Y dormí bien

Y dormí bien. Muy bien. Como bulto. Conjunto de ángeles de la guarda a mi alrededor. Es extraño escribir así. Dormí bien, con todos los sueños. Un pecesito fiel. Un pez fiel. Estuvimos un tiempo. Le acariciaba dentro de su pecera. Y entornaba sus acuosos ojillos. Es un sueño, aclaro. Cuento del sueño. Luego tuvo que cambiarse de lugar. Yo decía por lucro. Mas fue necesidad, luego lo supe. Pero es el pez. Es el sueño. Estuvimos lejos la mascota y yo. El pez, el pez. Y así pasaron meses, años. Y luego volví. Me acerqué hasta estar en un punto cercano a su mirada. Estaba ya en otro lado, bien acomodado. Y al acercarme un poco más, saltó hacia mi cuerpo. Y allí estuvimos, dándonos de muestras de apego. Alguien cercano, de gusto le puso sal y limón en sus agallas. Y vi que estuvo a punto de morirse. Lo estuvo, lo viví. Casi asfixiado lo llevé rápido a un pozo de agua. Y lo dejé allí por varias horas. Y ya recuperado. Me hizo señas los sacara. Aquí lo tengo ahora. Me habla de su flor, su flor, mientras despierto. Ahora me pide escriba el sueño, que es su historia real. Lo sé de cierto.

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