. La memoria es desmemoria en el balance. Es verdad que escribo para Dios. Porque sé que no existes. Pálida vuelta del tren de la ausencia. Paraje de piedras. Arena bruñida, tan solo.

Quédate con las palabras

Quédate con las palabras , las mías, las tuyas, las de todos. Y úsalas a modo de tus sueños, tus miedos de futuro. Con los libros quédate también, los privados, los malditos, los públicos. Son papeles que serán polvo. También quédate con el lápiz para que escribas la historia, crónica de lo imposible. Quedará por allí un tiempo. Con el juego de palabras, las escondidas, las veladas,  Quédate con los besos, los abrazos, las caricias, las miradas. Es parte del truco de la vida. 

Dos peceras

Casualidad las peceras. Dos, comunicadas por un canalete en su parte media. Unas como piedras de arrecife en su interior y un muchacho en su trabajo de limpiar los cristales. Peces de colores adentro en su universo limitado. Un movimiento perpetuo en el deslizarse en las peceras. De una a otra de manera permanente. Ir y venir constante. Yo esperaba un dato. Tenía tiempo de seguir observando el mundo tan pequeño de los peces de pecera, a diferencia del río o mar, o mínimo laguna. En letras pequeñitas: "de un lado a otro lo mismo, instalados en la rutina, animalitos de costumbres, nuestra seña, nuestro sino",

Cuando pregunten mi nombre

Cuando pregunten mi nombre diré mis apellidos para hacer referencia a mis viejos en el umbral de despedidas. Porque soy el mismo que mi hermano, sangre del camino, sueños del paraíso, sangre de los sueños, rabia acumulada.  Porque siempre entendí la vida como un trayecto de dilucidar  escudriños, guiños. Y quitar grano a grano de la mazorca de los días, haciendo tiempo, perdiendo tiempo, eludiendo el tiempo. Y el miedo a los dientes flojos por la tanta sonrisa, a la arruga primera y al tinte de las canas por la tanta vida. Y hubo razón en todo, sobretodo en los colores, los pasos y el canto. Este rumiar de palabras fue la gota que derramó el vaso, porque fue siempre un pretexto para dejar huellas en el camino, como miedo de la especie para el olvido. Este es el silencio mayor. Cuando pregunten mi nombre buscaré iniciales, palabras en otros idiomas. Miraré absorto mi fotografía o el espejo. Y seré siempre el otro con mi mismo Antonio y los mismos apellidos. Hable el espejo sin mí cuando

Me preguntarán

Me preguntarán mañana por tu nombre. Será otro tiempo el mañana donde dobles discursos y  libros inocuos serán historias conocidas. Se escucharán otras melodías para otros corazones. Otros habitarán el palacio, otros en la corte. Y las cartas abiertas serán polvo solo en el olvido. Y habrá versiones distintas porque seremos siempre otros en búsqueda constante de lo que no existe. Vapor de agua vital en su ciclo. Polvo concebido para con la humedad ser lodo. Me harán otras preguntas e iré callando poco a poco las respuestas. Dictaré ciego tres o cuatro cartas para despedirme. Hay tanto humo aquí, tanta bruma. Me preguntarán tu nombre, por el mío. Y responderé: brizna de tiempo, polvo, nube, nada.

Sucede

A menudo sucede. La cosecha. Una canción. La risa en todos por la alegría de levantar la siembra. Un conjunto de ideas de bienestar. Una escritura fina en su trazo. Letra estirada. Decir amanece lunes. Caimán de la semana con sus fauces alegóricos. Hay por lo pronto leche y miel. Bienaventuradas las manos del hombre en su trabajo. Olvido y recuerdo es un binomio perfecto. Sin embargo sucede mirar atrás. Retrospectiva de dibujos al lápiz. Un Dios generoso con brazos abiertos para atrapar a todos por su bien escribe mi nombre y me acomoda en la fila. Vamos pasando a revisión. Por si las dudas el verso antiguo que te nombra sigue grabado en el cerebro. Escudriñar el día. Rutas del oro o seda. Camino bajo la sombra de árboles generosos. Despierto.

