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Mostrando entradas de febrero, 2015

El hombre de rutina

Me da tristeza el hombre de rutina. No cambia ruta rumbo a su trabajo. Las mismas imágenes por las calles. Canta la misma rockola a la misma hora. Dice con permiso, gracias. Adiós. Y entra a la fábrica o al supermercado o la oficina de contable y se encamina al mismo lugar por las ocho horas acordadas. A veces creo que sueña piruetas sobre la playa o en un alambre; o de perdido caminar de espaldas o ir saltando. Y destilando risas con sudores transparentes. O tomar la servilletas y escribir un te amo, con la coma y el nombre respectivo. La rutina digo que es un cáncer. Salario por jornal para el pago de la renta, el colegio de los chicos y los abonos  para el banco. Me da tristeza mirarme en el espejo. Entonces voy a mi cuaderno y escribo unas palabras.

Siempre cuenta conmigo

Preparo té. Limón con canela. Brebaje para antes de hacer el amor, como escribir un texto. Algo así como carta personal. Y está caliente, el té, para el  sorbo a sorbo de la vida.  Aroma de canela con limón en el ambiente. Y pienso en ella. Tomo té. Qué tiene que ver que tome té con lo que escribo. Solo eso. Pienso en ella. Que seas feliz, dice la canción. Un estribillo viejo que se acomoda como gato a los pies. Siempre podrás leer hagamos un trato de ese mago malabarista Benedetti y mientras tanto reitera la canción el siempre podrás contar. Es viernes como sábado. Día entre azul y nublado. Las palabras se las lleva el viento mientras talo cedros como el tiempo. A título personal escribo. Busco un libro hacia la cama. Dos o tres páginas y al sueño. Y que te encuentre allí, indefensa, sonriente, palabrina.

Nada es propiedad

Nada me lleva, nada me llevo. Este aire maravilla. Y el aroma del huele de noche, o tu aroma mismo. Nada es propiedad. Dime acaso el canto de los pájaros. La guitarra. Ese cúmulo de nubes y libros. El diploma del 9.9. Nada es propiedad. Ni esta mirada absorta en el movimiento de la ola. Ni la ola misma. O la pintura que eterniza tu belleza. Títulos. O una nota. Mira bien los discos de Auté o de Nana, que admiro y oigo en repetidas ocasiones. O esta nitidez de pantalla. O el auto de ciento veinte caballos hp. Mas al irme extrañaré unos breves momentos que también se quedan en memoria, una breve fracción de tiempo. Una palabra al oído del siempre y el ni nunca. Mas la  imagen de la luna colgada a tu mirar. Y un punto de carretera de aquella vez, en un punto tuyo como iris luminoso. Nada es propiedad. Mas si valiera el lucro, me quedaría con tu flor poema.  (borrador)

Abate el destino a una amiga

Abate el destino a una amiga. Le da de frente con saña. Le hablé sin decirle palabras. Para ofrecerle mis brazos. Ella sabe quien soy. Y yo sé de ella. Qué importa. El destino le da hoy golpe mortal. Y es tal su fuerza que vive. Ha sobrevivido cien mil veces a otros. Y levanta la frente. El golpe de hoy es distinto. Y ella no encuentra respuestas hoy. No pregunta. No pregunta. Dios es grande. Sabe lo que hace. Más no es justo. Me digo. Me repito. Yo nunca blasfemo. Lo hago hoy. En esta oscuridad de abismo. Mañana, luciérnagas alumbren. Amiga.

No estamos

Es verdad. No estamos. No estaremos. En los segundos, en los días,  meses que siguen terminan el caos y la calma. Exhorto al tiempo vivido, donde nada hay. Exhorto al recuerdo hundido en la memoria, que diga datos, momentos, señales. Solo el polvo testimonia objetivamente el fin de la vanidad y el ego. Somos otros en el instante mismo de la palabra. Otros en el silencio. No estamos, qué importa.

Otra medianoche

Ecos de tu voz.  No estoy ahora, me digo a mí mismo desde el espejo. Y me miento. A dormir para soñar. O que pase de largo el sueño entre la oscuridad. Bruma entre los recuerdos. Broma del tiempo. Ecos de tu voz porque no estás. Cuando te diga Hola, o Buenos días. O Buenas tardes o noches. Sabrás lo que quiero decir. El silencio es otra manera del discurso. Es medianoche de lluvia intensa. Cruel Manzanero. Juega a broma su canción gris, cursi.

