Los poetas

Edgar Allan Poe, Ezra Pound y las valquirias. Grupo de palabras para otros tiempos que son los mismos. Gnomos que glorifican las palabras para dar cauce a las miradas. Brazos para cintura con abrazos de la dicha. Hemos, poetas, encontrado los ladrillos literarios para lanzar a la cabeza de los cautos, de los indiferentes. Poetas uníos. Poetas míos, las metáforas cabalgan briosas. Los adjetivos quieren entrar en grupo. Sensibles las palabras para consignar incendios internos, los sueños, utopías. No sirve la poesía para comprar zanahorias. Pero nos jala hacia adelante para pensar que es posible la dicha. Como diosas las palabras aparecen y desaparecen. Con el poder de transformarse en castillos de arena, caballos galopantes, serenos caballitos de mar, sirenas metafóricas, las palabras se adueñan de la escena. Nosotros somos poeta, poesía y poemas, aducen. Los poetas escuchan cantos de sirenas. Y se duermen en la bruma a la espera de las musas. Y por aquí andan ellas, sensuales, líquidas, lúcidas.

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