Nunca como hoy

Nunca como hoy la rabia por la dicha. Por entretejer los sueños sin duelos rostros duros. Nunca como hoy para lanzar al aire la mirada, al aire fresco de la mañana cuando el rocío despierta. Nunca como hoy para cantar por todo lo que existe y lo que viene. Nunca la sangre esté en mejor momento. Nunca el horror del hastío y la rutina. Hoy puede ser cualquier día. Cualquiera inclusive el domingo de las rosas y los soliloquios. O los lunes de iniciar la marcha. Tome hoy usted la ducha. Y no como rutina sino iniciando en otras partes. Mucha espuma. Mucha. Respire pensando en el suspiro. Y ponga la mirada en la luz luego del descanso de lo oscuro. La oscuridad para los ojos es el descanso. Es la preparación para develar lo que existe alrededor y más allá. Nunca como hoy perder el tiempo. Nunca más. Buenos días. Buenas noches. Hoy es este segundo y el que le sigue. De este u otro día. Todo lo demás no existe sino como remedio y pretexto para alumbrarnos donde nada hay. Este segundo nunca com

Los jòvenes

Decenas de jóvenes entran a las viandas del desayuno. Se forman para turno. Y lentos avanzan con sonrisas y palabras de juego. Otros llegan y se saludan con beso en la mejilla. Son muchachos y muchachas sanos, fuerte, promisorios de futuro. Andan de viaje en grupo con sus maestros. Vienen de Cancún a. Mérida para saber las piedras antiguas en Mérida. Transparentan sus sueños en la mirada. Comen sano frutas y legumbres, leche, huevos. Estudian apenas en el despertar de otros  sueños para nube libre. Son compañeros y entre ellos amigos o novios. Los miro absorto en su movilidad, su hablar bajito. E imagino a sus padres y abuelos o tíos, que seguros saben de su regreso y los recibirán con besos y abrazos. Y ellos dirán imágenes con palabras atropelladas. Dirán de muchas formas ya estamos aquí, viejo, vieja . Mañana estarán en sus aulas. Con sus estudios y relajo. Sus manos sudadas unidas. Y el deporte. Los jóvenes son los mismos en todas partes. Y no precisamente en todas partes. Pienso e

Perdón

Te pido perdón, a ti, que eres distinta con otros rostros, pensamientos y miradas. A ti que eres tantas y todas. La misma en Dios y en tardes, transparencia, polvo encarnado. La misma en luz y sombra. La misma en el alfabeto nuevo y el antiguo. Perdón por la espera en la penumbra, en la madrugada y noche. Porque no dije la palabra precisa en el momento justo. Y mi acto se contradijo muchas veces. Mis escritos fueron siempre retórica pura lo mismo que mis cuentos para dormir d e noche. Y tuve muchos silencios para tratar de explicarme el punto exacto donde confluyen todos los tiempos en un segundo. Los poemas si hubo alguno eran falsas monedas de tres pesos. Perdón por el calor que no subió de intensidad cuando el frío. Y no supe ser el fuego cuando de eso se trataba. Me anduve por las ramas explicando miedos cuando no eran necesarias explicaciones. Y tu llanto llenó un mar de ambos solos, solos en palabra y llanto. A ti, perdón, que eres madre, hermana, hija. Perdón por mi existencia,