Imaginemos

Imaginemos un amanecer distinto con miel o pan con mantequilla. Imaginemos la tarde a punto de terminar el día. Una banca de parque entre árboles o playa de frente al horizonte. Imaginemos caminar veredas alrededor pasto y flores con pájaros. Lectura a dos voces por el solo gusto de jugar palabras e inventar mariposas al vuelo. Escribir nuestros nombres en las nubes. Imaginar en sueños encontrarnos en sincronía y darse a raudales los abrazos y los besos. Y despertar húmedos la lluvia fina. Imaginemos escribir historias a cuatro manos o seleccionar frases de vida como joyas encontradas y compartidas. Imaginemos esas diferencias n el diálogo por el solo gusto de retar al pensamiento para encontrar nuevas formas de relacionar imágenes. Imaginemos ese perro dogo a nuestros pies. O corriendo con nosotros. Una iglesia, un mercado, una falda de montaña, fotografías de cosas sencillas. Y las canciones. Imaginemos el nuevo mundo. Apurad que el tiempo tiene alas inmensas, poderosas.

Disfruto el día

Disfruto un nuevo amanecer. Esta posibilidad de engullir aire y nubes, sin darme cuenta. Y a partir de allí diferenciar colores en la luz. Esa entrada de la claridad y el crepúsculo de la tarde. Cruza un gato blanco en mi camino. Bajo peldaños en escalera o subo. Disfruto la maravilla de moverme y provocar la risa. Y digo hola y responden otros rostros. Sin disfraz digo palabras a manera de prueba, a ver si suscitan lo que pienso. Disfruto la magia del nuevo día. El tiempo presente se desliza con afanes nuevos. Imaginemos el nuevo mundo sin nosotros. Apurad, aún tenemos tiempo

La luciérnaga y el sapo

La luciérnaga y el sapo Contada mil veces, desde tiempos inmemoriales,  por otras generaciones, la vuelvo a contar. Una luciérnaga por cruzar el río, sin poder, necesitaba que alguien la cruzara. Y esperaba. Entonces, como suele suceder, se le acerca un sapo grandulón, y se ofrece llevarla en su espalda. Ella se resiste: "no, porque me vas a comer". Y este con cara de oveja tierna, le dice que no, que se lo promete y cumple. De tanto insistir, la luciérnaga le cree. Y se le sube al sapo. E inician el cruce. Ella contenta. Y él aún más. A medio río, el sapo, sin decir agua va,  saca su lengüeta y la alcanza a atrapar. Y ella no entiende el por qué. Y le da tiempo a preguntar, antes de ser engullida. "Por qué me comes". Y él con, los ojos vidriosos y viscosos, le responde satisfecho y glotón: "porque brillas, solo por eso." Enseñanza: suele suceder. En la naturaleza humana, el solo hecho de que alguien sobresalga, sin hacer ningún mal, a otros les causa e

Va

Ni en el pantano de la rutina. Ni en el lago azul calmo. Tampoco en el mar en un rítmico vaivén. Es en el proceloso mar donde  se forja el espíritu. El músculo del corazón se ennoblece. Se mira con exactitud. Se afina el oído entre la tormenta. Es donde la vida se vive en la intensidad, en su inmensidad, para expresar: vale la pena vivir porque es belleza la vida.

El amor

Brújula en el tiempo permitido.Verde en el semáfaro del caos. Agua fresca de pozo o manantial. Gozoso e intrincado laberinto. Paz e inquietud interior.  Torbellino. Adelanto de la eternidad es el amor. Una fracción breve en el universo del tiempo.

Domingo por la mañana

El sol se asoma por la ventana. M reconoce de nuevo y sonreímos. Hay un rumor de mar en el caracol gigante que me acomodo en el oído. Un pajarito se desentiende del mundo y canta. Suena el llamado del templo con la campana. Yo me lavo la cara. En el espejo  dejo mi rostro distinto al de la noche.  A veces canto canciones de la prehistoria personal. Me pellizco en el sueño de la vida. Y porque me creo que existo sonrío y salgo a crepitar el corazón. A toda prisa. Es domingo por la mañana.

Amanece

¿Cuántas veces nombro un texto Amanece? De ser posible cada día. Por la flor que abre y el rocío. Por este frescor de mañanita que seduce. Por el sabor del durazno y la sonrisa. Amanece con todas las posibilidades de la vida. Por el surco húmedo donde quedará la semilla. Por el anhelo de la dicha. La esperanza de entrelazar una vez más y otra vez las manos. Por tu siempre mirada dulce a pesar de las piedras y la cuesta de subida. Por la posibilidad de pronunciar tu nombre. Sí, amanece y suspiro, siempre.

