1. Al principio eran los sueños los que lo inquietaban. A cada cual más enredado. A cada cual más difuso. Pero sobretodo inquietante. Le gustaba ser amigo de las brujas, las reales, las verdaderas. Esas que sonríen por cualquier motivo y sin motivo alguno. Y tienen palabras sanadoras. Entonces en los sueños se extasiaba de estar con ellas, cerca de ellas o mirarlas a lo lejos. Pero los sueños fueron cambiando. 

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