No estamos solos

No estamos solos, nunca. Desde la más tierna infancia nos acompañan sombra y destino, y con ellos el cúmulo de imágenes y sueños. Los recuerdos, claro y mas. En un recuento como balance entre esas lágrimas de cocodrilo que me acompañan y las risotadas. Nunca olvido los abrazos y los besos y las canciones. Dicen que escribo como si me fuera despidiendo, y bueno la conciencia del viaje en los andenes con ruta definida hacia el último. Discos y libros no olvido, en el recuerdo, porque pesan mucho. han quedado en varias casas como prueba de mi paso. Cartas con palabras al vuelo, con gotas de perfume. Miel sobre hojuelas en etapas de la vida. Sueños de futuro y llanto. Nunca está de más la espina para recordar que cuerpos doloridos somos. Y al final el polvo. Mientras dure, dijo señora, aprovecharé. Mientras dure el viaje en celofán. Seguridad ante todo por monedas. Vino la muerte con vino tinto, celebramos y se fue. Estaré de vuelta, dijo sonriente y coqueta. No estamos solos. Me acompañan las hadas, los enanos verdes con Blanca Nieves, Caperucita y el lobo. Pero yo amo los helados de Coppelia. La Habana 2003.

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