Este recuerdo permanente

Esta manzana con dos mordidas solamente y viva. Va más allá del tiempo. De los conceptos. Vuelo de mariposas en el estómago. Palabras que se suceden convocadas por tu nombre, (borrador)

Hay días de mucha alegría

Hay días de mucha alegría. Ayer fue uno de esos. Basta una imágen. Unas palabras. Un haz de luz. Rumor de mar. Hay días en los que el poema se escribe sin palabras. O con muy pocas palabras. Anda en la mirada, el saludo. Un abrazo. Es el conjunto del día como de fiesta. Todo va en una suma en escalada. Tú sabes lo que digo cuando apago la luz. Cuando digo un hola entre el murmullo de la gente. Todos los días se acompañan con el buenos días. Pero los hay especiales como ayer. Fue miércoles. Ceniza. Marco con tu luz. (Borrador)

Otra canción

Otra canción. En la radio otra canción. Otra. Siempre otra.

Canción para ti

Esa muchacha no está. Estás tú que eres la misma. Con leve diferencia de tiempo, te ves igual. Ahora es el momento para escribir. Y me has pedido tú, ayer, que te escriba una canción. Es buen tiempo, por demás. Yo quise hacer un paraíso para ti, con una guitarra y el poema. La playa. Carreteras para buscar la oscuridad. Y nuestro palacio aquel. Escribiré una canción, que hable de ti y de mi.  No será la canción más bonita del mundo. pero es para ti. Mujer. (borrador)

Noche estrellada

El sueño sigue vigente. Medianoche. Estrellas.  Un disco hace recordar otoños y primaveras. Basta. Serenidad de saber lo que sucede. Adiós desde el andén, quien se queda o desde el tren, quien se va. La felicidad, gorjeo de pájaros. En mi mano, alpiste. Carnada para pez, también. Muchas escenas del recuerdo. Otras películas, guiones baratos o comerciales. La vida sigue y va. Balance final. La ruta, sin duda el camino. Nada más. Encuentro de inicio con final. Nunca vendí al mejor postor mi heredad, mi lugar, apenas palabras. Tengo en imagen una postal. Los pies bajo la mesa. El recuerdo de la lluvia, o playa. No juzgo. Y miro mi viga antes que la paja ajena. Hago recuento. Nada perdí. Más fue que gané. Ahora me voy. Ya me fui.  Sin  esperanza pendiente. Adiós. Mi final. Aunque el sueño seguirá vigente.

Declaración

Adoro. Al pato en su vuelo. A la piel de gallina. A la mosca en el pastel. Adoro. Al durazno en el árbol. Al colibrí en la miel. A la cereza en mi lengua. A la misa en latín. Al hombre en su sueño. A la mujer en su vuelo. Al primer beso. Al latir de corazón. A la cebolla en tu pelo. A la plata y oro en la mina. En el juego a la niña. Al caballo libre en tropel. Adoro a mi mano en tu piel. Tu aliento en mi oído. Tu nombre en mi voz. Al sueño contigo. Mis labios en tu ombligo. Mis ojos en tu bolso. Y a la muerte sin ti. Borrador.

De vez en cuando

De vez en cuando el corazón goza. De vez en cuando las miradas y vuelan mariposas, es raro todo esto. Y sin embargo en esas raras veces del tiempo, hay conciencia que ese poco es mucho. Y el tiempo se va como la bruma. Yo me la paso meditabundo y sonriente. Frente al río o al mar, como frente a la hoja en blanco con la pluma. Y pienso en la felicidad como fórmula para transitar la vida. La mejor. Y muevo la ceniza para renovar el calor de la brasa. Y pongo agua a la planta para su renacer cotidiano. Y enciendo con fósforo la lámpara con la que buscarte.  Y abro el libro de poemas exactamente en el que te gusta tanto como resumen de nuestra coincidencia y existencia. De vez en cuando llama Dios o manda mensaje. Y te lo cuento y sonríes. Sabes que no miento. Y entonces imagino que suspiras como suspiro yo. Y así seguimos escribiendo esta historia de polvo poema. De vez en cuando bienvenida. ¿A quién le escribo? Ella lo sabe y basta.

