Diálogo con Marcio López.
1. Marcio López espera. Yo lo acompaño. Y platicamos largo y tendido. Hacía meses que no nos veíamos. Y le digo, imaginando la realización de un futuro proyecto: "imaginemos como que estamos ante las cámaras en un programa de diálogos. Y ríe. Nos conocemos de años. Yo siempre he admirado su trabajo, distinto al de todos los compañeros de su generación. Con un sello distintivo personal: colores, vid cotidiana, tres dimensiones. Diverso el material. Colorido.
2. Lleva consigo cinco de sus trabajos. Miro con parsimonia la manera como amorosamente los va desenvolviendo. Van cubiertos con ese plástico, especial para protección en los traslados, que tiene cápsulas de aire. Uno a uno los va develando. Pongo atención a los detalles de cada uno. Mientras platicamos de generalidades. Los acaba de desmontar de una exposición colectiva que estuvo por varias semanas en el Centro Cultural Villahermosa, en esta ciudad capital de Tabasco.
3. Yo le tomo fotos a sus trabajos, en la confianza de conocernos. Tomo detalles de lo que presenta en cada uno. Son escenas cotidianas. Es la vista general en un momento determinado. Y como toda panorámica, son varias escenas en un solo trabajo. Ejemplo: en una hay un hombre en short, está sentado en el pretil de una ventana grande, de casas antiguas. A la vez que una señora vende pollos muertos, mientras come una empanada con una gaseosa en una mano. El trabajo es en tres dimensiones. Tallados en madera. Todo sucede dentro de una caja.
4. Marcio da clases en la Universidad Popular dela Chontalpa, popularmente conocida como UPCH, fundada por los luchadores izquierdistas hace muchos años, y en un Instituto de Difusión Técnica. Está cumpliendo 30 años, lo cual le da derecho en prestaciones de jubilarse. Anhela esta próxima situación como ex laboral, para dedicarse a lo suyo, que es crear con elementos de plástica. Platica como verdadero artistas que es: con sencillez, nada de pose, nada de tratar de impresionar. Bueno, sí, impresiona de ese modo, platicando tranquilamente.
5. El 2023 estuvo en Canadá. Metió permiso sin goce de sueldo en su trabajo, y en Torno vivió la experiencia por meses de estar fuera de su ambiente natural. Cuenta que por las mañanas tenia todo su tiempo, en solitario, para dibujar y pintar, pero también para enfrentarse a sí mismo y pensar sobre su vida, su trabajo y el destino. ¿Por qué le digo esto? Porque estamos dialogando y coincidimos. Vemos que pasa el tiempo. Y a veces tenemos la sensación de estar estancados haciendo lo mismo. Lo que nos hace reflexionar. Aunque las personas miren siempre algo distinto lo que uno hace.
6. En Toronto convivió con los latinos. Vivió en experiencia el paso de las estaciones del año, que en esa ciudad sí son notorias, no como en Tabasco, que parece que son solo dos. Notó la discriminación, que en muchas ocasiones son de los latinos ya arraigados contra los recién llegados. Y se valora más lo que tenemos en nuestra entidad. Y esto lo decimos en conclusión cuando me comenta que en Tabasco tenemos los espacios gratuitos para exhibir las obras. "Allá no. Allá te rentan los espacios por metros cuadrados". Y si se vende obra qué bien, y si no ya se hizo el gasto.
7. Le comento que me jubilé y que escribo dos o tres horas diaria. Y que lo hago donde esté, y aunque llueva, truene o relampaguee. Sea que esté en casa, o de vacaciones en las islas Fidji o las Bahamas (no he ido ni iré). Ya escribo también en el el teclado del teléfono, por si se me olvidó la laptop, y para no tener pretexto. "No escribo a mano. Desde los doce años escribo con el teclado. Antes en la máquina de escribir mecánica, luego en la eléctrica, ahora en computadora o en el teléfono". Marcio es mi amigo. Y forma parte de "los tres García" (dice) del municipio de Cárdenas, junto con Edén y Nijer.
8. El trabajo de Marcio lo conozco desde hace ya muchos años (no digo cuántos). Siempre me sorprendió su visión de hacer. En esa ocasión cuando iniciaba era con plastilina: escenas de la vida cotidiana, con una visión de punto lejano, de cuando miramos la totalidad. En literatura sería como de casi narrador omnisciente. En el trabajo de Marcio es la totalidad de un barrio que se mira, con todos sus detalles. Sea una fiesta infantil. Sea un rezo. Un sepelio. Una comelitona. Entonces uno, el que mira, siente como que vamos volando con mirada de dron y vemos el conjunto, pero como suma de detalles.
9. Entre sus proyectos está el trabajar con simbología, como en las grecas mayas donde se cuentan historias, o como en la escritura antigua egipcia. Abre uno de sus cuadernos, y me muestra sus ideas. Una de ellas es un viaje de la infancia, con seis recuadros tipo maya, sobre un viaje. Se distingue el camión. La familia en el interior. La vista por la ventana. La llegada a un pueblo. Las compras. Y me muestra un conjunto de tarjetas hechas de carpetas Manila. En ellas apuntes. Marcio no para. Yo escucho y me grabo. Esta charla sería uno de mis temas, le adelanto. Él sonríe. Habíamos tomado café. Habíamos viajado en la plática. Tanto en lo que ha sido su vida artístico. Como las proyecciones de lo que será.
10. Mi imaginación me dice que estábamos ante una cámara. Que era un programa de diálogos. Y que -¿por qué no?- fue como una práctica, un ensayo, donde la palabra la compartimos, como compartir el pan tibio. Por la emoción de la plática, se nos enfrió el café dos o tres veces. Qué mas da. Y al final los trabajos de Marcio volvieron a sus bolsas para el traslado de regreso a casa. Como las piezas del ajedrez, peones y reyes, se guardan luego del juego.
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