Me quedaré mañana
Albricias, otro día. Otro, muy otro. Distinto al ayer. Y me sostengo en aire. Castañuelas no castañas, aunque viéndolo bien, 1979 y las risas. Por otro lado mi madre en invierno sobre el abrigo verde oliva: abróchate bien este botón (en referencia al último), no te me vayas a enfermar. Y así la vida, siempre tratando de sujetar el último botón al cuello. Por eso me quedaré otro día, madre, para observarte de lejos y ver de tu salud ahora. Te contaría sobre el camino, este truculento destino, y los motivos sin lobo para el ser felíz que me ha tocado. Incluyendo el desatino o la zozobra. Ahora mismo es el juego de la vida. Y la película no la tengo más de la vida es bella. Escribo cartas sin remitente y sin destino, al alba el aire y al mar al fin. Y sé que llegan a donde nadie mira y evocan. Lo supones bien, dices. Pero ahra hasta pronto, que en este espacio es lo mismo un segundo que algunos años. Mientras tanto me quedo, gracias, por la posibilidad, siempre. Y me esperas porque sabes que en esta ruta de vida también te espero. Otro tiempo bueno nos espera. Me quedaré contigo mañana por siempre.
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