Del revés

Vi, en tantas ocasiones, a la escopeta tirándole a los patos. Hasta que una vez exactamente sucedió al revés. Lo cuenta bien la fábula, con su elección al final. Y qué decir del cántaro, el que tantas veces al agua fue en el pozo, y se rompió. Pero una vez lo vi, sucedió al revés. En pequeñitas gotas de agua, de tanto insistir, el agua se dividió. Y el caballo reventó, de tanto recibir el punzón de las espuelas, en medio camino. Y quedó allí, reventado. Pero un día fue el hombre, en su afán de dominar, quedó a mitad de la batalla personal, destruido en muchas formas. Y habrá versiones mil, en todos los rincones del planeta. Suele suceder. Solo que esta vez, dejaremos en su lugar a cada quien: patos y escopetas, cántaros y agua, y caballo con jinete. Dejemos en paz lo que no se debe torcer. La luna aún está. Y esta canción, infantil, de las cosas al revés. Para el burro, de vez en cuando la miel. Y las maragaritas a los cerdos, deberíamos de saber, que todo puede suceder.

La busco

La busco y sería más cómodo no encontrarla. La busco como motivo de vida. En el barrio marginal y en el suburbio. En la central camionera y en el mercado. En el aeropuerto y el moll. Por el área de discos y perfumes. En libros y en confitería. Por algún lugar debe de andar. La busco y me huye.  A veces creo que estoy a punto de alcanzarla. Entonces recuerdo esas tardes de otoño, cuando seguimos la utopía del amor, el sueño inalcanzable. Remanso de paz, juegos de palabras y las interminables sonrisas, una canción y un poema de amor, una tragedia griega. Y el tirabuzón. Un tiramisú de limón. Palomitas, por favor. Esa es la idea. Por eso la busco con afán, la busco con alegría. Y escribo. Aquí en el papel la busco también. Ah y veces en los sueños la encuentro. Humedad tal. Y allí quisiera seguir. Y al despertar la vuelvo a buscar. Poesía.

El amor

Es la dialéctica, diría el Maestro: el amor se materializa y se desmaterializa. Carnal, encarna y desencarna. Es anzuelo, carnada y pez. Se terrenaliza e idealiza. Lleva a la cima y a la sima. Presencia y ausencia. Sublime, sublima.

Amistad 2

Amistad en el beso aquel. En el abrazo aquel. En el desierto de la soledad. En la indiferencia. En el camino a la cruz. Amistad en el delirio y la sed. Amistad con Caín y Abel. En el flamazo aquel. En el camino donde nadie está. En la banca solitaria. En el libro vacío. Es el pozo profundo donde el agua siempre está. Es el eterno reír y a veces llorar. Miro la luna, aquí está. Arrullo de pájaros con su gorjear. Un nuevo despertar. Entro al cementerio a recordar, donde estás. Y digo las palabras para revivir, y aquí de nuevo vamos, vas. Es la santa alianza. Dame la mano, ven. Mi hombro aquí está. Y tú el pecho das. Aflicción no es dolor cuando estás.  Amistad es un himno a la vida. ¿Y este texto para mí? ¿Y esta flor? Amistad es el campo florido, la floresta. Es la red en la caída al precipicio. Las notas con voz de Bosé. Es el ascender acompañad, luego de caer. Amistad es el filo de navaja, cuando saber que estás. La fruta y tu rosa mejor. Un amor sublime sin más.

Amistad

Amistad es amor y es un triunfo después de la derrota. Te dedico el poema aquí donde andas. Amistad es saber la compañía de tu luz en los momentos de la espina y la cruz. Es el reto mayor de humanidad, sin ver la ocasión de lo que vendrá después. Te regalo el libro donde va mi corazón. Y un pan. Amistad es el amarre mayor con veinte mil nudos. Y ni como despertar. Es encontrarle sabor a la sal con el limón y soltar la carcajada mayor. Y si la distancia define. Y si la geografía  elevó la cordillera a través de los millones de años, la amistad permanece aún. Y en el hálito de vida, en ese poco respirar va el recuerdo, va la imagen de amistad. Con la amistad se camina bien. Se sabe que la sombra acompaña si hay sol. Y si no, es la conciencia que también va. Es el ejército de los 300 en uno solo que nos acompaña en la vida para luchar. Es el himno de Amiga que nos cuela Bosé, a pesar de todo. Es la amistad un seguro de vida que se disfruta en vida a saber. Firmo y conste de aquella vez. Y

Amor

. Necesito encontrarte, verte, tocarte, tomarte. Necesito recorrer los senderos de tu luz y tus tinieblas. Saber si transitas las rutas nuevas de la vida. Escucharte en las noches de plenilunio. Y tararear las canciones nuestros himnos que relatan de esperas, encuentros, despedidas y sueños. Necesito escribirte y leerte en tu espalda, y en esa sonrisa que conozco como miel de piel conocida. Tengo a la manó datos de ruta, brújula de navío, hoja para el fuego de palabras, y líquido para el llanto. Necesito tejer nuestros sueños, nuestra red, nuestro abrigo. Mi sed se sacia con tu agua.  Mi hambre con tu mirada cerca. Mi necesidad con tu satisfacción. Hago paréntesis por la luna. La miro y encuentro también la huella de tu mirada. Y busco el poema aquel donde habla de luna en el pozo,. Y la musitó para que en la distancia la escuches.  Borrador.

