Ayer

Norte. Ayer anuncio de frío y lluvia para hoy. Y pasamos por el viejo para llevarle a que muestre vida con sus huellas. Es un requisito, me dicen. Y pasamos a su casa rodeada de plantas, algunas con espinas, otras con flores, para sombra o con frutos. Y nos abrazamos con júbilo. Como esos amigos que se encuentran al fin luego de tanto tiempo, vencida la distancia y los anhelos. Toco sus huesos del hombro. Me conmueve su sonrisa. Le abrazo de nuevo, fuerte, con afecto. "No tan fuerte -me dice- que me quebré el hombro hace más de veinte años". Pensé que se negaría a salir a lo de las pruebas de vida, requisito, reitero. Y no, dócil, como niño bien portado, dice sí, y sale caminando junto a nosotros. le abro la puerta del auto y sube en sus 86 años. Y platica. Pregunta. Respondo, No me oye.  "¿Qué dices?". Y así seguimos la ruta. Nos comunicamos con sonrisas amplias. Y con señas. Y recuerdo ofrecerle avenita. Y sabe del chiste. Y alcanza a escuchar, o lee los labios. Y responde, cómplice: "¿pos cuántos años tiene la muchacha? ?Pues cuántos tiene?
Nos reímos los tres. Rosa, el viejo Juan, y este que soy yo, también Juan.

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