Aquella tarde

Aquella tarde. Sol débil al poniente. Nos vimos. Años ochenta. Traíamos poemas en los bolsillos, como pasaporte hacia la sonrisa. Era el inicio del mundo. Al menos el nuestro. Canchas de basquetbol. Y la sonrisa tibia de la amistad. Teníamos palabras a flor de piel. Y el universo eramos nosotros. Los juegos revelados. Pensamos futuros labrando en campos de batalla. Nos hicimos al camino. Despiertos. Aquellas tardes bien recuerdo. Caminábamos por las calles de la ciudad. De la mano. Cuando el frío calaba, sacamos la bufanda gris y el saco oliva. Pan tibio y café. Anhelamos futuro. Sed de futuro con besos y versos. Y aquí andamos. Hermanos míos. Con los mismos locos sueños de unicornio.

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