Me acuerdo (1)

Me acuerdo de las tardes de domingo en el parque. Eramos muchachos. Había un lago, lanchas, vendedores de ilusiones y dulces, lectoras de la mano y miradas. Había columpios y resbaladillas para algarabía de los niños y un inmenso pasto verde donde nos acostábamos a mirar el inmenso cielo azul y más tarde las estrellas. Andábamos de vigilantes para evitar estropicios del vacile. Y las muchachas tenían una sonrisa especial en primavera que duraba hasta el verano. Y otra risa especial para el otoño e invierno que provocaba calor tan solo verlas. Allí entre la oscuridad y los árboles jugábamos a buscar los grillos, las luciérnagas. Y terminando la jornada cantábamos canciones mientras tomábamos leche como los gatos acompañado con pan. Nos daban nuestra paga. Aunque para nosotros corretear entre los árboles acompañados de promesas era mucho en suficiente. Luego nos íbamos caminando por una calle inmensa, cobijados con Sandino en nombre.

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