Amanece azul el día

Amanece azul el día y transparente para sábado. Inicio temporada de sonrisas con aparición de ligeros textos para recobrar distancias. Pronóstico del tiempo: viento suave y lluvia . Ayuno en frutas para recobrar salud infantil donde el juego. Escribo palabras en la pared y en el espejo. Leo los anuncios montado en bicicleta. El doctor ordena sueñe un poco más, todo es posible menos quitarse el nombre y la mirada. Tomé la receta inspiradora y salí a caminar respirando hondo. Tarde de rondas infantiles que duran suficiente. Un loco me enfrenta en la calle y sin más me suelta: somos siempre los mismos, nuestro nombre no importa. Soy tu espejo y eres el mío. Imágenes sin imaginación solo eso somos. Dientes flojos. mirada lánguida. De pronto calla y me dice: perdón señor, me equivoqué en mi soliloquio. Me arrebata la receta. Suelta un libro a sus pies. Y se aleja corriendo. Sueños somos. Título.

Reflejos

Era fantasma. Y él en soliloquio la imaginaba tenue, transparente, con gracia. Polvareda en el camino.. De día el sol le daba directo a los ojos. Y resistió por orgullo la mirada al sol al grado de quedar ciego. Escribe unas palabras al aire y quede el poema solo si es parte de un plan del destino. Era un grupo consistente de amigos. Con aplausos al final del tema. Una serenata a dos. regalos para navidades y cumpleaños. Al final de la jornada, quedó solo y asomó al espejo siendo él mismo reflejo del reflejo.

A los cuerdos

A los cuerdos porque saben de la sensatez. No les mosquea la rutina ni la esperanza fallida. Sonríen, saben de la fórmula etiquetada desde niños. Se acomodan en la fila donde nadie atiende. O listos buscan recompensa con amigos en asada por cumpleaños o goles. Los cuerdos han sostenido al mundo sobre sus hombros. Lo mismo que a la sociedad, a las instituciones y la avaricia de unos cuantos. Y hasta defienden a esos cuantos porque aspiran crédulos a ser parte de  ellos. A veces sueñan o posan. A veces dicen mentiras blancas para que no se note ese hastío de la nada. Porque los cuerdos esperan la vejez con salud completa. Cumplen sus rutinas enmarañados en la misma. Los cuerdos componen canciones que no publican ni mandan al destino. Hacen las compras en el mercado. Pagan sus cuentas con meticulosidad. No arriesgan porque saben que la vida no es un casino de apuestas. A los dolores de aburrimiento se aplican pócimas de autoestima y ejercicio. Reprimen impulsos caóticos. Todo en orden. Ci

A los locos

A los locos. Con esa sonrisa de razón, al vuelo los sueños, los buenos, los verdaderos, nada que ver con el afán del oro. A los bobos que tienen la razón en tod o. Hasta cuándo no la tienen. A los tercos que inventaron máquinas y crearon vacunas. A los molinos de viento, imagen de la razón en cuadro donde se estrella el delirio. A Vietnam y sus pantanos en la victoria contra la vanidad y arrogancia. A los risueños. Yo no. Si tú en las victorias cotidianas. A los que sueñan pájaros al papel pautado. A los peregrinos en el valle, esté de agua con sal. A los angustiados y con tribulaciones que seguro son sus cuitas mucho mas pequeñas que un grano de arroz. A las de los besos por oro, de una forma u otra incluyendo matrimonios, A los gambusinos que caminan sobre honras para alcanzar el oro. Eran aventureros. Los de hoy son eco de los ecos. A las madres que dejaron atrás sus ilusiones por el hijo. Al avioncito papel maché que me hizo reflexionar sobre el destino del polvo vivo. A tí, donde

El guión

Una pajarita de papel y un avioncito de maché de pronto en ruta hacia el horizonte. Nubes como de sueño o azúcar de la infancia que vienen siendo lo mismo. Traje a la medida para lucir el pasaporte de los días. Sopa de tiempo. Miedo en el tiempo. Saberse fiel a un destino. Con la ropa de tela algodón americano. Una película basada en un guión de experimento. Y las palabras como luciérnagas se acercan y alejan también con vida propia en su propia ruta. Para nadie, para todos, mi abrazo siempre. Es una forma de tender la mano. Abrir los brazos. Mirar y mirar siempre para tratar de entender las historias que nos quedan lejos como el guiño supuesto.