Es de madrugada

Es de madrugada y en el jardín rocío. Una navaja doble filo el frío. Y la oscuridad un manto genial donde me escondo. Es de madrugada y la canción se escucha cada vez más lejos. La hoja allí al rumbo. Y otra hoja ajada vuelve en el retorno. Es extraño escribir así, entre los veinte mil vislumbres de tu lengua. Y el retorno de la bestia. Sirven mis cartas marcadas para el juego. Y aparece sensible invisibilado

¿Vos sois un sueño?

Acaso eres un sueño, fuiste un sueño. Pregunto cuando mis manos intentan tocarte y pasan entre la nada cuando cierro los ojos. Yo sigo mi ruta entre aplausos que tampoco nada significan. Entre risas cómplices o complacientes. Entre muecas de hastío y de buenas tardes. Acaso eres esencia o fuiste esencia de la nada. Lo escribí tantas veces en arena y a veces en roca. Tu nombre. Rememoro tanto en el recuerdo. Una canción. Dos libros. Tres abrazos. Cuatro veces. Y aquí ante esta manera de existir sigo en el andén de espera.  Mientras tanto sonrío. Un niño me dice adiós mientras sonríe. Y él se aleja al pasado. Yo me sumerjo de nuevo en la vida. Feliz Día.

¿Vos sos loco?

¿Vos sos loco? Me preguntó de frente, con la mirada fija. Yo me quise escabullir para no decir la verdad. Y dejar salir las palabras revueltas, como dictadas sin control, como desbocadas, como auto sin freno de bajada. Me quedé pensativo, con ganas de decirle sí, así soy, loco de capirote y con remo en tierra. Pensé volar de niño. de adolescente en navegar. Y ahora en esta edad de construir carabelas o poemas para el mar. Fosforece la tarde. Los sonidos se cruzan y dicen de más. Yo miré su frente y su lunar. Su piedra lunar. Yo tejí mis pétalos para su flor. Y me dio por dormir con soñar. Y traía la rodilla pelada, por el chapuzón en tierra. Y traía sapos en el bolsillo. Y comí letras en sopas, de a montón. En mi cuaderno dibujaba o escribía, y me daba igual. Yo esperaba cambiaras la pregunta para darte otra respuesta. O me invitaras a volar. Y me quedé en la alameda, en la banca del parque, a esperar.

¿Vos sos cuerdo?

¿Vos sos cuerdo? me preguntó sin más ni más, a boca de jarro, a bote pronto. Y yo me le quedé mirando hipnotizado, dibujé con mi mirada su sonrisa. Y quise decirle miles de flores como cosas, acercarle el aroma de los pétalos, nube transaparente. Y solo de pensar perderla me puso como loco. Y entre cuerdo y loco, decidí como jugar, como juglar, decirle "no, no estoy loco, sigo cuerdo como siempre". Y ella se dio la media vuelta fastidiada y se fue caminando como se camina en pasarela.

Me llamaba Dios en el momento...

Me llamaba Dios en el momento  que vi a Eugenia. Era un pueblito cualquiera. Una nevería de aquellos tiempos. Y ella estaba descansando en un sillón reclinable. Comía algo. Una tarta de manzana o tiramisú de limón.Y con dos o tres amigos. Ven acá, empecé a tararear y ella volteó. Le dije oiga qué felicidad encontrarla. Me permite que nos tomemos una foto. Y ella sonrió y cantó mas fuerte Ven acá. Yo realmente me pellizcaba para asegurarme que no era un sueño. Y me fui por la cámara y a ponerme los zapatos. Esta mala costumbre de andar descalzo en los sueños. Pero yo no sabía. Y en mi auto encontré muchos zapatos, pero ningún par. Y heme allí desesperado. Nunca más me la volveré a encontrar, me dije. Y a pellizcarme de nuevo. Entonces decidí ir asi, descalzo. Ella solo sonrío. Y nos tomamos una de las fotos instantáneas. No sé ni de dónde salió. Y ya tenía la placa. Y ella, Eugenia León y yo. Ella siguió cantando como si hubiera teatro lleno. Y sus amigos se habían quitado y solo quedam

Bolero

Desde aquel día escucho las canciones de siempre. Como notas sibilinas que quedan al alcance para recordar la brasa que va quedando en cenizas. Desde aquel día la radio marca otra ruta que nada tiene que ver conmigo. Una canción apenas que habla de olvidos y recuerdos. Una sombra crece alimentada con pétalos marchitos. Pero todo bien en ese caso, al verte feliz en el camino como aquella vez, al paso de las flores. Desde aquel día el dulce de la vida queda sin sabores. Y los pájaros que cantaban más no están. Yo sigo esperando que la nube me lleve en sueños a escuchar de nuevo las canciones de moda que invitaban al mover los pies debajo de la mesa. Aunque se que el libro de la vida no está a nuestro alcance más. Canta mi corazón bolero. Hielo y sombras. Pero el día está aquí de nuevo. Y a sonreír.

