Mis datos son tuyos, gran hermano

1. Yo me creía feliz y libre. Yo interactuaba en internet y me iba al campo cuando quería. Tomaba fotos de flores y mariposas. Cortaba mis mangos. Asaba carne al aire libre. Un perro merodeaba por allí y lo alimentaba. Luego ponía mi hamaca y me disponía a leer un rato libros sobre amos y siervos y la manera como se ejerce el control sobre las masas. Y me encontré con un concepto que me incomodó al grado de buscar más información al respecto: "Ganado que consume información y proporciona datos". Y me enchiló, claro. Y heme aquí escribiendo sobre el tema.

2. Un mundo nos vigila y controla. Pero no necesitan una cámara especial en nuestro barrio, ni vigilantes frente a nuestra casa. No. Si no que nos han hecho sentir como necesidad algunos aparatos mediante los cuales nosotros mismos les damos -y con gusto nuestros datos- y comentamos nuestras intenciones. No sabían nuestros datos pero nosotros los hemos entregado. Saben las veces que como pizza en el mes, los libros que compro por internet, los temas que busco en wikipedia, las veces que salgo de viaje de carretera y las cartas de amor que escribo y no mando.

3. La cámara está instalada en nuestra mente con el fin de satisfacer mis deseos y prodigarme una sensación falsa de libertad. En el momento que abro mi smartphone se me despliegan noticias que tienen que ver con mis intereses, porque yo previo les he dicho lo que me interesa. No cuento que se me aparecen de vez en cuando páginas pornográficas, que por supuesto no abro, porque puede ser que sean virus troyanos para apoderarse de las claves de mis deudas, y quieran proponerme pagos más fáciles a cambio de mi alma o de mi espíritu, que en el fondo es lo mismo, aunque no.

4. Sabe el Gran hermano por ejemplo que escucho música de Ramón Ayala y Los Tigres del Norte. Aunque a veces lo sorprendo pidiendo canciones de El Tigre solitario, de Rogo y de El Piporro. Y mi sospecha de que me vigilan y saben de mis intereses se me presentó cuando al abrir una página de noticias leí titulares sobre literatura, de asesinos seriales y deportes. Para probar que eran exclusivas para mí, le pedí a mi hermana que abriera la misma página, y a ella se le desplegaron páginas de inteligencia artificial y nuevos descubrimientos en el cosmos.

5. Me sorprende lo que me aparece como tentadoras suscripciones un año gratis como prueba; Playboy, Selecciones del Reader Digest y Spotify. Una plataforma de la que dudo -de nombre Temu-me ofrece regalos gratis. Una plataforma de hoteles y moteles me ofrece todo gratis en las movedizas playas de la Riviera Maya. Unas editoriales me presentan atractivas ofertas para darme una hoja de cartón con mi nombre del mejor escritor del año. Y hasta universidades de la Patagonia y de las Islas Fidji me ofrecen Doctorados Honoris Casual con desayuno de enchiladas incluido.

6. Es el gran Hermano que se ha dado cuenta que ya no es necesaria la vigilancia de ese tipo sino que ahora se realiza mediante concentrado de información codificado mediant algoritmos y entrega, como si fueran análisis del laboratorio donde, detallados y segmentados, nuestros gustos y nos predice futuros amores sin o con afecto. Es el control abierto, absoluto y consentido. Se ha pasado del control mediante el miedo y la coerción, excomuniones, incluida la tortura, el descabezamiento, lanzamientos al mar, el reclutamiento como intelectuales orgánicos, hasta el control y predicción de tus deseos concentrados en números algorítmicos.

7. Si yo me vanagloriaba de ser un pobre venadito que habitaba en la serranía, ahora soy también un venadito pero encandilado con la luz controlable de la tecnología, y conducido a rastros del placer, a coerción con promesas de besos o versos, a viajes por veinte mil libros de viaje sin espinas, a lágrimas de alegría y risas de placer. Etcétera, etcétera. Para ello hemos entregado nuestros datos de preferencias, humores, tipo sanguíneo, color de la pupila, biometría, tendencias de afecto a determinados temas, colores de uso, cantantes que escucho, infografías que gozo, tendencias políticas de extremo y prudente centro, ni de aquí, ni de allá.

8. Esos algoritmos saben mis dolencias y el tipo de medicinas que compro en la Simi o del Ahorro. Me hacen mis descuentos y los anuncios que me aparecen tienen que ver con mi edad: ungüentos, pomadas, bastones, sillas de ruedas, pastillas para dormir, tubos de sostén para instalar en la casa, pasamamos de baño, libre con letra tamaño jumbo, anteojos y hasta seguros de muerte y funerarias para momentos urgentes, con mensajes tipo"acá todo le resolvemos sin que sus familiares se preocupen de nada", dice en la publicidad. "Deme su número para llamar", le rogué mientras repasaba el poema En paz, del ínclito Amado Nervo.

9. Nada sé, absolutamente nada, sobre la inteligencia artificial (IA). Algo sí sé de la natural que no se compra en ningún super o hipermercado. Me han dicho que la IA escribe sentidos poemas, cartas de amor que convencen, peticiones a funcionarios y respuestas de negativa de estos, compone salmos como si fueran originales, melodías de más notas que el reguetón hasta sinfonías, cuenta la cantidad de cabellos, las células del cuerpo, los átomos a kilómetros a la redonda, cuida de la seguridad de los bancos, y da consejos de belleza y para acabar con la plaga de cucarachas y ratones. Es tan inteligente que no discute sobre la existencia de Dios ni cuestiona al poder establecido y concilia en las discusiones de pareja. Lo que se sospecha con gran margen de seguridad es que a mayor crecimiento de la IA es menor capacidad de la inteligencia natural, si es que queda rastro alguno, y esta sigue en decremento.

10. Me pondría a llorar ante el panorama incierto sobre el destino humano. Sé que la hecatombe final no mi incluye, pero sí a lejanos descendientes. Solo que el apocalipsis va dando señales -de su anticipada llegada- para quienes lo pueden y quieren ver. No hay peor ciego que el indiferente que no quiere ver. Mientras esto sucede,  escucho la canción que en este momento están poniendo en radio Platón, donde la realidad es otra cosa. Y dice: "me voy al pueblo, hoy es mi Día, voy a alegrar toda el alma mía. Tanto como yo trabajo y no me puedo ir de vacilón. No se que pasa con esta guajira que no le gusta el guateque ni el ron..." Ah, y si pusieran "Piel canela", "que se quede el infinito sin estrellas, y que pierda el ancho mar su inmensidad, pero el negro de tus ojos que no muera..."



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