Todo pasa

Todo pasa, el dolor, el amor, la vida. Todo cambia, el color, el amor, el retrato en la identificación. Los amigos no cambian. Se enferman o mueren, que es distinto. Las generaciones pasan. Los hechos como historia de los pueblos se acumulan. Versiones distintas de lo mismo. El amor permanece en la memoria como una huella del paso del tiempo en la caricia y los besos. No cambia el amor, muda de personas, solamente. La perfección se manifiesta en la ausencia, en el dolor perenne, en el no ser, tampoco estar. Todo cambia. La roca al polvo. La canción al olvido. En un ciclo de despedidas y bienvenidas las miradas permanecen como incandescencias. Luciérnagas que ya no están. Los besos nunca suplantan a otros besos. Tampoco las personas suplantan a otras. Las historias serán distintas aunque las personas sean las mismas. Años hace. Tiempo, perfección de la nada. Los ojos rojos, oídos sordos, también cambian hacia la ruta de la dicha en ciclo amargo, dual con la alegría. Manos a escribir la

El mariachi

Amo la música de mariachi. Desde mis años cuando niño escucharlo por la radio era mi goce. El Son de la negra, Caminos de Michoacán, Paso del Norte, por decir algunas canciones. E imaginaba a los músicos, dándole duro a los instrumentos. Escuchaba y seguía las notas del bajo, como estructura de base, que iba descubriendo. Ya en la secundaria formé parte de uno: Zamora y el profe Puente en la trompeta; Joel Garzón en el guitarrón; y las maravillosas cantantes en esa edad de la dulzura. Yo en el violín o guitarra; Candelaria en la vihuela. Y por las tardes el ensayo, para futuras presentaciones. Y fuimos a varias partes, con el traje negro bordeado y el sombrero de charro. Y por mi oído desfilaron en discos Chabela Vargas, Lucha Reyes, el mismo Cornelio Reyna y el Vargas de Tecatitlán, sin faltar eso, sin duda, la maravillosa vos de Lola La Grande. Así que ayer domingo, en una comida de amigos, a quienes agradezco, pusieron de puro gusto en la rockola canciones de Mike Laure y sus Cometa

Agradezco en mis 45 y 10

Agradecido en la salud y el pensamiento por ese gracias a la vida que me da tanto. El amor sin duda. Donde quiera que esté. Y este camino para seguir, angosto sin más, abrojos y piedras. Pero imaginando llegar al florido jardín. Y con higos, uvas y duraznos. Y esas sonrisas del mejor continuar y nunca buen fin. Y el corazón con su tam tam. Miro al viejo en el espejo cuando me miro y en la vida real con su eterno reír. Y con su eterna hambre también, qu e genera risa, de que le traigan "avenita," por lo suave en digerir. En estos mis 40 y 15, nunca disfrazo la edad. Recibo abrazos de los amigos y las palabras de parabien y buenaventuranza. Cómo no querer vivir, aferrado a la esperanza de estar mejor en el mejor ser. El risco está y el filo del metal. Está el celofán y la cera, también. Y el muro. Agradezco al muro. Porque me hace escudriñar. Y aunque el sol se niegue a salir, lo llevo siempre en mi corazón. ¿Qué más?

La higuera

Hace frío adelantado en la temporada de moda verano-otoño. Techos grises. Torres de iglesia. Tendederos de ropa. El ocre domina, el óxido. Anuncios publicitarios. En la panorámica una higuera en primer plano, grande. Se eleva orgullosa, con sus hojas y frutos. Sus hojas lobuladas, rugosas. Su fruto morado e igual, rugoso en lo exterior, como una manera de defenderse. Y tan dulce en su interior como tu corazón. La higuera trae a mí en coincidencia la higuera de la infancia, del patio de mi casa  Hacía frío también. Mas un frío distinto.

Ayer

Norte. Ayer anuncio de frío y lluvia para hoy. Y pasamos por el viejo para llevarle a que muestre vida con sus huellas. Es un requisito, me dicen. Y pasamos a su casa rodeada de plantas, algunas con espinas, otras con flores, para sombra o con frutos. Y nos abrazamos con júbilo. Como esos amigos que se encuentran al fin luego de tanto tiempo, vencida la distancia y los anhelos. Toco sus huesos del hombro. Me conmueve su sonrisa. Le abrazo de nuevo, fuerte, con afecto. "No tan fuerte -me dice- que me quebré el hombro hace más de veinte años". Pensé que se negaría a salir a lo de las pruebas de vida, requisito, reitero. Y no, dócil, como niño bien portado, dice sí, y sale caminando junto a nosotros. le abro la puerta del auto y sube en sus 86 años. Y platica. Pregunta. Respondo, No me oye.  "¿Qué dices?". Y así seguimos la ruta. Nos comunicamos con sonrisas amplias. Y con señas. Y recuerdo ofrecerle avenita. Y sabe del chiste. Y alcanza a escuchar, o lee los labios. Y

Me acuerdo (7)

Me acuerdo del maestro Filemón. Era el director de la escuela. Y era alto como gigante, fuerte como roble y corazón de pan recién salido del horno. Se imponía con su sola presencia. Era serio y también reía. Me acuerdo. Nos daba clases de historia. Y de varios temas me acuerdo aún en la distancia. Uno de ellos es cuando se fundó Roma. De acuerdo a la leyenda. Una loba amamantó a los hermanos gemelos, Rómulo y Remo, de por allí su nombre.Y un gran monumento en la ciudad nos mostró en fotografía.   Nos llevaba de viaje a los alumnos. La escuela tenía un viejo camión. Su chofer Don Pedrito. Fuimos a las presas. Al Antiguo Padilla, donde, hundido en agua, se mira una torre de iglesia. En la escuela una vez me castigó. Entré a su clase con un globo lleno de agua. Y este tenía una fuga pequeñita. Y me lo puse en la boca para que no mojara el suelo. Mas de pronto explotó la bomba. Y el agua quedó en el suelo, más o menos como un litro. Él al ver la escena me mira desde lejos y me pide salga d

Me acuerdo (6)

También me acuerdo, que entre tantos personajes, hay algunos que se quedan, por derecho propio, en la mente de cualquiera. Y uno de ellos es Diógenes, el loco, el verdadero perdido de la mente, que decía buscar hombres honrados en Atenas, alumbrando de día con su lámpara. O por ejemplo lo que dijo, a la orilla del río, al tomar agua con su cazo, y ver a un muchacho tomarla con las manos juntas, en forma de cuchara: "y yo alardeaba que era el más sencillo", y al momento rompió su cazo. O la vez que Alejandro el Magno se le acercó, a ofrecerle -él en el suelo- lo que quisiera. Y él le respondió: "solo que te quites para que me llegue el sol". O la vez que estaba frente al mercado, riendo como loco. Y le preguntaron sobre el motivo de su risa: "veo tanta mercancía, y nada necesito". Loco de verdad, don Diógenes. Que nos siga alumbrando a la distancia su bendita locura.

Me acuerdo (5)

Me acuerdo de la nada. Esa sensación de andar en el limbo. Y escribir una palabra o varias. Y borrarlas al instante, zafias, donde nada dicen. Apenas hueco que dibujan. Desiertas imágenes. Conjunto vacío.  La nada no es siquiera el polvo del futuro. Es sentir que sobra todo porque nada falta. Es mirar transparente. Y le miran transparente. La nada es el esperpento de todo lo pasado. Y el martirio de ser indiferente a la alegría. Al texto. Al rictus como sonrisa helada. No es un libro vacío. Ni poema sin poesía. Estos aún se justifican en los intentos salobres de construir donde nada se logra. El libro vacío ya tiene carga al llamarle libro. En cambio el poema busca rima o metro. Y queda sin una imagen que le rescate. Han sido como hoy tantos momentos así en los que domina la nada. Me acuerdo de esa transparencia celofán de mi cara. Adusto siempre. Como el espantajo de la película apenas contenida en un block de notas para guión.

Me acuerdo (4)

Me acuerdo que éramos pocos, éramos locos; y ya anidaba en algo muy adentro nuestra sed y hambre de poesía, y de vastas explicaciones de Sofía en palabras cimarronas. Era edad escolar preparatoria Y nos brilló siempre la mirada pensando en el futuro. Y el futuro nunca fue el infierno o deudas de coche, casa y cubiertos de plata. O incendio con armas o algo parecido. Nuestra nostalgia de porvenir en sueños  era siempre miel, pan y leche tibia para todas las mesas. Porque fuimos siempre bien portados. Pero primero había qué descubrirnos verticales, erguidos y era necesario asomarnos a los libros. Teníamos uno de cabecera, por decirlo así, era uno donde de manera sencilla nos explicaba el autor sobre  ¿quién? ¿cúando? ¿donde? origen de materia, vida y ser humano.  Y nosotros sorprendidos escuchábamos al lector y nuestros pensamientos buscaban encontrarle tino a tantas razones con explicaciones. Nos reuníamos bajo un sauce llorón o un aguacatero tendidos en un pasto paraíso. Me acuerdo que

Me acuerdo (3)

Me acuerdo bien de su mirada. Era la edad de los 17. Y eran esos días de otoño, cuando el sol de tarde se pega a las ventanas. Andábamos en grupo atornillando sonrisas con guitarra y canciones para el coro de concurso. Sobretodo el nuestro. Nuestro grupo. Hablo de la escuela Normal. Y nos llaman para apoyar al de primero . Y lo primero que vi fue su mirada. Unos ojos negros refulgentes, con ese brillo especial, que tienen las estrellas, de verdad. Y acordamos la canción para buscar los tonos y los acordes de acompañe. Fue una hora que se fue como un minuto. Y adiós hasta mañana u otro día. Y al día siguiente sin saber exactamente, me encontré con la mirada. Y sonreímos porque ella me lo dijo después también cayó en cuenta de la mirada del otro lado. Y empezamos a reír. Esa u otra tarde cercana comenzamos a buscarnos como de manera incidental, como si nada. Y luego caminamos juntos un año y luego otro, ya sabiendo dle cariño, y palabras escasas, mucho más las sonrisas. Fue con ella que

Me acuerdo (2)

Era un 13 de noviembre, hace años cuando mis catorce. Había llovido. Mucho lodo. La casa y secundaria cien metros cuando mucho de distancia. Estaba oscuro, aún. El Norte. Y se sentía fresco. Lluvia, lodo, frío. Y caminar como si nada, con los libros y cuadernos. Y apretando bien el rostro. Y el corazón contento por la ruta de las charlas, de maestros, los de antes, con sonrisas sobre estrellas, la loba, en el origen de Roma, amamantando a los gemelos Rómulo y Remo; y retos ciudadanos, algo así los temas, y sin faltar los algoritmos y el H2O. Antes de la entrada una niña. Una niña de tercero. Con pequitas y algo flaca. Su falda guinda, yo de caqui. Ella con sonrisa sol, pero de luna cuarto creciente, me esperaba a la entrada de mi grupo, el tercero. Y me hace un regalito. Un perfume, en cajita roja, bien me acuerdo. Ah, y un abrazo. Un abrazo que recuerdo a tantos años de distancia. Hace poco la encontré. Es la misma, muy distinta. Menos la sonrisa. La sonrisa es la misma.