Una canción de amor.

Por amor el agua sabe a té de rosas. El cielo es una hoja transparente donde se mira a su través. Por amor la gama de color se amplía y aparece la sonrisa. Por amor salta el ciego lo mismo que el que no quiere ver. El vanidoso se hace humilde. La mariposa ignora el fuego y se lanza en aventura fugaz. Por amor el hombre disfruta del durazno y la nuez. Y el templo huele a santidad. Por amor el gato camina en el tejado. El bobo ríe con razón. El hombre se sienta a la orilla del mar o del río simplemente a mirar. Por amor se construyen diez mil paraísos con la mirada de dos. Y el infierno es tibio nomás. Por amor la lluvia moja y sin lluvia también, mas cantar. Supongo que las palabras quieren hablar. Y sé que significan siempre algo. Por amor la viga es astilla. Y el abrazo es como un pan. Por amor volar y soñar y construir es asunto de dos. Y de otros dos. Por amor el ser humano se atreve a soñar al educar. Por amor la distancia es relativa y el uso horario de queda o se va. Por amor se

La costumbre

La costumbre de respirar de manera repetida y rítmica. Más agregado el sonámbulo suspiro. Miro la flor. La costumbre de mirar la nube y quedarse allí en el sueño al evocar la ausencia y la presencia como uno solo. De anidar la idea para la sonrisa, permanente, serena. De elucubrar sueños de futuro mejor donde sea el pan la bandera producto del trabajo.  Y con tu mano, claro, solo así. La costumbre de saltar al vacío y al encontrar la piedra  de nuevo tropezar. Y no perder nunca la cabeza, por el ego, la esperanza y menos andar con desaliento.  La costumbre de buscar la palabra precisa como descifrar futura clave en tu mirada. Es el hecho concreto. La costumbre de dejar migas de pan en el camino. Escuchar una canción en la radio de mamá que evoca por decir lo menos la costumbre de estar como el ser, visor de maravillas. Poema 20 en voz del mismísimo Neruda. Yo me entiendo si digo sonrisa, cuando miro el campo florido, el agua transparente, cien mil imágenes repetidas de la luna por los

Días de neblina

Lo cierto es que me gustan los días así, como hoy, con canto de pájaros y neblina. Tanta neblina como para atesorar.  Así con ese velo hacia adelante, donde solo a pocos metros se mira. Me gusta porque permite imaginar lo que hay detrás de todo ello. Y saber que corresponden gotas de rocío. Y entonces echo a volar la imaginación. Y pienso en duendes, brujas, ángeles. En líbros y canciones húmedas. También me gustan los días con lluvia, en los que ríos con hojas pasan frente a mi casa, Es grato mirar desiertas las calles de gente. O con paraguas. Pero grato más es ver parejas de la mano o abrazadas mojarse con la lluvia. Y salgo a veces a riesgo de caerme. Por lo pronto permanece el día con su rostro. También me gustan los días tibios o calientes, con ese sol que s despereza o anda muy activo. Y a buscar sombra y agua fresca que refresque para pensar mejor. Hoy con neblina. Y todos los autos andarán con sus luces encendidas a imagen de lámparas modernas de Diógenes. Con esa misma lámpar

Le escribo a Dios

Le escribo a todo mundo. Y a veces me da por escribirle a Dios. Aunque dudo más de mí que de su existencia.  Y le digo que el amor es prueba irrefutable de lo divino. Sublima, enaltece, protege y eleva. Y es dar de manera permanente.También prueban la existencia las cartas que me contesta o las llamadas. La música de un confín a otro y la poesía persa, de todas latitudes. El arte en general y las sombras con sus luces. La luna en lo alto, vigilante. La semilla que guarda vida y con tierra y humedad mas calor de sol aparece la pequeña planta en su roce. Existe Dios en el a ndar con brújula o sin ella. En el mineral que se transforma en amuletos o arracadas. En el giro perfecto de los astros a lo lejos. En el malabar del circo y los payasos. El alfabeto y el ajedrez. La harina para el pan. En todo ese acumulado de palabras. En ríos, montañas y árboles. Si no existe de la manera que creemos entonces es que realmente existe de otra manera, otra forma, o en un concepto diferente. Existe Di

