Plática de prisa

1. Platicaba con mi amigo M en un café en Plaza de las Américas. Y de pronto me saluda alguien a lo lejos que se va acercando. La reconozco, es maestra de la vieja guardia, siempre muy alegre y platicadora. Por supuesto, como debe ser de caballeros, me levanté, y nos saludamos con efusividad. Y empieza la charla con dos temas fundamentales, que es lugar común entre maestros de esta edad: las jubilaciones y lo que significa ser maestro. "¿Gustas un café?", ofrecí. "No, porque tengo prisa", me dijo apurada.

2. Hacía años que no nos veíamos. Nos conocimos como nos conocemos los maestros de zona: cada quien en su escuela. Solo que hay actividades comunes a la zona, como muestras pedagógicas y gastronómicas, torneos de lectura y ajedrez, concursos de himno y escolta, etc, de tal manera que nos vamos identificando por afinidad, por lecturas, por proyectos personales. Pero además por coincidir en la manera de ver el trabajo escolar. El enorme cariño al proceso aprendizaje, que sabemos cambia vidas para bien. 

3. Yo lo digo: en los grupos siempre hay algo menos de un tercio de los alumnos que son muy inquietos y algunos directamente conflictivos. Los otros tercios, uno de ellos integrado por alumnos sobresalientes, que trabajan literalmente casi solos sin necesidad que anden atrás de ellos para que realicen sus actividades. Y un tercio en medio de ellos, pero que se acercan más a este grupo que cumplen con sus responsabilidades escolares. Esta es una regla general. ¿Y qué hacer, maestros y maestras? el trabajo real y verdadero es con el primer tercio. ¿Cómo lograr llegarles a sus sentimientos y razón? "Allí está el detalle, y es lo más importante. Es el reto", me responde.

4. Coincidimos la maestra y yo que el trabajo de aula debe ser todo, menos aburrido. Todo, menos con esa disciplina del ejército que no se mueva ni un solo músculo en el "firmes", ni tampoco que no se oiga el ruido de una mosca. Que haya respeto, pero este se debe ganar con las acciones diarias. La expresión de "¡es que me vas a respetar por que soy tu maestro!", está fuera de toda lógica. El respeto se gana desde los primeros días de trabajo entre el maestro y el grupo.

5. Me cuenta la maestra que le tocó para el siguiente ciclo escolar un grupo que tuvo este año que termina un maestro integrante y quizá fanático de un grupo religioso. Y que al escuchar que este grupo que deja le tocaba a ella, hizo un gesto de muina, un torcer la boca. Y que ella que estaba cerca se lo dijo: "¿Cuál es tu miedo, cual tu disgusto?" No le respondió. Solo que ella considera que se debe a que el grupo va a  ver la diferencia entre una educación Montessori (por decir algo) a una tipo ejército, donde hay reportes de conducta a la Dirección a semejanza del castigo en calabozo.

6. Me preguntó cosas sobre oratoria, porque su escuela quedó de los últimos lugares en un reciente concurso de zona, y que ella se lo dijo al director, que la que ganó en el concurso interno para ir al de zona no estaba bien preparada, que movía los brazos como robot. Y cómo deben ser los movimientos de la mano y la postura del cuerpo. Y mas cosas por el estilo. Yo le dije que se califican muchas cosas. Y una de ellas es la estructura del discurso. Y mi discrepancia con las reglas cuando entregan el discurso por escrito y el jurado le baja puntos si hay una palabra que cambian por un sinónimo ya en la participación. Puse de ejemplo los concursos de periódico mural cuando dejan fuera de competencia a quienes se pasan de un centímetro o dos en las medidas, aunque sea el mejor periódico mural elaborado.

7. "Ya jubílate Rosenda", le digo. Te la vas a pasar más tranquila. "Estoy esperando que se cumpla la promesa de que nos vamos con el 100 por ciento que es la promesa de campaña del gobernador electo", me dice. Y me pregunta que cómo me la paso yo como jubilado. "Pues ya ves, estudio dos días a la semana en la UJAT, vengo a tomar café, leo sin horario y cosas por el estilo. Ya no discuto con los compañeros de trabajo ni tengo que entregar documentación burocrática que cada día parece que piden más", y ella me escucha y ríe a carcajada suelta.

8. "Además la vida es única", le digo. "Eso ya lo sé". Y seguimos la plática. Ya para eso va media hora. Mi amigo sentado pide dos "canillas", pan de sal, crujiente, que parece un hueso delgado, por eso el nombre. Y nosotros parados seguimos platicando. Le pido a la maestra amiga que se siente, que se tome un café o té. Ella dice que no, que va de prisa, que en otra ocasión, y sigue la plática. Le comento de los alumnos brillantes que aprenden cosas en YouTube. Que a mí me ha ayudado mucho la música. Flautas dulces costaban 30 pesos, compré diez, y se las repartí a quienes quisieran aprender, con algo de lo que yo más las clases en YouTube. 

9. Y al día siguiente regresaban contentos que ya sabían la de "El Titanic", la de "El bueno, el malo y el feo," y "Ella baila sola", de peso Pluma, por no dejar. Otros en sus casas miraban el Discovery Chanel y National Geographic, y lo que aprendían me lo explicaban al día siguiente a la hora del recreo, y si eran de los temas del programa educativo, les pedía que lo expusieran ante sus compañeros. Y le comenté de mi alumna Leda que estaba leyendo "La Nariz", cuento de Nicolás Gogol, coordinaba un círculo de lectura en toda la escuela. Y ella me comentaba de las clases de inglés que les impartía y que escribieran cartas a estudiantes de Estados Unidos, con los que ella hacía contacto a través de amigas y amigos maestros. "Y ¿en español?" Claro, lo mismo de intercambio de cartas con alumnos de España. Y pasa otra media hora. "Toma un café", le digo. "No porque voy de prisa".

10. No faltaron, no, los nombres de amigos y amigas que se fueron con el Covid. No faltaron los comentarios de reconocimiento a amigos maestros y maestras. Y claro, las críticas asimismo sobre algunos compañeros que intentaron hacernos la vida imposible o que se burlaban de nuestra manera de pensar y trabajar en grupo. Mientras mi amigo, sentado, me dice que va a empezar a comer la canilla segunda, la que me tocaba a mí. Y nosotros en plena charla, por no decir chisme, de lo del futbolista Carlos Salcedo y la muerte de la hermana. Y elaboramos sesudas hipótesis sobre el asesinato. Y agarró de nuevo fuerza el tema de la plática, como el fuego cuando el viento del sur lo agarra y encumbra de nuevo. y yo: "si gustas un cafecito o té. Y ella: "no, porque tengo prisa.





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