Atardecer de domingo
Atardecer de domingo, dolor en el tiempo, duelo por las horas y los pétalos marchitos, la alegoría del lenguaje en versos desafinados. Atardecer, nomenclatura de verbos sin movimiento, adjetivos grises. De esto se trata. Los olvidos son cripta con hierba alta en el cementerio, derrota de la esperanza. Es el camino paralelo a otro donde nadie camina ya. Ni afrenta de lobos cansinos. O caballos viejos, libres ya sin carga de jinete. Atardecer significa ausencias con humo registrado como marca. Olvidos son recuerdos idos en noches oscuras y días luminosos. Pero no tardes ahora que hay granadas maduras, higos en su punto. Tengo suficiente tinta azul y negra para seguir escribiendo historias de duelos con besos como trofeos del triunfo. Todo bien. La tarde oscura o gris es un sueño que antecede a las fiestas del mismo sueño. Hay un libro y otro más otro, escritos y por escribirse. Hay cerillo para hacer fuego, pedernal aún para la chispa. Este atardecer de domingo es preludio de semana donde la flor es palabra a punto de ser pronunciada. Alegoría de un principio, el atardecer.
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