La luciérnaga y el sapo

La luciérnaga y el sapo
Contada mil veces, desde tiempos inmemoriales,  por otras generaciones, la vuelvo a contar. Una luciérnaga por cruzar el río, sin poder, necesitaba que alguien la cruzara. Y esperaba. Entonces, como suele suceder, se le acerca un sapo grandulón, y se ofrece llevarla en su espalda. Ella se resiste: "no, porque me vas a comer". Y este con cara de oveja tierna, le dice que no, que se lo promete y cumple. De tanto insistir, la luciérnaga le cree. Y se le sube al sapo. E inician el cruce. Ella contenta. Y él aún más. A medio río, el sapo, sin decir agua va,  saca su lengüeta y la alcanza a atrapar. Y ella no entiende el por qué. Y le da tiempo a preguntar, antes de ser engullida. "Por qué me comes". Y él con, los ojos vidriosos y viscosos, le responde satisfecho y glotón: "porque brillas, solo por eso."

Enseñanza: suele suceder. En la naturaleza humana, el solo hecho de que alguien sobresalga, sin hacer ningún mal, a otros les causa estupor, sin ninguna razón. Entonces se aplican para hacer el mal, y emplean sus fuerzas en bajar al que empieza a subir, e intentan apagar al que brilla en propia luz.  Versión: ASC

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