Feliz

Adusta me amenazó: ¡atente a las consecuencias!. Dijo a manera de conclusión con una sarta de improperios: tonto, loco de capirote, lunático, comecuandohay.. Y en efecto. Gran cambio. Las consecuencias son que soy feliz. Respiro tranquilo. No necesito yoga. Duermo bien. Corro por las mañanas. Ya no consulto a la psicóloga. Tengo tiempo para reflexionar. Alucino palabras. De colores son los sueños. Admiro a la luna. Y sonrío sin razón. Las consecuencias son perfectas para un alma de solaz. Ahora me dice entre resignada e indiferente: sigue escribiendo, que te seguiré leyendo. Y río en mis adentros. La prueba es la luna de día, cuando la melancolía es el traje nuevo para cambiar a polo neutral.

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