Elogio a la maestra

No soy sin la maestra. Aquella, sí, otra también, en general una y muchas. Las que me iluminaron con su sonrisa, con las letras de tiza en el pizarrón. Yo miraba de chico en segundo grado, su minifalda, pero regresaba a su voz y sonrisa, sin parpadeo. Era una y la misma como muchas, porque siempre después, en muchos de los grados, tuve también maestra, que eran muy diferentes en todo, pero siempre iguales en su mirada para el saber, y lograr con sus palabras, esa sonrisa y la satisfacción de saber que otro mundo es posible. Y saber que tienen sus familias o no; que tienen quebrantos en su interior, por eso es mayor ese su afán de mostrarnos el mundo con sus palabras, y ese niños "pórtense bien". Y saber que en unos años más iríamos por el mundo, ese de las sombras y espadas, en el que solo la luz, capturada en los salones, con nuestra maestra, nos indicaría el camino mejor. Dondequiera que estén, dondequiera que estés.

Me niego a escribir y lo hago

Me niego a escribir y lo hago. Con tan sencillo que fuera no hacerlo y ya. Pero algo me mueve. Escribo tu nombre y lo borro, para que no te enfurezcas. Y lo vuelvo a escribir y lo vuelvo a borrar. Es inevitable. Escribo. Elemental. Cursi. Y escribo sobre la sonrisa aquella de cuando te conocí o las palabras de cruce, esa tarde. O el pastel de cumpleaños. Bien se dice, que el amor tiene derrotas pero siempre sale avante con el triunfo. La circunstancia es que escribo y me niego. Escribo y lo cuento. Dejaré de hacerlo y ya. Dijo una vez Tito Monterroso: no dudes, deja de escribir y si lo logras por siempre es que has triunfado y eres feliz. Pero si no puedes, entonces asúmete con seriedad como escritor. Este domingo es especial. Porque van estas palabras a su destino final. Que las leas, y han cumplido ya. Este domingo, bienaventuranzas para todos, para ti.

Ayer me contestó Dios

Tengo, desde joven, dudas que existe, pero me da sobradas muestras que sí. Ayer le escribí una carta. Y me la contestó con prontitud. O alguien que se hace pasar por Él. Miré la nube viajera. El sol brilló y minutos después lo cubrió la nube. Miré una flor en su esplendor. Un amigo me estrechó la mano. Una amiga, también. Aparecieron sonrisas como coro. Un grupo de vecinos canta cada día, con el auxilio del acordeón, Y asan carne. El pasto crece sin más. Los niños gritan alborozados en el parque. Los pájaros trinan. Canta Serrat y el Aute. Miro en lo alto un avión. Un vecino ciego toca el violín. Sale agua transparente por la llave. Tengo a la mano un libro y dos. Me aclara la luz y observo a mi alrededor. Alguien me nombra. A lo lejos alguien canta, a lo lejos. Miro tu fotografía. Luego de todo esto más no hay duda. ¿Y si no? Agradezco la respuesta. Gracias a la vida, murmulla Violeta. Tanto es lo que tengo, sin precio, con valor. Tengo el alfabeto, mis manos, caminos por recorrer. Pa

Le escribo a Dios

Le escribo a Dios, aunque dudo que exista como tal, pero por las dudas, él me comprende. Y le escribo. Le cuento de todo, de cosas nimias y más pequeñas. Y tiene tanta paciencia que me lee y lo sé porque  me contesta, aunque muy a su modo. Si no existe entonces tiene alguien en su lugar que hace lo que él debiera. Le escribo de mis esperanzas, sueños y visiones. Trato de no decirle mucho de mis tribulaciones porque imagino tanto que le dicen de oídas y escritos sobre lo mismo. Entonces le doy cuentas alegres de lo que hago y me pasa sin mentirle. por ejemplo de la amistad y del amor, y lo imagino sonriendo. Y le cuento de mis lecturas y mis escritos, y que siento como que alguien me dicta. Y ríe alegre como de fiesta. Le escribo sobre mis proyectos. Y sobre la sonrisa de los hombres y la falta de alimento. Le digo sobre la industria de la guerra. De la medicina y la ganancia usura de la banca y seguro se pone serio contra mí, como si nada de eso él supiera. Y al presentirlo así le camb