Me acuerdo (1)

Me acuerdo de las tardes de domingo en el parque. Eramos muchachos. Había un lago, lanchas, vendedores de ilusiones y dulces, lectoras de la mano y miradas. Había columpios y resbaladillas para algarabía de los niños y un inmenso pasto verde donde nos acostábamos a mirar el inmenso cielo azul y más tarde las estrellas. Andábamos de vigilantes para evitar estropicios del vacile. Y las muchachas tenían una sonrisa especial en primavera que duraba hasta el verano. Y otra risa especial para el otoño e invierno que provocaba calor tan solo verlas. Allí entre la oscuridad y los árboles jugábamos a buscar los grillos, las luciérnagas. Y terminando la jornada cantábamos canciones mientras tomábamos leche como los gatos acompañado con pan. Nos daban nuestra paga. Aunque para nosotros corretear entre los árboles acompañados de promesas era mucho en suficiente. Luego nos íbamos caminando por una calle inmensa, cobijados con Sandino en nombre.

Me acuerdo

Me acuerdo de mis padres. La sonrisa seca veraniega con polvo. Su rostro adusto en el quehacer diario. Y los abrazos de manera reiterada. Nunca les vi ofenderse. Su silencio proverbial les permitió valorar las palabras en la economía del desierto con su sol rey imperante. En el invierno cruel del norte nos acercaban al calor de las brazas carbón. Nos acercaban tortillas para irle dando vueltas y quedaran tostadas. Nos pasaban la mano por el cabello. Nos acariciaban. Por las noches se aseguraban que quedáramos bien cubiertos por cobijas de lana. Me acuerdo de un abuelo. Los otros solo en referencia por los nombres en algunas pláticas sobre el campo. El reino perdido en el feudo. Los graneros. El durazno en almíbar. Los caminos entre la nopalera, las tunas. Entre todos ellos quedó mi abuelo Jacinto. Abandonado en su ancianidad a su suerte en el bajío y rescatado por mi madre para sus últimos años en una casa pobre. Don Jacinto, eso sí, mantenía limpio alrededor de su cama. Y se escondía

Todo me lleva a ti (2)

La crisálida y la mariposa me llevan a ti , así como la rosa. La brisa suave y el viento de huracán. Sorber el agua simple a ti me lleva. Y el movimiento en la ola del mar. Y el aceite de la nuez. Mas los conceptos de guerra o paz.  Todo me lleva a ti. No importa, o sí, si ya no estás. Si navego en circunvalaciones del no estar. repetidas veces. Sueño que en otra tierra me vi. Todo me lleva a ti: la nube, el unicornio azul, la guitarra, el tejer de red frente a ti. Calles, callejones, o avenidas. Nance y manzana, a ti. Lo sabemos ya. Es un resplandor. Es el existir. Y todo para hablar de ti.

Todo me lleva a ti

Todo me lleva a ti. Los higos, la quimera, la exacta canción de la radio. El humo de los cigarros de otros. El pasaporte en trámite. Cae el agua y marca un camino de humedad, y es a ti a donde me lleva. Y el polvo, este, que trae el viento, es la ruta de nuestros antepasados. A ti, me lleva. Y el polvo de estrellas siderales. Más el búho de la madrugada fría. Todo exactamente me lleva a ti. Camino entre rosas o espinas. El llanto, aquel detrás de las sonrisas. Declare usted. La calle desierta o llena de atribulados con prisa o sin ella. Es a ti a donde me lleva. No exactamente. Es la nostalgia de pensarte, de encontrar pasajes de la vida, donde te apareces. Y decido entonces dar la vuelta y regresarme. Hay un muro detrás de mi. Hay un muro que también me lleva a ti. Es algo incomprensible. (Borrador)

