Alicia
1. Es bueno mirar el futuro y también volver los pasos a hechos del pasado. Se dirá que anda uno perdido pensando en esos dos inexistentes tiempos, mientras el presente se escurre, ocurre. En el pasado asomarse a la casa donde crecimos. Sea que ya no existe, entonces recordémosla como película en nuestra imaginación. En último caso es un ejercicio para prevenir al Alzheimer. Encontraremos allí los olores de cocina, la sonrisa de nuestra madre, viejas fotografías, el gesto adusto a veces y alegre de nuestro padre y las correrías y juegos nuestros en el patio, montando caballos de palo, jugando a las escondidas con pareja. Y alguna tarde cuando lo del primer beso, inolvidable.
2. Luego, desde esos recuerdos podemos pasar en saltos al futuro. Pero recordando lo que imaginábamos de futuro cuando éramos niños o adolescentes. Alicia estaba allí junto a mí. Eramos de secundaria. Hacía frío. Y en fiesta de grupo con motivo de posadas bailábamos. Ambos por los quince años. Ella era todo para mis ojos y manos que buscaban entre las tres capas de ropa una tibieza presentida. Yo para ella no sé, acaso el cómplice en esos menesteres de descubrirse. Nos dejamos de ver y el futuro llegó rápido. Nos encontramos siete años después. "Llévame a Tabasco, vivamos juntos. Te quiero", me dijo de manera inesperada.
3. El futuro era oscuro para ambos. Yo soñaba con volver a lo que se llama "mi tierra", donde los apegos memoriosos de la infancia y adolescencia habían fijado un tono en el hablar, un modo de caminar y un estilo regional en el ser, con música de acordeón y bajo sexto, cruces de río, vagar por las calles de ambos lados de la frontera. Y sin duda la casa materna, con sus árboles frutales, las cacerolas limpias, el café con leche, los tamales con hojas de maíz en diciembre y la capirotada en diciembre con el café, era el puerto a donde se quería volver. "Llévame allá por donde trabajas", me dijo Alicia. Me repetía. Insistía. Yo le respondí que luego, que quizá, que después. Y no hubo el después como futuro, atado a ese pasado de nuestro romance.
4, Alicia era canela y flor, y tenía esa edad de la dureza de piel. Me gustaba su modo de hablar, tierno, dulce. Y su risa, válgame Dios, como de loca alegre. Caminábamos a placer por esas calles de polvo y baches de la calle Sandino. Ida y vuelta por el solo placer de acompañarnos y sentirnos cerca. Las personas que se cruzaban con nosotros, nos volteaban a ver por su risa de escándalo. Vislumbrábamos futuro y el pasado era de fragmentarios hechos recientes. Su madre era cajera de banco. Su padre se había ido para el norte en búsqueda del sueño americano. Matamoros era refugio de migrantes que se habían quedado de este lado luego de las deportaciones. Y los bailes de fin de semana era apenas una distracción sana en cada rincón donde se organizaban. "Vamos mañana al baile. Tocará Renacimiento", recuerdo que me decía. Le platicaba a mi padre que no sé de qué piedra los sacaba para pagar mi entrada y la de Alicia al baile.
5. ¿Qué era el futuro para nosotros en esos años? Realmente no sabíamos. Tampoco vislumbrábamos algo concreto. Ese futuro se iba encadenando al presente, como eslabones de tiempo con sucesos incluidos: maestro de escuela en el medio rural. Probablemente otro estudios de otro perfil, quizá filosofía y letras, o algo así parecido. "Yo no sé usted, pero yo soñaba con la revolución. Y leíamos a Lenin, Trotsky, los discursos de Fidel, los diarios del Che, peor también la literatura rusa, que siempre ha sido de mucho prestigio con autores como Gogol, Chéjov, Dostoyevski, Tolstoi. etc. Alicia se quedaba callada sin contarme nada de lo que ella veía en algo que podríamos llamar "lo nuestro" en el futuro.
6. Alicia fue un referente. Un bello y tierno referente de lo que sucederá después. No hay mucho que decir de ella más que era muchacha de pueblo como yo. Que era guapa. Que era atractiva en sus palabras y piel de ángel. Era de dieces de calificación. Y sin duda se iba descubriendo como todos en esa edad que no sabemos lo que es la existencia, aunque es preciso decir que nunca lo supimos, porque no hay que saberlo más allá de las certezas religiosas y endiosada ciencia: hijos de Dios o la naturaleza, azar en el vasto cosmos, nuestra materia física es polvo de estrellas.
7. Pero decíamos del pasado y del futuro. Y hay que entretenerse escudriñando en ambos. No es lo mismo el pasado de un adolescente, de una joven promesa de veinte años. Al pasado de un hombre de ochenta años, cuyo futuro es cada vez más reducido si se puede definir de esa manera. Lo mismo el futuro para el muchacho de veinte es muy distinto. El tiempo pasa y al vida ocurre, simplemente. No hay pasado que valga para sacrificar el futuro ni el presente. Solo que van encadenados. Lo que fue va ligado a lo que será.
8. Yo me olvidé de Alicia en lo que se refiere a búsqueda. Fueron pasando los años en la rutina del ocurre, simplemente. Se ven pasar los días entre escuela, fines de semana, quincena, vacaciones. Traté de ir cada vez que pude a mi pueblo identificado con Rigo Tovar y Dulce. En esos días de asueto permitido caminaba por las mismas calles del centro de la ciudad, y en la Sandino, de la colonia, para ver si me la encontraba y no, nunca más. Quizá se había ido a los Estados Unidos, como muchos. Quizá se había ido a estudiar a Monterrey, y por allá se ha de haber quedado. Lo cierto es que yo preguntaba por ella, y de ella ni sus luces. Yo por mi parte me fui perdiendo en pensamiento obtusos, tratando de armar un rompecabezas con todas las ideas que se me iban presentando en la mente a través de las lecturas.
9. Alicia es un referente importante del pasado. Cierto, no fue una relación entre nosotros de mucho tiempo, ni de traumáticas despedidas o rompimiento. Fue el encuentro de ambos en esa edad de la complicidad y el descubrimiento en el acercamiento de los cuerpos. El futuro es color rosa pastel. Lo lindo que miramos lo que viene. Y no proyectamos a muchos años el destino. Se nos van imponiendo sucesos en lo laboral. En los nuevos encuentros de amor y dicha pasajeros, como la vida misma. Y no olvido la sonrisa de fiesta de Alicia cuando nos encontrábamos e íbamos caminando por la Sandino y las personas volteaban a vernos por la enjundia de la risa y la plática.
10. Alicia: "Qué será de Antonio. Era buena persona, noble y cariñoso. M encantaba que me hiciera reír con sus bobadas y chistes. Me gustaba su plática de futuro maestro, y luego de maestro ya en funciones. Se había ido a Tabasco, tierra ignota para nosotros los de la frontera. La última vez le dije que me llevara a aTabasco. Él, caballero no preguntaba las razones y se conformaba con escuchar que lo quería, y sí. Y yo quería conocer Tabasco. lo imaginaba como un conjunto de pueblitos ,como Macondo, enclavados en la selva tropical del sur de México. Yo me vine a vivir a Oklahoma, Estados Unidos. Y creo que fue mejor así. Esa vez que le pedí me llevara a Tabasco no le dije que estaba embarazada. Porque él bien sabía que no de él.
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