Me quedaré mañana

Albricias, otro día. Otro, muy otro. Distinto al ayer. Y me sostengo en aire. Castañuelas no castañas, aunque viéndolo bien, 1979 y las risas. Por otro lado  mi madre en invierno sobre el abrigo verde oliva: abróchate bien este botón (en referencia al último), no te me vayas a enfermar. Y así la vida, siempre tratando de sujetar el último botón al cuello. Por eso me quedaré otro día, madre, para observarte de lejos y ver de tu salud ahora. Te contaría sobre el camino, este truculento destino, y los motivos sin lobo para el ser felíz que me ha tocado. Incluyendo el desatino o la zozobra.  Ahora mismo es el juego de la vida. Y la película no la tengo más de la vida es bella. Escribo cartas sin remitente y sin destino, al alba el aire y al mar al fin. Y sé que llegan a donde nadie mira y evocan. Lo supones bien, dices. Pero ahra hasta pronto, que en este espacio es lo mismo un segundo que algunos años. Mientras tanto me quedo, gracias, por la posibilidad, siempre. Y me esperas porque sabe

Le escribo, la olvido

Me oye. Me habla. Me anima. La miro. La olvido. Me voy. Regreso. Me ignora. Me aleja. Me odia. Le escribo, la nombro, la sueño. Es cursi, soñadora, nostálgica. Viaja, escribe. Le escribo, la borro, la olvido. Me niega, acepta. La niego, la extraño, le huyo. Me alienta, entibia, me enfría. La saludo, la abrazo, la beso, la hiero. Me atrae, destaza, aliña. La odio, la anhelo, la pienso. Me bota. Me nombra, me llama, aísla. La voto. Excluyo. Acaricio. Me desmorona. Me astilla. Construye. La lanzo, la atraigo, la suelto. La elevo.  La dibujo, la vislumbro. Me ciega. Me ilumina. Obnubila. La coarto, la motivo. Estimulo. Me desprecia. Aborrece. Me acompaña. Le canto. La dejo.  La sublimo. Me llueve. Hipnotiza. Construye. Le canto. La elevo.

Por si acaso

Por si acaso no estoy y tú sí estás. Por si acaso quedan páginas mías inconclusas, borroneadas y arrugadas. Por si acaso lees y escribes la parte que le falta. No haya prejuicios por escribir palabras. Unas u otras que le den sentido a lo escrito. Bajarlas de la nube y terrenizarlas. Por si acaso no estoy ya en mis sentidos, y queda solo la posibilidad del recuerdo, donde habitan fantasmas, ten la plena seguridad y escribe a manera de escritos personales, tomando solo como referencia lo mío. Si es el caso. No estaré más, qué importa. Entonces lo que escribí como texto completo podrá modificarse, al fin lo escrito es susceptible de modificar la historia personal. Lo que fue nunca más será, que importa lo que sigue. Sonríe. Hay polvo bajo la alfombra. Polvo que seremos. (borrador)

Mujer sin sombrero

Mujer sin sombrero en la sombra del árbol cobijada. Alerta con sonrisa sobre la necesidad de sonreír. Y sale al camino al encuentro de las flores, las saluda y acaricia. Habla y al conjuro se retiran los egoísmos, las falacias. Y sigue en linea sinuosa como el camino de la vida. Le siguen mariposas monarca por su aroma de cielo. El amor es asunto de iguales, sin pensar en papeles. Y vivir juntos el sueño. Y ella saca papelitos y toma notas del destino. Dibuja sueños. Pinta amaneceres. La mujer sin sombrero sigue en su ruta del destino único que le toca. Sin pose ni aspavientos sonríe y saluda. A esa mujer sin sombrero le dedico palabras por las tardes o noches, por las madrugadas o mañanas,  porque sé que existe y piensa y sueña. Y nada mejor que su dicha.

Me acostumbré a ella

Me acostumbré a ella. Al abrazo y beso con sus palabras. Al dulzor de las imágenes. Al calor cuando el frío. Me acostumbré de tanto leerla y mirarla: suave, brillante,alegre, bella. A su ritmo de compás de espera, o de frenesí con vorágine. Me acostumbré a esos volados desatinos de la vida. A los alados sueños de palabras, tapiz mágico, nube. Me acostumbré a correr por la playa. A cantar en público solo por ella, inaudita, franca, feliz, rítmica. Me acostumbré a beber y comer de su boca de palabras, dulzor de labios de palabras. Me acostumbré a sus cerrojos, abrojos, ojos, enojos. Salten chispas de palabras, para vivificar y hacer constancia de vida. Acostumbrado estoy a ella. A la poesía. En todas partes está, en todas partes.