Mi olvido

Mi olvido tiene memoria. Sabe de rutinas y de besos. De canciones del recuerdo y de palabras de la oración y para el rezo.  Tiene guardado en la piel, sí, piel de memoria, tantos sueños materializados y pendientes. Como si fuera el exceso de risas, de andar por los caminos, lleno de todo, con agua fresca y laxo. Mi olvido a veces lo olvido para probar como ejercicio. Me desatiendo entonces de todo. Y camino reconociendo las cosas, otros nombres de libros, otros poemas, otros amaneceres. Porque sepa usted que es bueno eso, preguntar ¿y esto? ¿Y esto otro? Y las personas creen que uno miente, finge. Simplemente el aprender requiere de espacio sumamente amplio para grabarse las palabras y las notas. Yo me duermo en las noches, y repaso los momentos del día. Y los guardo vivos en la memoria del olvido. Y cuando escucho canciones o leo poemas, es entonces que sucede el milagro del recuerdo. Aún así, terco y orgulloso, a manera de juego, me digo: ¿y cuál era su nombre? Y no es que lo olvide. Es simple ejercicio con juegos de memoria.

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