Tiempo único

1. De niño yo trataba de brincar al mañana. Y al no poder, trataba de hacerlo al pasado. Solo un brinco y nada más y estar en otro tiempo a diferencia del resto. ¿Qué haces?, me preguntaba alguna vecinita de mi edad o algo mayor. Y yo le decía sin ocultar nada lo que estaba haciendo. O mas bien tratando de hacer: "Quiero brincar al mañana o al pasado", y se reían de mí. Pero eso a mí no me molestaba. Al contrario, les invitaba a que trataran de hacer lo mismo, y terminábamos besándonos.

2. Allí, luego de varos intentos me di cuenta que el mañana ni el pasado existen. Que todo eso está en nuestro cerebro, en nuestra mente. Que es construcción de irrealidades. Cuando brincaba al pasado o al futuro, caía inevitablemente en el mismo lugar: el hoy. Claro que hice varios saltos. Los hice lo mismo en el patio de atrás de la casa, que a la hora del recreo en la escuela. Los maestros se nos quedaban viendo, entre riendo y serios. Se escandalizaban con mis conclusiones infantiles: "el pasado no existe ni el mañana, es el hoy solo donde estamos".

3. No me reportaban, me ignoraban. Acaso creí escuchar algunas veces que hablarían con mis padres porque "eso no es normal". Y hablaban de que debería tratarme un psicólogo. ¿Qué cosa es eso?, preguntó mi madre con timidez. "Es un profesional de la medicina que estudia la mente". "No, mi hijo no está loco; ustedes sí que lo están". Mi madre escuchaba la radio. Y en él, de muchos temas. Nos hablaba del viaje a la luna, del asesinato del presidente Kennedy; de la vez que Orson Wells alertó en Nueva York de que habían llegado los extraterrestres. Y muchas cosas por el estilo.

4. "Mira...", me dijo el maestro Nacho: "...el tiempo no se sabe lo que es. Para intentar comprenderlo lo hemos dividido en tres partes: lo que ya sucedió, lo que está sucediendo y lo que sucederá mañana". Yo le ponía mucha atención, porque él era un maestro cariñoso con todos. "Pero esos tres tiempos son solamente uno". De allí lo que le dije es que lo que él me decía y lo que yo creía desde años antes es que el tiempo es uno solo. Que no hay contradicción en ambas afirmaciones. Mi reto era cómo pasar del hoy al día pasado reciente o del hoy al día siguiente.

5. "Eso es lo que yo digo", decía mi madre cuando el psicólogo del hospital de gobierno me atendió y concluyó que yo era un niño normal, inquieto como casi todos y juguetón. Que solo me diera vitaminas y desparasitantes, que" me recetó y me las dieron en la farmacia del mismo hospital. "Y de lo otro?" "¿Qué otro?, preguntó como respuesta el doctor. "De lo que dicen que mi hijo está loco porque piensa en el tiempo?". Y se rió a carcajada suelta: "No, señora, su hijo está más sano que usted y que yo juntos. Lo que tiene es imaginación, que es lo que le falta a sus maestros".

6. Yo soñaba andar en el pasado o en el futuro. Y digo que soñaba porque nadie miraba ni sentía lo mismo. Al principio yo les decía a mis padres y hermanos. Y les decía a mis amigas. Y lo que me decían es que lo había vivido en sueños. porque no tenían otra explicación. Yo regresaba la hora al reloj. La adelantaba. Yo miraba uno de tantos calendarios que papá tenía en la pared. Y me concentraba y fijaba mi vista en el domingo. Y era domingo. Como los demás no lo sabían, los alumnos iban a clases mandados por las mamás. Y se encontraban con la puerta cerrada. Y al pasar por la iglesia se daban cuenta que la misa era del domingo. Pero ellos creían que era día de clases. 

7. Pero eso sucedía porque yo me concentraba cualquier día de la semana en el calendario de la casa. Y me fijaba en el domingo. E inmediatamente era domingo. Habrá manera de explicarlo de otra manera. Pero por ahora yo así lo entendía. Porque cómo explicar que todos pensaban que era día de semana y la escuela estaba cerrada y en la iglesia la misa era la de domingo cuando acuden muchas más personas que las habituales de días de semana.

8. Son solo sueños. Así me decían. Y yo les decía que sí, pero en mi revancha, les decía que nadie soñaba como yo. Que me contaran sus sueños, para ver si se parecían en algo a mis sueños de pasado y futuro. Y me contaban de las abuelitas que habían muerto. De los golpes que les daban. Del hambre que no se resolvía. De ir a nadar al río y cruzar el río bravo para recoger toronjas de los huertos de aquel lado. Ninguno refería a ciudades doradas, ni a viajes a la luna ni nada por el estilo.

9. "Algún día habrá teléfonos móviles donde la gente pueda andar hablando mientras camina por la calle o desde el retrete. Algún día se pagará en las tiendas con tarjetas de plástico. Algún día las clases serán a distancia. Algún día no se escribirán cartas sino que la gente podrá mandar mensajes instantáneos. Algún día las llamadas telefónicas serán con video y voz. Algún día los libros no serán en papel a como los conocemos. Algún día un camello ha de teletransportarse y podrá pasar por el ojo de una aguja". Sí que está loco Toñito, escuchaba decir a mis espaldas.

10. Lo que no sabían ellos es que a mi casa llegaban dos revistas norteamericanas. la muy conocida de llamada "Selecciones del reader digest", y la menos conocida "Science". Y de allí yo me aprendía lo que decían las revistas sobre los avances de la ciencia y la transformación que estos inventos y descubrimientos tenían  8para la vida cotidiana de los seres humanos. Pero yo recuerdo claro, que trataba de convencer a mis amigas de infancia para brincar al pasado o al presente. Nunca las convencía pero terminábamos besándonos. Para eso yo ya tenía 15 años. Y ellas estaban por cumplir los 15 o ya andaban por los 16.






Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam