Zíngara
1. Gira 2025 ya. Miro una inmensa nube de humo. Tronadores y ruido. Demasiado humo. Algarabía del sueño permanente. De pronto salta el hombre en pedazos. Me acerco para compra de provisiones para el día. Permanecerán cerrados por ser día festivo. Ella está en la entrada.
2. Una gitana con cartas. Desde hacía meses nos habíamos encontrado a la puerta de esa tienda de las que hasta por la sopa. Y le había rehuido. Que sí, que no, que anda, güerito. ¿De dónde son ustedes? "Del país de las mil y una noche", dijo, ofrecedora de sueños.
3. Las primeras veces de los encuentros era el no rotundo. Su mirada de dominio sensual. Ojos aceituna. Cabello como olas en vertical. Piel de la canción canela. Falda larga semitransparente. Otras veces me quedaba dentro del auto viéndola de lejos. "Te leo las cartas. te adivino el destino". su pregón. "A bajo precio"
4. Esta vez dije sí, por nos dejar. Total que nada pierdo, si acaso los 200 pesos de su cobro y la venta de algo de lo que venden, Digamos 50 pesos más. "Anda, vamos", fueron mis palabras como decir te invito un café. Qué tal. "No, aquí", dijo. "Aquel que está allá es navajero y es mi esposo. No volteé, por si las dudas. "Anda, saca las cartas". Ya estaban listas. Un mazo barajó.
5. Carta 1. "Veo la muerte cerca de ti". Yo me abstuve de reír, porque eso es fácil de decir. Ya habían muerto amigos y familiares. Y a la muerte siempre la he sentido cercana. Casi de la casa.
6. "No viajes en avión este 2025. Hazlo por carretera". Otro engaño más, si yo por carretera siempre manejo. Tengo terror andar en avión por las alturas. Esto "podría caerse". Yo había sido el único sobreviviente de un relato mezcla de realidad y ficción. Pero una urgencia, a veces. Es una posibilidad.
7. Yo pensaba en un café turco, que a mi parecer sabe igual que el colombiano o fenicio. "No. Este sabe mucho mejor, con más cuerpo, algo cremoso. Y te remonta a la antigüedad por el tipo de jarra. Ni obispos ni papas toman de este café". Imaginé que me decía. Ella muy profesional. Falda verde pistache. Su olor viajaba hasta mi cerebro.
8. Las cartas siguieron. Una espada, rey. Dijo algo así. Yo andaba como entre brumas. El reloj tenía descompuesto. La radio ya no servía. La televisión tenía dos años que estaba descompuesta. Me quedaban los libros muy a mi gusto y pesar. De reojo vi a un tipo muy atento, como a unos veinte metros.
9. No nos hicimos preguntas. No fue necesario. Ella tenía todas las respuestas. Yo solo una o dos. Acaso el nombre de ella y pedazos de uan carta rota. "Esta ya no me sirve", dijo como entre nubes de colores. Eran los primeros minutos del nuevo año. Y muchas personas alrededor andaban en bullicio de saberse invencibles. En pausa me ofreció una pulsera o collar "para su esposa", dijo. "atrae dinero y buena suerte". "Cincuenta", dijo. "Yo pagaría por ver", dije. "Es posible el paraíso", sonrió.
10. Sacó la última carta. "Se le ha agotado su tiempo", dijo seria. Nuestras miradas estaban en carretera de ida y vuela, solo. Me regresó los 200 pesos que yo le había dado. Los únicos. Yo a cambio le di mi tarjeta de presentación. Doctor en sueños de luz. "Y esto qué significa?", preguntó para el tanteo, guiñando, riendo, para el despiste. Lo soñé o me perdí.
11. Ya está desayuno, gritaron.
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