Normalista
Quizá me explique. O no. Soy egresado de escuela normal. Allí llegamos después de la secundaria, la mayoría hijos de campesinos, obreros y maestros. Convivimos por cuatro años. Clases. Exposiciones. Prácticas. Deporte. Largas pláticas de todo tema. Análisis en clase sobre la enseñanza en nuestro país. Cómo tratar a los niños. Nuestros maestros nunca nos hablaron de partidos políticos Quizá se trató en un tema: historias de los partidos políticos. Solo eso. Cada equipo expuso lo que investigó. Solamente. Ninguno de nuestros maestros nos propuso, en su interés, seguir rutas prefabricadas. Solo diálogo permanente. Nos dieron respuestas cautas a preguntas inocentes sobre el devenir y las condiciones del país. Aprendimos a hacer piñatas. Ensayos. A cantar canciones para coros infantiles. A construir para atletismo balas, discos y jabalinas y a lanzarlos. Hicimos un Cristo con clavos para herradura. Hicimos vistosos colguijes con chaquira y canutillo. Fueron cuatro años intensos de amistad y primeros roces con la poesía, el periodismo, la guitarra y la danza folklórica. En esos años miramos nuestro pasado reciente y vimos nuestro futuro en las aulas, homenajes, rostros de alegría de los alumnos ante lo nuevo, tristeza por sucesos familiares. Soy egresado de escuela normal y allí leí mucho. Tuve la oportunidad de ser amigo de condiscípulos oradores y lectores de literatura, política y filosofía. Aprendí algo en esas juntas. A elaborar una orden del día para reuniones ordenadas. A escuchar mientras alguien habla. A guardar silencio si lo que iba a decir no era tan importante. Comprendí la palabra amistad no en el diccionario, sino en esos años. Lo mismo del apego de pareja. Aprendí a soñar. Leí El llano en llamas, de Rulfo por tarea de un maestro: "para que comprendan el modo de ser de los hombres y mujeres del campo; ustedes serán maestros rurales".
Para vacaciones de verano el gobierno del estado tenía becas de trabajo. Consistían en pago por radicar seis semanas en comunidades rurales cercanas. Vivíamos esos días en una escuela realizando actividades acordadas con la comunidad: deporte, clases de regularización, actividades artísticas. Crecimos como personas. Aprendimos mucho. Derecho. Obligaciones. Dignidad. Decoro.
Creo que en las escuelas normales, con maestros de verdad se desarrolla la conciencia de existir. No es algo sencillo. Los maestros comentan sobre sus experiencias de vida. sus años en la sierra. Lo intrincado de los caminos. La pobreza. La miseria. La marginalidad. El abandono del campo. Solo eso.
Para vacaciones de verano el gobierno del estado tenía becas de trabajo. Consistían en pago por radicar seis semanas en comunidades rurales cercanas. Vivíamos esos días en una escuela realizando actividades acordadas con la comunidad: deporte, clases de regularización, actividades artísticas. Crecimos como personas. Aprendimos mucho. Derecho. Obligaciones. Dignidad. Decoro.
Creo que en las escuelas normales, con maestros de verdad se desarrolla la conciencia de existir. No es algo sencillo. Los maestros comentan sobre sus experiencias de vida. sus años en la sierra. Lo intrincado de los caminos. La pobreza. La miseria. La marginalidad. El abandono del campo. Solo eso.
Comentarios
Publicar un comentario