No tardes

Amor, no tardes. Que viene bien un café con pan de mañanita. El frío inicia, frío de invierno. No tardes, cala el viento y la soledad. Está listo el nuevo disco con canciones poemas. Listas otras páginas de otros libros. No tardes. Los días han sido a veces soleados o con lluvia. Y son lo mismo en tu ausencia. Las hojas caen lentas. Brotan nuevas. Palidece el resplandor. Y a veces brilla tanto el sol que calcina. Algún vecino enferma y lo anoto en el cuaderno. Como manera de conciliar oraciones en un solo punto para la sanidad. Y alguno muere. Y es entonces cuando me miro al espejo. Y recuerdo la palabra polvo. No escribo con la pretensión de volver el tiempo. Y menos deshacer los nudos de lo hecho. Solo lo hago para asomarme a la nostalgia del futuro. No tardes. El café está aún tibio. Y este pan, nuestro, amor, está por salir del horno.

Al fin

Todos al fin en el camino. Pasos lentos o con prisa. Polvo y viento. Encontramos vendedores de peras y manzanas. De libros. De promesas. Y los que llevan en sus hombros la carne. Hacia el mercado, todo al fin, lo mismo las palabras. Con acentos sin túnica. Menos arabesco para la elegancia. Digan al fin lo que signifiquen. Al trueque funcionan mejor. El caso es que tasan oro, la medida. Y allí sí que cambian. Brillo de aceite a la fruta, polvos saborizantes a la piel y bien escritas las palabras. Para que las valoren bien a pesar del regateo. De nada vale el rostro serio o las lágrimas. Y menos las reconvenciones. Todos al fin en el camino, hacia las estaciones. Subida o bajada. Termina el camino. Vimos flores, poemas y miel como palabras. Aquí en el mercado es otra cosa. Cambiemos nuestras máscaras.

Me quedo con el ala izquierda

Me quedo con el ala izquierda. Con las páginas escritas. Con la sonrisa de bote pronto ante los saludos. Es una buena manera de iniciar el día. Escribir. Y bañarse, claro. Pero escribir abre la posibilidad de descansar la mano. En eso que llamamos buenos deseos. Y para mí sea la cera y construirme el ala derecha y completarme. Me quedo con el libro, ese donde van las sales y una porción de playa en las arenas. Ese libro tiene su historia. Mis dedos haciendo el recorrido por el plano mayor del universo y posteriormente en la maqueta. Yo me entiendo, y sé que tú también. Me quedo con el lado izquierdo de las cosas. Sin falsos esquemas de las ideas. Es la parte que me gusta. Simplemente. Hay en el libro un pase viejo para el cine. Y una hoja seca que representa la heredad posible en el pasado. Yo me entiendo, ya lo dije. Me queda, allí guardado también en el libro de humedades a causa de la lluvia, una rima en palabras sueltas. Yo me quedo y viajo de vez en cuando en otras rutas, para ver

Un verso para ti

No es casual un verso para ti. Tiene su causa. Y aunque no es más que palabras simples, de ocasión, no son casualidad. A nadie engaña el verso en el juego de palabras. Unido el verso a otros hacen el poema. Y sin embargo tampoco es la maravilla. Digamos, un poema escrito es apenas lo que dice, no más. A veces lo sostiene el ritmo. Imágenes atrapadas al vuelo como silba el viento en la grieta; mariposas monarca, tus ojos. Alas batir para vuelo. Aquí son palabras, pretexto para  decir que escribo para ti. Leas o no. Abandonadas queden aquí. Un día, a lo mejor, escapen hacia el libro. No lo sé. Un verso escribo para ti y en su conjunto el poema. Es una manera de decir que estás donde te fuiste. Si acaso recordarás algo, un libro, un disco, y, olvidado el nombre, dirás quién. De nada sirve el poema. Nada a cambio dan. Nada dan de notoriedad. Si fuera posible sería mejor callar. Quedarse en silencio al fin. Y más un día como hoy. Como mañana. Escribo hoy. Cómo estás.